Reflexión dominical de Monseñor Juan Martínez Obispo de Posadas

En este domingo celebramos a la Santísima Trinidad. Si hay algo esencial de nuestra fe como cristianos es creer que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Creemos en la Trinidad por la revelación que Jesucristo, el Señor, realizó y que leemos en los textos de la Palabra de Dios. El texto bíblico de este domingo (Jn. 16, 12-15), nos ayuda a profundizar la revelación Trinitaria hecha por Jesucristo del Padre y del Espíritu Santo: “Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes”.

Es importante que comprendamos la significación que tiene para nuestra vida esta verdad que confesamos los cristianos. Nuestra época va relativizando todo y a veces hasta lo revelado por Jesucristo. Algunos dirán que reflexionar sobre esto de la Trinidad no tiene ninguna importancia e implicancia en la realidad, y sin embargo la confesión en el Dios Uno y Trino no es accidental a la fe y tiene consecuencias espirituales, y hasta en la manera de vivir, de concebir el mundo y a nuestra Patria. En estos días en que celebraremos el 25 de mayo, quiero señalar algunas expresiones en este domingo de la Trinidad del documento del episcopado argentino “Navega mar adentro” sobre “la comunión de la Trinidad, fundamento de nuestra convivencia social”.

La celebración del bicentenario y nuestra Fiesta Patria puede ser una oportunidad para mejorar la calidad de vida ciudadana e institucional, o transcurrirá “solo” con algunos fogoneos y chispazos de fiestas, sin significación para este deseo de los argentinos que “queremos ser Nación”. El Diálogo y la convivencia social y política es una clave para que seriamente desde la necesaria diversidad de pensamiento, tengamos la capacidad de sentarnos a plantear temas que para los unos y los otros hacen al bien común, por encima de las pujas de poder. El congreso Eucarístico que celebraremos en junio próximo en Tucumán será una oportunidad para que teniendo a Dios en nuestros corazones y en la adoración eucarística renovemos nuestro compromiso de salir de la mezquindad y apostemos a trabajar por nuestra Patria. La diversidad que enriquece, no puede ser una lucha irracional, desinteresada de la búsqueda de la verdad y alimentada solo por la ambición y el egoísmo. Celebrar el bicentenario puede ser una oportunidad para ganar en magnanimidad y grandeza para acordar en temas “ejes”, que hagan al bien común. Lamentablemente transcurrieron los años de la celebración del bicentenario y la magnanimidad y el diálogo sigue siendo una necesidad y un reclamo a los argentinos.
“Navega mar adentro” nos señala al respecto: “El existir con otros y el vivir juntos, no es el fruto de una desgracia a la que haya que resignarse, ni un hecho accidental que se deba soportar; ni siquiera se trata de una mera estrategia para sobrevivir. Toda la vida en sociedad tiene para las personas un fundamento más hondo. Dios mismo. La Santísima Trinidad es fuente, modelo y fin de toda forma de comunicación humana. A partir de la comunión trinitaria hemos de recrear los vínculos de toda comunidad: a nivel familiar, vecinal, provincial, nacional e internacional. En el diálogo y en el intercambio libre de dones, animado por el amor, se construye el nosotros “de la comunión solidaria” (65).

Resulta asombroso ver como por un lado crece la búsqueda de la valoración de los derechos humanos. Instituciones, organismos, medios de comunicación, acentúan los derechos de las personas y en la realidad muchas veces nos encontramos con actitudes individuales o sectoriales que se desinteresan gravemente por la situación de las personas, de la familia, de su dignidad, de la misma valoración de “la vida humana”, del olvido de la Justicia y la verdad. Hasta parece utópico hablar de “recrear vínculos de convivencia social”, y ni hablar de considerarlo desde “la dimensión trinitaria”, aún cuando casi todos los actores sociales se denominan cristianos. En realidad es importante advertir que “lo utópico” es creer que podemos mejorar y progresar fundamentados “solamente” en estrategias sectoriales, omitiendo la cuestión ética y el bien común.

Al celebrar este domingo a la Trinidad, la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, le pedimos por nuestra Patria, para que podamos ser Nación

¡Les Envío un saludo cercano y hasta el próximo domingo!! Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas

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