Cuando suenan las cacerolas

Argentina fue pionera en algunos métodos de protesta que después trascendieron las fronteras. El 19 de junio de 1996 miles de desocupados dijeron basta y parieron al movimiento de piqueteros en medio de la ola de privatización menemista que había entregado YPF dejando a pueblos enteros a la buena de Dios. Lo mismo sucedía con Ferrocarriles y otras empresas del Estado.

Cinco años después, las cacerolas se hacían escuchar en medio de la crisis económica que anticipaba el derrumbe del fugaz gobierno de la Alianza con De la Rúa a la cabeza. En uno y otro extremo, las protestas de los desocupados y de la clase media, marcaron el hastío de la sociedad con el rumbo de las políticas de Gobierno. Cristina Fernández también sentiría el retumbar de las ollas en su segundo mandato. Ambos métodos de protesta tienen en común que se hicieron visibles en contra de gobiernos que ya tenían tiempo en el poder.

Los piquetes surgieron cuando el desempleo se hacía insoportable, pero apenas meses después de que Carlos Menem ganara la reelección en 1995. Las cacerolas explotaron ante una alianza que llegó con promesas de cambios pero no hizo más que profundizar la crisis previa. A Cristina la cuestionó la clase media alta por las restricciones a la compra de dólares y la inflación en alza.

Mauricio Macri tiene apenas siete meses en el poder y ya enfrentó su primera gran protesta, que se extendió por todo el país, con cacerolas y marchas en contra de los tarifazos y las políticas de ajuste. En su contra tiene, además, que ganó las elecciones con un exiguo 51 por ciento y escaso despliegue territorial que le garantice desembarcos políticos en defensa del “modelo”. Los socios de la alianza gobernante están dubitativos, entre excluidos y sin información que les permita sacar a relucir los escudos. La defensa de esta primera semblanza de Cambiemos la hicieron esta semana De la Rúa y Domingo Cavallo, de quienes la sociedad no tiene el mejor de los recuerdos.

El breve período de Gobierno que tiene el actual Presidente fue suficiente para desplegar una enorme batería de medidas que benefició a los sectores más concentrados de la economía, como la producción sojera, la minería y las entidades financieras. En cambio, los más perjudicados fueron los asalariados y las personas de más bajos recursos que se vieron afectados por la devaluación y la inflación que ya superó ampliamente las proyecciones oficiales y alcanza al 42-45 por ciento anual.

Los tarifazos energéticos, impagables para la mayoría de los argentinos y miles de empresas que se ven ante el dilema de cerrar o despedir, colmaron la paciencia incluso de aquellos que ansiaban el cambio después de más de una década de kirchnerismo. Por eso, salieron a la calle en la noche del jueves, incluso con lluvia y frío.

 


Sin embargo, el Gobierno que ante reclamos similares en la época de Cristina pedía “cambios”, parece no advertir la gravedad de la situación. El propio Presidente ratificó los aumentos en la luz y el gas y su equipo económico insiste en los tarifazos pese a la suspensión decidida por la Justicia. Oídos sordos. Y, lo que es peor, una muestra permanente de inconsistencias en las decisiones que se toman. Primero fue un tarifazo liberado, que llegó al mil por ciento en algunas facturas. Después se limitó a un 400 o 500 por ciento, si es un usuario residencial o una empresa. Se insiste en ello pese a que la Justicia anuló los aumentos por inconsultos y confiscatorios. Lo curioso es que la ratificación del “tope” del 400 por ciento va en contra del ahorro energético que se pretende imponer. No importa cuánto se consuma de gas, supuestamente las facturas sólo podrán ser 400 por ciento más altas que en el mismo mes del año pasado.

Estamos aprendiendo”, admiten los principales funcionarios, como el ministro de Energía, Juan José Aranguren o el jefe de Gabinete, Marcos Peña. “Quizás nos hemos equivocado en la identificación de quienes son los que pueden pagar la tarifa plena y eso es lo que estamos tratando de corregir”, asegura Alfonso Prat Gay, el mismo que estimó una inflación del 25 por ciento y que ahora reconoce que “desconoce” el impacto de los aumentos en el consumo, con una suba de precios que triplica la registrada en el primer semestre del año pasado. Todo a prueba y error.

