Que son las Jornadas Mundiales de la Juventud a las cuales viajan numerosos misioneros

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un evento organizado por la Iglesia Católica que convoca a los jóvenes de todo el mundo con el papa. En julio el papa Francisco presidirá su segunda JMJ del 26 al 31 de julio en Cracovia, Polonia, muchos misioneros ya viajaron a Europa a participar de este evento.

Según la opinión de muchos, la Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) es la invención más hermosa del papa Juan Pablo II. Pero él afirmaba que “son los mismos jóvenes los que han inventado la JMJ”.

En los años 1983-1984 se celebraba el Año Santo de la Redención: 1950 años de la Pasión de Cristo. Entre las diferentes actividades, Juan Pablo II quiso fijar un encuentro juvenil para el Domingo de Ramos. El comité organizador preveía unos 60.000 participantes. ¡Llegaron 250.000!

En el año 1985, la ONU proclamó un Año Internacional de la Juventud. El Papa, deseando manifestar la atención de la Iglesia hacia las nuevas generaciones, convocó nuevamente a los jóvenes a Roma para el Domingo de Ramos. También en esta ocasión, la respuesta fue grande: 300.000 jóvenes se repartieron entre las iglesias de la ciudad para los diferentes momentos de oración y catequesis, reuniéndose después en la plaza de San Pedro para participar en la celebración con el Santo Padre.

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Después de estos encuentros, muchos se preguntaron: ¿Por qué hay esta respuesta generosa, qué es lo que buscan los jóvenes, qué es lo que quieren? Pero Juan Pablo II ya lo había intuido: los jóvenes sentían el deseo de encontrarse entre ellos, de compartir su experiencia, de escuchar una palabra de fe, de mirar juntos hacia el futuro, de renovar y confirmar su propio compromiso.

Es así que, a finales de 1985, anunció la institución de la Jornada Mundial de la Juventud, a celebrarse cada año en las diócesis. El Papa indicó también una fecha para su celebración: el Domingo de Ramos. ¿Por qué? “Una respuesta así la dais todos vosotros, que desde hace años peregrináis a Roma precisamente para celebrar este día […] Con este hecho, ¿acaso no queráis hacer ver vosotros mismos que buscáis a Cristo en el centro de su misterio? Lo buscáis en la plenitud de esa verdad que es El mismo en la historia del hombre”, así el mismo Juan Pablo II se lo explicó a los jóvenes (Homilía, 27 de marzo de 1988, Misa del Domingo de Ramos, III Jornada Mundial de la Juventud).

A la celebración diocesana se le unió un gran encuentro mundial, que inicialmente tendría lugar cada dos años. A la primera JMJ, celebrada en las diócesis en el año 1986, le siguió la primera gran edición internacional, que tuvo lugar en el año 1987 en Buenos Aires (Argentina), dando un signo muy fuerte en un país que estaba saliendo de la dictadura.

En el año 1989, la IV JMJ se celebró en Santiago de Compostela (España), célebre santuario de la fe en Europa, atrayendo a una enorme peregrinación de jóvenes de todo el mundo. En el año 1991, la VI JMJ de Częstochowa (Polonia) vivió el primer gran encuentro entre los jóvenes del este y oeste de Europa después de la caída del muro de Berlín. En el año 1993, la VIII JMJ dejó el Viejo Continente para dirigirse a Denver (Estados Unidos), donde se invitó a los jóvenes a anunciar a Cristo sin miedo, también en el corazón de las metrópolis modernas.

En el año 1995, en Manila (Filipinas), a pesar de los escasos recursos económicos a disposición, la X JMJ llegó a ser uno de los encuentros más multitudinarios de la humanidad. En 1997, la XII JMJ trajo a París (Francia) una nueva “revolución francesa”. Millares de jóvenes llenaron las calles y plazas, cantando su fe, manifestando una sed espiritual y un deseo misionero de verdad sorprendente.

