Más de doscientos misioneros participan junto a los obispos misioneros del Congreso Eucarístico Nacional que se realiza en San Miguel de Tucumán. Un Congreso Eucarístico Nacional o Internacional, es siempre un evento multitudinario que combina grandes manifestaciones de fe con círculos más pequeños de reflexión.
El Cardenal Re durante la recepción oficial agradeció “de corazón al Señor intendente de San Miguel de Tucumán y al Señor Gobernador de la Provincia de Tucumán por las amables palabras que han querido dirigirme y por la entrega de las llaves de la Ciudad”.
Además destacó que “En el calor de las palabras y la extraordinaria cordialidad reservada a mi persona, percibo la acogida de los argentinos a Su Santidad el Papa Francisco que me ha enviado y que tengo el alto honor de representar. Él, con su ejemplo y enseñanza, está guiando a la Iglesia por las sendas del Evangelio, a través de una admirable entrega que tanto entusiasmo ha despertado en la Iglesia y en el mundo entero.
El Santo Padre está espiritualmente presente aquí con nosotros, hoy, en San Miguel de Tucumán. En cierto sentido sentimos firmemente su cercanía, porque bien conocemos su amor para con la Eucaristía y por Argentina. Y me ha encargado decir que él desde Roma va a seguir este Congreso.
El gran acontecimiento religioso del Congreso Eucarístico tiene lugar aquí en Tucumán, porque hace doscientos años esta Ciudad jugó un rol histórico a favor de la nación entera. El Congreso Eucarístico coincide con el Bicentenario de la Independencia de Argentina, aquí declarada por parte de loables hombres patrióticos, que amaban esta tierra. Ellos fueron también hombres de verdadera fe. Estos dos siglos han sido marcados en profundidad por la fe y los valores morales y espirituales: en Argentina el Evangelio ha sido la fuerza y la inspiración de la Patria.
En estos dos siglos de Independencia, las dificultades y los desafíos han sido muchos. Acontecieron épocas oscuras y dolorosas, con problemas y divisiones entre hermanos, páginas tristes y trágicas que han causado un profundo y amargo sufrimiento a muchos y cuyas heridas siguen todavía abiertas. Ahora, queridos amigos de Argentina, se necesita una verdadera reconciliación de los argentinos en la justicia, el perdón, la serenidad y la paz. Solamente el amor y la reconciliación que curan las heridas pueden conducirnos a todos hacia la meta de la justicia y el progreso pacífico. Al respecto, se siente la necesidad de fortalecer la cultura del diálogo, del encuentro -como dice Papa Francisco- en la solidaridad y la honestidad. Se necesita un compromiso común para un futuro próspero y digno para todos”.
Católicos de cada país intercambian experiencias, además de auscultar, muchas veces de modo espontáneo la realidad eclesial y social. Así, obispos, sacerdotes y jóvenes; teólogos, catequistas y diversos agentes de pastoral; religiosos seminaristas y laicos se entremezclan en diversas actividades y momentos celebrativos. Es sin duda una fuerte experiencia eclesial que marca “hitos” en la historia del país y de los ciudadanos, especialmente en países con un alto porcentaje de bautizados como el nuestro.
En palabras de los obispos: “El Congreso Eucarístico constituye la ocasión providencial para rehacer vínculos de fraternidad desde voluntades renovadas y purificadas por la conversión y la penitencia”. Una presencia de Cristo que produce cambios profundos en los corazones y en las conductas; una ocasión propicia para redescubrir la fe como fuente de Gracia que trae alegría y esperanza en la vida personal, familiar y social, de acuerdo a nuestro Papa Francisco.
La idea de los Congresos Eucarísticos nació en Francia, en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la intuición de una mujer, Emilia Tamisier, y bajo el papado de León XIII (1810 – 1903). Allí se celebró el 1º del Congreso Eucarístico Internacional.
Diez años más tarde, en 1891, se aprobó la celebración del 1 º Congreso Eucarístico Nacional Italiano junto a la publicación de la encíclica Rerum Novarum, la cual dio un impulso decisivo al compromiso de los católicos en la sociedad.
Eucaristía, es reconciliación, solidaridad y renovación; es el alimento cotidiano que fortalece la fe, alimenta la fraternidad y el compromiso con los más necesitados.
“La Eucaristía, es fuente y culmen de la vida cristiana, ella es el pan del peregrino que fortalece nuestra fe, sostiene la esperanza y anima la caridad”…Monseñor Arancedo.
“La Eucaristía es don y tarea, regalo y misión”, Monseñor Andrés Stanovnik OFMCap.
En el año 1916, año del centenario de nuestra independiencia, se iniciaron los Congresos Eucarísticos Nacionales. Italia, Francia, Brasil, Argentina y Peru, lideran en cantidad de los mismos.