Las consecuencias, en cambio, son elocuentes y no un simple cálculo estadístico. La propia Iglesia advierte que la clase media baja con ingresos fijos es la más afectada por los aumentos de los servicios, además de las pequeñas industrias y los comercios.

Quizás la que culmina no haya sido la mejor semana para el Presidente. Los resultados de la gira por Europa quedaron desdibujados por frases desafortunadas que marcan la distancia entre quienes están en el Gobierno y quienes sufren las consecuencias de sus medidas. Primero, Macri pidió a la gente que no esté “en remeras y en patas” dentro de sus hogares para ahorrar energía. A las pocas horas se le recordó que la Primera Dama había confesado hace apenas un año que dormían con aire acondicionado aún en pleno invierno y se reproducían las fotos de ambos mientras miraban partidos de la Copa América con ella…en patas.

Después, Macri se confesó “agotado” para poder asistir al cierre de los festejos por el Bicentenario, pero ante la ola de críticas, tuvo que recomponerse y por lo menos, participar un par de horas al festival de bandas militares internacionales que vinieron a homenajear a la Argentina por su independencia. Por minutos, se perdió el desfile del carapintada golpista Aldo Rico, homenajeado como veterano de Malvinas.

Tras cartón, la Justicia anuló los tarifazos y las cacerolas se hicieron escuchar en las principales ciudades del país, incluida Posadas, donde curiosamente, no salieron a la calle quienes habían encabezado la protesta en contra de la empresa eléctrica provincial por los aumentos derivados de los incrementos nacionales. Cosas de la política.

El rumbo del Gobierno, de todos modos, sigue firme. El Presidente no dijo una palabra del cacerolazo y, en cambio, prometió más beneficios financieros para quienes tienen sus capitales no declarados en el exterior. El blanqueo es la gran apuesta del Gobierno para que los dólares al menos lloviznen sobre la Argentina en un contexto global cada día más incierto. Esa misma incertidumbre demora la aplicación de la ley que fue sancionada por el Congreso, incluso con apoyo del kirchnerismo. Por eso, Macri pidió a los grandes empresarios que traigan su dinero. “Ya no vamos a tener que protegernos ni escondernos”, admitió en primera persona del plural en su discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

En efecto, la Unidad de Información Financiera no investigará a evasores que exterioricen sus capitales, se los eximirá del pago del impuesto al cheque y se les permitirá regularizar inmuebles por fuera de una sociedad.

La confianza del Gobierno puesta en el blanqueo contrasta con los resultados de otras dos grandes promesas que hizo antes: supuestamente, la devaluación y la quita de retenciones incentivaría al sector agrícola y minero a generar más empleo. Los datos laborales del Indec macrista, revelan que en el primer trimestre del año, la agricultura perdió 4,7 por ciento de empleo y la minería, 4,2. Sorprendentemente a pesar del discurso oficial de falta de creación de empleo durante la gestión anterior, el Indec reveló que en 2015 se produjo un incremento de 2,7% en la cantidad de puestos de trabajo y un incremento de 31% en las remuneraciones de los trabajadores asalariados.

El optimismo discursivo, de todos modos, se mantiene inalterable. “Depende de cada uno de nosotros”, dijo el Presidente durante el lanzamiento del plan nacional de la Juventud.

El nuevo paradigma entiende que el esfuerzo individual es el camino para alcanzar las metas. O que la mano invisible equilibra los mercados. La experiencia enseña que el esfuerzo en si mismo no alcanza y que mucho depende del entorno y de las facilidades que se tengan. Las oportunidades no son las mismas para todos. Ni siquiera la pobreza es la misma en Buenos Aires que en Misiones. Sin un Estado custodio, las posibilidades nunca serán iguales ni dependerán del esfuerzo individual.