En el año 2000, año del Gran Jubileo, la XV JMJ se celebró en Roma, donde Juan Pablo II, a pesar del avanzar de su enfermedad, compartió con alegría este momento extraordinario de gracia con dos millones de jóvenes, que llamó a ser “centinelas de la mañana”. En el año 2002, la XVII JMJ de Toronto (Canadá) llevó a los jóvenes, “pueblo de las Bienaventuranzas” a anunciar a Cristo en un país moderno y multicultural.

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En 2005, poco después de la muerte de Juan Pablo II, fue Benedicto XVI quien presidió la XX JMJ de Colonia (Alemania), muy centrada en la adoración eucarística, siguiendo el ejemplo de la adoración de los Reyes Magos, cuyas reliquias se conservan en la catedral de la ciudad. En el año 2008, la XXIII JMJ tuvo lugar en Sydney (Australia), “Tierra del Espíritu Santo”, tocando un continente nuevo y lejos para tantos, pero haciéndose por fin cercana a los jóvenes del hemisferio austral.

La ciudad de Madrid fue designada para ser sede de la XXVI edición en 2011, convirtiendo a España en el primer país en acoger dos JMJ y en su arzobispo, Antonio María Rouco Varela, el primero en encargarse dos veces de su organización.

Durante el pontificado de Francisco, la Jornada Mundial de la Juventud 2013 realizada en Río de Janeiro configuró la XXVIII edición de este evento, considerada «histórica» por haberse constituido en razón y marco del primer viaje del papa Francisco al extranjero, en el quinto mes de su pontificado. Se caracterizó, entre otros puntos salientes, por alcanzar niveles de participación estimados en superiores a los 3 millones de jóvenes, y por los gestos pastorales de proximidad a los laicos característicos del papa Francisco.

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Gabriel Alsó y Claudia Fassa realizaron un análisis de las alocuciones de Juan Pablo II y Benedicto XVI en las JMJ internacionales, y las fueron exponiendo en el siguiente resumen donde vislumbran el derrotero de los caminos de la vida.

Juan Pablo II propuso “el camino” como guía para los jóvenes en las JMJ. “El camino, es la palabra que mejor expresa la característica de un Encuentro Mundial de la Juventud”,(Juan Pablo II); en su visita para la J.M.J. de 1987 en Bs. As., nos solicitó también ser “operadores de paz, constructores de una sociedad en paz, de una civilización del amor recorriendo los caminos de la justicia, libertad y amor”.

La vida nos da la opción de elegir, está en nosotros cuáles y las “formas” de cómo los vamos recorriendo. Juan Pablo II, nos aconsejó: “A vosotros, jóvenes, que de forma natural e instintiva hacéis del deseo de vivir el horizonte de vuestros sueños y el arco iris de vuestras esperanzas, os pido que os transforméis en profetas de la vida; sedlo con las palabras y con las obras, rebelándoos contra la civilización del egoísmo que a menudo considera a la persona humana un instrumento en vez de un fin, sacrificando su dignidad y sus sentimientos en nombre del mero lucro; hacedlo ayudando concretamente a quien tiene necesidad de vosotros y que tal vez sin vuestra ayuda tendría la tentación de resignarse a la desesperación”.

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Todo camino o ruta, posee una “zona de camino”, una ancha franja de tierra lindera a ambos lados que recorre cada sinuosidad del mismo. Tras el movimiento de suelo, nivelación, perfilado y preparación de la subrasante con base de tosca, en caminos de tierra, mejorados o empedrados, indistintamente de la situación climática, pero con una cantera cercana, cada día luego de agradecer retomamos el mismo en nuestras comunidades.

“Que Jesús sea la piedra para el mejorado del camino de vuestras vidas y de la nueva civilización que en solidaridad generosa y compartida habréis de construir. No puede haber auténtico crecimiento humano en la paz y en la justicia, en la verdad y en la libertad, si Cristo no se hace presente con su fuerza salvadora”, (J.P. II).

