El cuerpo del oficial ayudante Lucas Muñoz, de 29 años, desaparecido hace 27 días en Bariloche, fue hallado hoy a unos 3 kilómetros de la ciudad de Bariloche, cerca de la ruta de circunvalación. En el lugar trabajó la Gendarmería, ya que se sospecha que la policía provincial estuvo involucrada en el crimen.
Los familiares y allegados al policía creen que Muñoz fue víctima del accionar de algún compañero o autoridad debido a que fue testigo de ilícitos o corrupción policial. Paula Muñoz, hermana del uniformado, dijo que el efectivo «se quería ir de la comisaría 42 por las cosas que veía, que estaban relacionadas con las drogas y la desaparición de Micaela Bravo», una madre de tres hijos, de 28 años, cuyo cadáver apareció en marzo a poca distancia de esa unidad policial.
Lucas Muñoz fue visto por última vez el 14 de julio a las 13:20 cuando se bajó de un colectivo y caminó a la comisaría donde trabajaba. En el trayecto se cruzó con otros dos agentes, que lo saludaron, y luego lo vieron dialogando con un hombre a bordo de un Chevrolet Corsa gris.
Según el Ministerio Público, la Justicia constató que en la comisaría 42 se produjo «la adulteración del parte diario de novedades, a través del reemplazo de, por lo menos, siete folios originales, por otros pertenecientes a un cuaderno distinto».
Para el fiscal Guillermo Lista, ciertos integrantes de la fuerza policial de jerarquía superior entorpecieron e interfirieron la investigación sobre el paradero de Muñoz, y armaron una investigación paralela.
En ese sentido, varios efectivos fueron apartados de su cargo y hay dos en la mira de la Justicia. De hecho, el fiscal amplió hace unos días la acusación iniciada contra el sargento Néstor Meyreles (42), quien fue detenido en Colonia Catriel, a 600 kilómetros al norte de Bariloche, por adquirir un chip de celular a nombre de Muñoz y con su DNI al día siguiente de su desaparición, e imputó por el mismo delito al oficial Federico Valenzuela Campos.
Hallaron en Bariloche el cadáver del oficial de Policía que estaba desaparecido
