De la oveja al pullover: cómo se hace lana en Misiones

La producción creció de la mano de la cría de ovejas para la obtención de carne. En Fachinal se elaboran hilados en rueca y predas tejidas y el Profundidad, paños de fieltro con los que se confeccionan pantuflas, accesorios, adornos y muñecos.

De los campos del sur de Misiones se obtienen anualmente unos 12 mil kilos de lana producto de la esquila de alrededor de 4 mil ovejas que se crían para abastecer de carne a la región. La lana sucia se deposita en el taller del proyecto Lanas de Misiones, en Profundidad, y cuando se acumula la cantidad suficiente para llenar un camión, se la envía a Curuzú Cuatiá, Corrientes, de donde vuelve lavada y lista para ser usada.

La idea de los impulsores del proyecto es que ese proceso de lavado se haga en Misiones y para ello ya mandaron a fabricar máquinas que fueron diseñadas por estudiantes de la carrera de Diseño Industrial de UNaM.

La lana limpia puede teñirse o ser usada en su color natural y tiene dos aplicaciones: el hilado en ruecas, proceso que se realiza artesanalmente en Fachinal o la fabricación de paños de fieltro, que se logran mojando y compactando el material hasta lograr un género firme que puede ser liso o tener incrustaciones.

Del hilado se obtiene una lana gruesa e irregular con la que se confeccionan prendas de abrigo. Este material se tiñe con productos naturales en tonalidades suaves.

Con los paños de fieltro pueden confeccionarse alfombras, caminos de mesa, posa fuentes o productos más elaborados, como pantuflas, adornos e incluso muñecos de animales.

Rosa Da Silva, encargada del taller de Profundidad, explicó que para lograr paños firmes que no se desarman, se extiende la lana en una mesa de trabajo, entre dos láminas de material plástico tipo polietileno, se la moja con una regadera y luego se la enrosca alrededor de un tubo. Luego ese tubo se coloca entre dos rodillos que lo aprisionan y giran asistidos por un motor. Ese proceso se repite varias veces, la última vez se agrega jabón al agua de la regadera, y se obtiene un material compacto.

Ese paño se entrega a las artesanas que le dan la forma definitiva. Una de las trabajadoras de esa área es Alcira Núñez, dueña de la rara habilidad de convertir esos vellones en muñecos que representan a animales de la selva misionera.

“Había aprendido a hacer muñecos de peluche y me enteré que estaban produciendo lana acá. Me interesó, quería ver si podía hacer animalitos con ese material, el primero que se me ocurrió hacer fue el tatú y salió relindo, después me puse a hacer moldes y ahora tengo muchos diseños”, relató.

Alcira Núñez se mostró muy conforme con la demanda que tienen sus productos y aseguró que sus ventas superan a su capacidad de trabajo, por lo que está buscando a alguien que la ayude.

Aseguró que el proyecto significó un cambio en su vida, primero le permitió una fuente de ingreso extra a su trabajo de maestra auxiliar de jardín de infantes, pero rápidamente la demanda fue tal que dejó su labor docente para dedicarse por completo a las artesanías. “Hoy es algo que me genera ingresos que me alcanzan para vivir, tengo muchos pedidos, me ingresa plata todos los meses”, dijo.

Otra de las artesanas de Profundidad es Paola Domínguez, costurera que se especializó en la confección de pantuflas con paños de fieltro. “Hoy tengo que hacer siete pares de pantuflas. Es una entrada de dinero importante que tengo para la casa, es importante para mi familia”, resumió.

JRC EP

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