Lograr una apropiada carpeta de asfalto, implica al menos un crecimiento individual, social, cultural, económico y turístico que afecta positivamente a varias comunidades. Asimismo nos facilita el fresado posterior para ser reutilizado (re distribuido) logrando mayor vida útil; no siempre podemos lograrlo en nuestro andar social.

La compleja dinámica de nuestras vidas, nos lleva a analizar los mismos, las “formas” de cómo realizarlos con la ayuda de ingenieros (nuestros experimentados ancianos) junto a la visión femenina, teniendo en cuenta las tareas propias de los mismos, reposición de suelo, enripiado, corte de pasto, perfilado de banquina, destronque, desmalezamiento de zona de caminos en aras de optimizarlos para nuestros “hijos”.

El mantenimiento preventivo es indispensable, así como las “formas” de conducirnos frente a los demás. El precioso tiempo que el Señor nos concede, deberíamos optimizarlo para que no transcurra como si todo fuese casualidad. Las relaciones humanas, en su íntima esencia, no se pueden definir en términos de dominio e interés personal, ni de falsos “dioses”, en el culto a los bienes materiales, al amor posesivo o al poder.

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Juventud, el ventanal por el que entra el futuro en el mundo: Estamos transitando caminos más allá de la 4ta. Revolución industrial, tiempos de una momentánea “eclipse de Dios”, tiempos de placer superficial y efímero de los sentidos, en busca de una felicidad consecuencia de poseer el mayor numero de bienes posibles y objetos de lujo. “El culto a los bienes materiales, el culto al amor posesivo y el culto al poder, lleva a “comportarse como Dios” sin prestar atención a la sabiduría y a los mandamientos que Dios nos ha dado a conocer; un camino que lleva a la muerte” (BXVI).

El hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito; es la “juventud el ventanal por el que entra el futuro en el mundo”, la edad con sed de verdad y afán de superación plasmado en  un impulso de ir más allá de las metas habituales, sueños en busca de una vida más grande, con ansias de lograr la vida misma en su inmensidad y belleza intensificando un camino de fe. Juan Pablo II con sus 83 años de vida, aún se identificaba con las expectativas y esperanzas como buen joven de espíritu.

“Uds. los jóvenes tienden siempre a unir, no a dividir; ni crear barreras entre sus semejantes, sino que difunden entendimiento y concordia; no les mueve la rivalidad ni la revancha, sino el deseo de abrir nuevos cauces a la creatividad y al progreso. Les mueve también a salir de sí mismo, apartándose de todo aislamiento egoísta, y actuando en su vida personal con seriedad y coherencia, sin ceder a las insidias que intentan desviarlo de sus ideales más valiosos …Son artífices audaces de reconciliación y de paz; viven juntos, la solidaridad y el amor fraterno… Cristo os llama a grandes empresas. No lo defraudéis, pues os defraudareis a vosotros mismos”, (BXVI).

Debemos proteger nuestro planeta, nuestra “casa común”, protegiendo el trabajo para todos, teniendo en cuenta que el mañana es también el hoy; si los jóvenes de hoy no encuentran perspectivas en su vida, también nuestro hoy está errado.

A pesar de las sorprendentes posibilidades ofrecidas a la humanidad por la tecnología moderna, existe todavía tanta pobreza y miseria en la sociedad. En muchas partes del mundo las personas viven amenazadas por la corrupción, violencia, terrorismo, guerra y la consecuente migración forzada.

“se viven amenazas del hambre y de la guerra, contra las escandalosas disparidades entre minorías opulentas y pueblos pobres, contra los atentados a los derechos del hombre y a sus legítimas libertades, incluida la libertad religiosa….Un mundo donde parece triunfar el mal, a veces se ahoga la esperanza, en fraternidad y de la comunión, con la intolerancia y del rechazo del otro, con naciones desgarradas por el odio o la guerra”,(J.P.II).

Hemos sido hechos para amar; con un amor no ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad. Amar es servir y el servicio acrecienta el amor.

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