Sobre el trabajo digno

Homilía monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas.

El 7 de agosto hemos celebrado a San Cayetano. En la Argentina, es la oportunidad que tiene el pueblo para pedira Dios por intercesión de este santo, por el trabajo, que es un tema central en la vida de cada persona y de cada familia. También en nuestra Diócesis, en distintas comunidades hubo celebraciones. He tenido el gozo de compartir una multitudinaria procesión y Misa en la Parroquia San Cayetano, de Posadas. Debo señalar que siempre quedo impresionado por la religiosidad y a la vez por la claridad del mensaje que nos da nuestra gente sobre la importancia que tiene el trabajo en la vida de una sociedad. Estos mensajes profundos son enviados desde el sentido común y sensatez que tiene la sabiduría del pueblo. Lamentablemente a veces se toman aspectos superficiales de las movilizaciones masivas que genera la devoción a San Cayetano y no se hace una lectura profunda de la fe de nuestro pueblo, ni se tiene en cuenta que pueden ser indicadores, quizá las mejores encuestas, para evaluar, corregir y encaminar el rumbo de toda proyección económica, social, o cultural. Quiero señalar en esta reflexión que desde hace algunas décadas se fueron instalando propuestas económicas donde el trabajo no es la clave del crecimiento. Es casi habitual que los mismos ministerios que encaran el problema económico, en general, no incluyen como esencial el tema del trabajo. Se generan otros ministerios o secretarías que se refieren al trabajo, ubicando esta problemática más en el ámbito social, que en el económico. Sobre todo el neoliberalismo de la década del 90 acentuó esta ruptura que no sitúa a la persona, ni al trabajo en el centro del problema económico. No es casual que en nuestra América Latina se da, por un lado, un cierto crecimiento económico y, por otro, se sigue siga acentuando la inequidad social. En esto, la multiplicación del asistencialismo dañó la cultura del trabajo. Es importante recordar el documento «Laboremexcercens» desan Juan Pablo II, en el que se subraya la enseñanza que habitualmente nos da la doctrina social de la Iglesia, acentuando la prioridad del trabajo sobre el capital. En sí, debemos afirmar la importancia del capital para el crecimiento, pero dicho crecimiento es genuino, consistente y justo, cuando está ligado al trabajo.

 

Será una clave en nuestra Patria y en nuestra Provincia profundizar en el eje de «la cultura del trabajo», que tanto tiene que ver con nuestra identidad heredada de nuestros antepasados, que por generaciones consideraron al trabajo como clave para crecer. Aunque nuestra realidad va cambiando y la globalización y la tecnología generan nuevos escenarios, deberemos tener en claro que si nos sometemos sólo a lo virtual seguiremos generando rupturas con la realidad en donde el proceso de concentración y exclusión seguirán profundizándose.

 

En el Documento de Aparecida cuando se hace referencia al trabajo, se señala: «Alabamos a Dios porque en la belleza de la creación, que es obra de sus manos resplandece el sentido del trabajo como participación de su tarea creadora y como servicio a los hermanos y hermanas. Jesús, el carpintero (cfr. Mc 6,3), dignificó el trabajo y al trabajador y recuerda que el trabajo no es un mero apéndice de la vida, sino que “constituye una dimensión fundamental de la existencia del hombre en la tierra”, por la cual el hombre y la mujer se realizan a sí mismos como seres humanos. El trabajo, garantiza la dignidad y la libertad del hombre, es probablemente “la clave esencial de toda la cuestión social”»(Aparecida, 120).

 

El pasado 7 de agosto, hemos manifestado ypedido a San Cayetano que en cada hogar de los argentinos y misioneros haya «pan y trabajo». Pedimos la intercesión de San Cayetano ante nuestro Padre Dios, para que podamos revalorizar «la cultura del trabajo» en todos los ámbitos, con la certeza de que esto nos hace más dignos, porque nos ayuda a plenificar el haber sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

 

¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!

 

Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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