Cierran la investigación del caso de la mujer que habría ordenado la ejecución de su marido en El Soberbio

En los próximos días, el fiscal de Instrucción de San Vicente, Andrés Cáceres, pedirá la elevación a juicio de la causa por el asesinato de Ángel Altísimo (44), un hombre de El Soberbio ejecutado a balazos. Los sospechosos por el crimen son la viuda, Claudia Rosa Pereyra Da Costa (40), y el presunto amante de esta, “Lobi” Ferreira. Ambos se hallan imputados del delito de “homicidio calificado”, por lo que de ser podrían recibir la prisión perpetua.
Para el juez interviniente, el subrogante Horacio Alarcón, la instrucción está agotada. Cáceres se expediría la semana que viene. Entonces, los defensores de los imputados tendrán la posibilidad de apelar el eventual pedido de elevación a debate.
En abril, la Cámara de Apelaciones en lo Penal y Correccional, con los votos de los jueces José Alberto López y José Jacobo Mass, rechazó la apelación a la prisión preventiva de los sospechosos. El argumento fue la gravedad del delito endilgado y el riesgo de fuga. En el caso de la mujer, se tuvo en cuenta que estuvo en la clandestinidad durante meses. La detuvieron en octubre de 2015 en Luján, provincia de Buenos Aires.
El hecho sucedió la noche del 21 de junio de 2013. Altísimo recibió tres balazos en el tórax. Ese sábado, estaba en su chacra del paraje Campín Largo, cuando lo atacaron. Murió días después en el Samic de Oberá.
El expediente consta de un relato autoincriminatorio de Pereyra Da Costa, en la que admite haber contratado a sicarios para que eliminaran a su marido. Y luego un testimonio de la misma mujer en el que se desdice.
Se cree que Ferreira era amante de la mujer y que ambos tramaron el homicidio.
El día siguiente del ataque a balazos, la Policía inspeccionaba la escena del hecho, cuando una de las hijas de Altísimo, de 20 años, se acercó y confesó que horas después de los disparos, su madre la había convocado para que limpiara el sitio exacto donde su padre había sido acribillado. Para los detectives quedó en claro que la pareja del chacarero quería borrar evidencia. Y consolidaron todavía más esta idea cuando la chica les entregó un revólver calibre 38 “Amadeo Rossi”, apuntada como el arma homicida y supuestamente escondida por su madre.
Los uniformados también hallaron en un cenicero vainas servidas del mismo calibre. Todo dejaba entrever que Pereyra Da Costa había participado activamente en el atentado.
El arma homicida había desaparecido de la casa de los Altísimo en Semana Santa de 2013, junto con 14 mil reales. Sólo Ángel y su mujer sabían que ese dinero estaba en la vivienda.
Testigos que declararon en la causa indicaron que en una ocasión Pereyra Da Costa amenazó de muerte a su marido durante una discusión. Y una pericia de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial detectó llamadas entre ella y uno de los supuestos sicarios.
Si el expediente, como se cree, finalmente llega a juicio, será el Tribunal Penal de Oberá el que decida la suerte de la mujer y de su presunto amante.

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