No es, claramente, la lógica que domina la política provincial de los últimos años. En Misiones se fortaleció el rol del Estado como rector de la economía y también como una herramienta para mejorar la distribución de los recursos en toda la geografía. Arrancando de muy atrás, con indicadores penosos en la década de los 90, Misiones se destaca hoy por ser una de las provincias más ordenadas y con –proporcionalmente- mejores estadísticas sociales que otros estados mucho más ricos.

“La cosa no está fácil. Pero confío en que salgamos adelante aprendiendo de los errores. En otros tiempos, la política ha sido muy arrogante, con un enorme narcisismo. Por eso creo que es un momento óptimo de ejercitar la cercanía y el diálogo. El país lo necesita. Ya habrá momentos de discutir en las urnas. Pero a la gente no le importa quien gobierna, sino que el hijo pueda ir a la escuela, que pueda pagar la luz, comprarse la moto. Me voy a ir convencido de eso, de que el gobernante debe ser cada vez más anónimo y que es momento de ir juntos para adelante. Ese es el punto de partida”, aseguró el gobernador Hugo Passalacqua en referencia a la relación entre Misiones y el Estado nacional.

Passalacqua entiende que la cercanía con el Gobierno nacional puede rendir más frutos que una oposición dialéctica que no se traduce en beneficios para nadie. Y Misiones necesita de la Nación para sostener inversiones y planes de desarrollo.

Por eso, la Renovación se sostiene como un partido opositor que brinda gobernabilidad al Gobierno nacional. La invitación a Passalacqua a la gira por Europa junto a Macri es una recompensa que deja a Misiones en una posición beneficiosa frente a otras provincias de toda la región. No fue producto de la casualidad, sino como respuesta a los aportes del oficialismo misionero que priorizó el momento y las necesidades del país a los egoísmos partidarios, para los que habrá tiempo el año que viene, cuando se enfrente a la alianza nacional desde la vereda opuesta.

Passalacqua comienza a imponer su estilo y su ritmo a la gestión, con las mismas premisas que dieron sustento a la Renovación, como la protección social, la educación y el empleo. Se puso como prioridad –“Di vuelta como una media”, fueron sus palabras- la titularización de la tierra para que se transformen no sólo en un capital social, sino económico para las familias que las habitan pero también para el Estado, que podrá cobrar impuestos donde antes había un vacío.

Su estilo es silencioso. Cree en la despersonalización de la política y en que cada vez más, los gobernantes deben cumplir su tarea en forma casi “anónima”, ideas que se confirman en la inexistencia de cuadros con su fotografía en las oficinas públicas, sustituidas por imágenes del general Andresito Guacurarí.

Su forma de comunicar también es distinta. Aunque concedió algunas entrevistas individuales para dar detalles de la gira europea, en la noche del viernes convocó a casi un centenar de periodistas de toda la provincia, incluso de medios abiertamente enfrentados al Gobierno, a una cena en la residencia oficial en respondió cada una de las preguntas realizadas.

En la informal rueda de prensa que duró más de una hora, Passalacqua dio detalles de la gira europea incluyendo los avances oficiales y hasta detalles de color. En ese marco, destacó la promesa de inversión de más de cien millones de euros que logró confirmar en su visita a Alemania, en sendas reuniones con empresas polacas. Sería la inversión industrial más grande de la historia misionera.

A pesar de las críticas, Misiones es la mejor posicionada de la región en cuanto a la logística. Quedó demostrado cuando los europeos preguntaron cómo sacar sus productos si vienen a producir en Misiones, y se enteraron del excelente estado general de las rutas, del puerto y la infraestructura que puede recuperarse para poner en marcha el ferrocarril.

“Misiones tiene herramientas. Buena logística, buenas empresas. Ahora lanzaremos la Caja de Fomento que ya tiene terminado su directorio y el local y que será un motor productivo”, anunció.

La banca de fomento no será un banco típico, sino que estará destinado a inversiones productivas con un capital inicial que no será menor a los 500 millones de pesos. “No es para amiguismos”, advirtió.