Tan sólo en una oportunidad, Octubre de 1934, Buenos Aires fue sede del XXXII Congreso Eucarístico Internacional. Multitudes nunca vistas de creyentes argentinos se hicieron presentes, provocando el hecho de masas sin precedentes en nuestro país. Los actos centrales fueron alrededor del Monumento de los Españoles donde se levantó una inmensa cruz rodeada en días por más de un millón de personas (la octava parte de la población del país en esa época). País que gracias a la ley Avellaneda recibía porcentualmente oleadas de inmigrantes del mundo; en particular la provincia de Misiones que estaba por cumplir sus primeras cuatro décadas.
En este año del Bicentenario, el cardenal Giovanni Battista Re, delegado pontificio para el XI Congreso Eucarístico Nacional, destacó la importancia religiosa y eclesial que tendrán las jornadas eucarísticas con el lema: Jesucristo, Señor de la Historia, te necesitamos; es una “invitación a poner la Eucaristía en el centro de nuestra vida para empezar un nuevo período en la historia de la Argentina y un llamado para construir una sociedad más digna y justa para el hombre”. Monseñor Lozano, nos propone “ponernos la Patria al hombro”.
En los últimos tres años, el papa Francisco expresó tres grandes preocupaciones: “familia, injusticia ambiental e injusticia económica; con el mayor peligro para la humanidad, la destrucción de la familia”. Ancestrales y ricos países por décadas vienen “envejeciendo” demográficamente por motivos económicos, comodidad social o crisis matrimoniales debidas a la falta de interioridad.
Hace pocos días, Monseñor Juan Rubén Martínez aconsejó: “El diálogo y la convivencia social y política es una clave para que seriamente desde la necesaria diversidad de pensamiento, tengamos la capacidad de sentarnos a plantear temas que para los unos y los otros hacen al bien común, por encima de las pujas de poder”.
Reconciliación con oración y dialogo propone Monseñor Ñáñez; la oración y el diálogo, “restauran y reparan los desencuentros por no saber hablar o porque monologamos por turno, diciendo cada uno lo suyo, sin escuchar a los demás”.
“Un peligro mortal más grande que la bomba atómica y que el terrorismo se yergue sobre la humanidad entera porque algunas naciones optaron por el camino de la destrucción de la familia a través de las leyes. La Eucaristía se siembra dentro de la familia y germina en su interior. La familia es el lugar de la primera comunión, núcleo primario de la Iglesia y donde cada día se parte el pan; por eso, debe ser protegida, promovida y alimentada”, fueron las palabras del Cardenal Charles Maung Bo, Arzobispo de Yangon y legado pontificio al 51 Congreso Eucarístico Internacional celebrado en Enero de este año en Filipinas
Todas las semillas de desunión en nuestra vida y alrededor de nosotros pueden ser contrarrestadas por el poder unificante del cuerpo de Cristo. El Papa Benedicto XVI ha relacionado este proceso con una “fisión nuclear ocurrida en lo más íntimo del ser” que suscita una “cadena de transformaciones que poco a poco cambiarán el mundo”.
La familia es la base de la comunidad, y de acuerdo con Monseñor Maletti “La comunidad es el poder o la capacidad que las personas tienen de salir de sí mismas, no buscando su propio interés, sino entregándose incondicionalmente al servicio del otro”.
Francisco nos habla de un corazón que no privatiza los tiempos y espacios, que apunta hacia la interioridad, a las raíces más robustas de la vida, al núcleo de los afectos, en una palabra al centro de la persona y con un amor como el del buen pastor que no tiene límites, no se cansa ni nunca se rinde.
“En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día. No nos dejemos robar la esperanza, no permitamos que la banalicen con soluciones y propuestas inmediatas que obstruyen el camino, que « fragmentan » el tiempo, transformándolo en espacio. El tiempo es siempre superior al espacio. El espacio cristaliza los procesos; el tiempo, en cambio, proyecta hacia el futuro e impulsa a caminar con esperanza”. Lumen Fidei, 57.
Debemos acortar distancias, físicas o tecnológicas, indudablemente relativas, ya que las mismas hoy día no se miden por sistema métrico alguno, si por las redes sociales y por lazos de gestos.
El próximo Congreso Eucarístico Internacional será en Budapest en el año 2020, año en que se han comprometido los grandes países del mundo a disminuir su contaminación y consecuentemente la temperatura del planeta en dos grados.
La sociedad está cambiando a pasos acelerados, de ahora en mas, lo único constante es el cambio.
A los jóvenes, la música, los inspira, genera actitudes y relaciona con el pasado desarrollando emociones; ellos siempre tendrán la responsabilidad de ser “compositores” del futuro escuchando a los experimentados.
“El pasado no fue mejor, fue distinto”, fueron palabras del Rector mayor SDB Ángel Fernández Artime en los festejos del Bicentenario del nacimiento de Don Bosco el pasado año. Recemos por el Papa Francisco.
Colaboración de Gabriel Alsó, Ex Alumno Salesiano