Micaela, de 20 años, acudió en su séptimo mes de embarazo a la clínica Corporación de San Martín ya que tenía pérdidas. Debido a un mal diagnóstico, su bebé falleció y ella quedó en grave estado. «Murió porque no lo atendieron profesionales, sino unos inoperantes”, denunció.
La cuna adornada en celeste con el nombre de “Ciro” bordado a mano está vacía. El sueño de ser mamá quedó trunco el 13 de junio, cuando un supuesto mal diagnóstico en la clínica Corporación de San Martín terminó con la vida del bebé, que por aquel entonces llevaba siete meses de gestación.
Micaela decidió hacer público su caso mediante las redes sociales, canal por el cual se contactaron varias mujeres denunciando mala praxis en el mismo centro de salud. Es por eso que mañana llevarán a cabo una marcha en la puerta del sanatorio.
Cinco siglos antes de Cristo, según data en la historia, fue fundado el Imperio Persa en donde actualmente se encuentran Irán, Irak, Grecia, Egipto, entre otros países. El encargado de semejante gesta fue Ciro II El Grande, simplemente conocido como Ciro.
“Para nosotros nuestro hijo iba a ser nuestro rey. Por eso decidimos ponerle ese nombre”, dice Micaela Domínguez, de 20 años. Sin embargo hoy, junto a su pareja Nicolás Pereyra Coria (21), está “devastada. Es el dolor más grande que puede existir. Si pudiera volver el tiempo atrás, cambiaría mi vida por la de Ciro”.
Mal diagnóstico
El lunes 13 de junio por la mañana ella se dirigió a la clínica Corporación de San Martín, ubicada en Matheu al 4000, porque tenía pérdidas. Iba por su séptimo mes de embarazo.
“La doctora que me vio dijo que había roto bolsa, por eso el sangrado. Pero lo que tuve fue desprendimiento de placenta”. Recién a las 20 fue sometida a una cirugía. Ya era tarde. “Hasta esa hora tuve al bebé fallecido dentro mío”, dispara.
Micaela, quien decidió ponerle punto final a la carrera de instrumentadora para ser una madre full time, sabe que su pequeño “murió porque no lo atendieron profesionales, sino unos inoperantes”.
Lamentablemente, al dar a conocer su caso mediante Facebook, una decena de mujeres se contactaron con ella denunciando que pasaron por similares sucesos (ver tema aparte). Ese punto final sellado en la semana 33 del embarazo hizo que la joven se debatiese entre la vida y la muerte.
“Yo quedé cuatro días internada por un cuadro de hipertensión grave. Tenía las plaquetas muy bajas. Estuve con preeclampsia severa y anemia”, dice.
Sabe que la muerte también pasó cerca de ella. “Mi marido se mantuvo fuerte a pesar de su dolor. Hoy por hoy, estoy viviendo la peor pesadilla. Nuestras vidas perdieron el rumbo. Teníamos planes, ilusiones y proyectos con Ciro”, se lamenta.
Micaela y Nicolás, empleado de una fábrica, tuvieron que sortear varios obstáculos económicos durante la gestación ya que “con un solo sueldo es difícil. Pero a nuestro hijo no le faltaba nada. Tenía todo gracias a un gran esfuerzo porque siendo papás jóvenes nos tomamos la paternidad con mucha responsabilidad”, agregó.
La cuna sigue vacía. Las almohadas celestes y el nombre de Ciro bordado a mano viven solamente con el sueño. El sueño “de que sea un hombre como su papá, a quien admiro”, hoy es simplemente eso, un sueño.