Passalacqua también anunció en una “primicia colectiva” cómo se repartirán los recursos que comenzarán a recuperarse este año de la coparticipación que era recortada para financiar la Anses. El acuerdo con la Nación ya fue alcanzado, pero falta la oficialización definitiva, que se firmaría en agosto. De este modo, Misiones recibirá un tres por ciento de un quince que era descontado.

Atendiendo a la difícil coyuntura social y económica, Passalacqua decidió que un tercio de los recursos se reparta en forma equitativa entre todos los municipios y otro tercio entre los diez municipios más atrasados en concepto de coparticipación, como Andresito, Garupá, El Soberbio y San Vicente, -en total serán una decena-, mientras que los fondos restantes servirán para financiar un incremento del cinco por ciento para los jubilados provinciales, que de este modo tendrán una ayuda en sintonía con los jubilados nacionales que serán beneficiados por el blanqueo.

Este reparto obedece a una realidad inocultable. La crisis económica está apretando, pero la decisión es siempre priorizar la cuestión social, por eso lo primero que se hace es repartir la coparticipación entre los municipios y los jubilados.

Para decidir este modo de reparto, hubo un análisis objetivo sobre la cantidad de habitantes, electores, los habitantes en zona rural, la cantidad de kilómetros de caminos vecinales y necesidades básicas, que fue coordinado por jefe de Gabinete, Adolfo Pischik, el secretario de Hacienda, Adolfo Safrán y el ministro del Agro, José Luis Garay, como ex intendente experimentado del rubro y la opinión de la  Comisión de Desarrollo Estratégico Integral de Municipios, bajo la mirada del propio Passalacqua.

De cualquier modo, el reparto a los municipios y la suba a jubilados, está condicionada a que efectivamente lleguen los recursos extra de la coparticipación. Si no se concreta el acuerdo o se interrumpe el flujo, no habrá recursos provinciales, ya bastante agobiados en los últimos meses de caída de coparticipación. El descenso de la actividad económica se está haciendo sentir tanto que es difícil que se cumplan las metas presupuestarias de este año. Se estimaron gastos por 33 mil millones de pesos que probablemente sean bastante inferiores.

En la misma línea, para el presupuesto 2017, si bien Nación recién definirá las pautas macrofiscales en agosto, Misiones proyecta un incremento menor al 30 por ciento, con una inflación estimada por proyecciones de Prat Gay de 17% inflación 2017.

La prioridad es sostener el salario y el empleo, dijo Passalacqua, quien descartó que Misiones siga la receta de ajuste que se impone en la Nación, especialmente en materia de despidos. En esa línea, la Provincia viene haciendo enormes esfuerzos para sostener el salario pese al magro aporte nacional. El viernes se pagará con fondos propios el Fondo Nacional del Incentivo Docente con 33 por ciento de aumento y las suplementarias de marzo, abril y mayo, lo que cancela la deuda con el sector docente, que, a diferencia de otras provincias, ya garantizó el reinicio del ciclo lectivo en el segundo semestre, pese a la resistencia de un reducido grupo de sindicalistas, siempre más dispuestos al paro que a ir a trabajar.  La Nación, en cambio, mantiene desde abril una deuda con la provincia para alcanzar el piso de 7.800 pesos por docente.

Passalacqua está convencido que el ahora impone trabajar juntos como eslabón esencial para sostener el ritmo de desarrollo en la provincia. Pese a que no hay una reciprocidad plena del Gobierno nacional y mucho menos de sus representantes locales, esa es la consigna.

“El año que viene vendrán los momentos de enfrentamientos políticos. Misiones impone la máquina de hacer por encima de la máquina de impedir”, definen en la Renovación. En 2017 el objetivo será para el oficialismo ratificar el dominio en la provincia, pero esencialmente sostener la supremacía en los representantes misioneros en el Congreso. La alianza opositora local estrenará su condición de oficialismo nacional, pero tiene bastantes problemas para definir sus candidatos. El PRO puro no quiere resignar espacios entre los aliados de Cambiemos, mientras que Alex Ziegler y Luis Pastori encarnan la necesidad de tener más protagonismo pensando en 2019.

 

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