Se conoció la historia de Michael, el fan obsesivo de Messi

«Los nervios me están pegando, pero tengo que superarlos”. Esas fueron las palabras de aliento que Michael Soto se dedicó a sí mismo desde Twitter, minutos antes de irrumpir en la cancha del estadio NRG y cumplir uno de sus sueños: poder abrazar a Lionel Messi.

El plan del joven estadounidense de 16 años comenzó ayer: horas antes del partido, Soto compró el pasaje que lo llevaría de California, en donde vive junto a su familia, a Houston. Llegó pasadas las seis de la tarde de Estados Unidos, sólo dos antes del comienzo de la semifinal en la que la Selección argentina se impuso por cuatro goles.

“¡Ya casi es hora!”, relató de nuevo desde la red social del pajarito y publicó una foto desde la habitación del hotel Holiday Inn, ubicado sólo dos cuadras de la cancha. La noche le costó cien dólares, aunque no durmió ahí: terminó detenido por el osado gesto que celebraron hasta los hinchas estadounidenses.

Se cambió para la ocasión: jogging, zapatillas deportivas, la camiseta de Argentina y una gorrita, como para rematar el look. Y esperó tranquilo: se tomó unas horas para armar su estrategia y decidir cuál iba a ser el para irrumpir en el campo de juego.

“Va a ser en el segundo tiempo. Ahí es cuando todos van a bajar”, anunció. “No lo vas a poder lograr”, lo retó una de sus seguidoras. “Mirá cómo lo hago”, fue la confiada respuesta del joven, todavía lejos del estadio.

“Los nervios me están pegando, pero tengo que superarlos”, advirtió al comienzo del entretiempo, momento que había elegido para descender de una de las bandejas altas de la cancha en la que se encontraba. “Es mucho más difícil de lo que pensaba”, reconoció durante el trayecto.

El descenso fue complicado, pero pronto se hizo la luz: mientras que los equipos regresaban al campo de juego, Michael encontró el modo de acercarse a su ídolo. “Ahí veo un lugar por el que puedo pasar. Sólo estoy esperando. Hay muchos guardias”.

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