Pastori insiste en que «prohibir los despidos no tiene sentido en un mundo en donde las cosas cambian muy rápidamente»

El diputado de la alianza Cambiemos, Luis Pastori, insistió en que «prohibir los despidos no tiene sentido» y aseguró que la incertidumbre económica se debe a la herencia recibida.

En una columna de opinión, el legislador radical señaló que «en la adolescencia uno cree que puede modelar el mundo a su antojo. Y está bien emprender esas quijotadas ya que nos permiten conocer los límites de lo posible. Conocemos el mundo por lo que podemos y lo que no podemos hacer. Sin embargo, parece que los argentinos ya adultos, somos propensos a creer en las soluciones mágicas. Muchos creen que se puede modificar el mundo a su antojo y sin costos, o que la sola voluntad basta para que las cosas sucedan».

«Este período que nos toca vivir es el del arreglo de las mentiras y costos evitados durante mucho tiempo. Hemos visto a todo un gobierno ignorando la inflación que no se atacó; hemos tenido una crisis energética que se negó así como obras públicas paradas durante casi un año para financiar una campaña y tantos otros despropósitos», apuntó.

«En los temas económicos, si hay algo que no se puede evitar, es el pagar los costos de cada medida que se toma. Esta vez toma la forma de una propuesta para que no haya despidos. Prohibir los despidos no tiene sentido en un mundo en donde las cosas cambian muy rápidamente. La economía crea y destruye empleos todos los días por distintas razones. Lo importante es que la entrada sea sustancialmente mayor que la salida. Pretender que el empresario es un ser desalmado que va a priorizar despedir empleados, es una mirada demasiado sesgada de la realidad», defendió.

«Muchas empresas, pequeñas, medianas y grandes, tienen crédito tomado, lo que hace que su prioridad sea el repago de los créditos (con proveedores, con bancos, con el fisco, etc.). Ningún empresario achica su empresa por gusto: lo hace por necesidad. Nadie echa trabajadores que entrenó y le merecen confianza así porque sí. Mucho más aún si hablamos de las Pymes, donde despedir puede significar el cierre de la empresa», resaltó.

«Más allá de los casos particulares, está claro que lo normal es que el último en entrar es el primero en salir, porque es el más fácil de remplazar y porque al tener menos antigüedad es el más barato para despedir. Y esos puestos más reemplazables hacen de válvula de ajuste en tiempos complejos. El problema de los circuitos sin válvulas de escape es que juntan presión hasta que estallan. En la analogía con la empresa, sería que ésta quiebre. Una micro empresa (un almacén, por ejemplo) que no pueda despedir al único empleado que tiene, hace que la empresa se funda y cierre porque igual no puede pagarle el sueldo. En ese contexto, es más difícil que los puestos de trabajo que se crean sean en blanco. Estas normas que aparentan defender al trabajador son las mismas que impiden crear puestos de trabajo de calidad porque los empresarios saben que no podrán despedir trabajadores, por lo que se retrasarán las contrataciones hasta que sean inevitables. Y cuando lo sean, se tomarán trabajadores en negro», reconoció.

«Sostengo que en lugar de prohibir habría que pedir explicaciones y dar oportunidades a la empresa y no medir a todos con la misma vara, porque no es lo mismo una gran multinacional que una microempresa. No es lo mismo una empresa en un sector en crisis que una empresa con ventas constantes. No da lo mismo que los despidos sean por una baja concreta y verificable en la actividad a que un gerente decida reducir personal como única respuesta. Para evitar los abusos, el Ministerio de Trabajo debería verificar previamente que los despidos sean por causas justificables y que no sean la única medida para salvar la empresa, agotando todas las instancias y utilizando todas las herramientas de que se disponen para evitar los mismos. Hace casi cinco años que en la Argentina no se crean puestos de trabajo por encima de los que se pierden. Esta meseta hace que hoy existan más de once millones de personas con distintos problemas laborales. Para que se entienda, la población laboral crece el 1,2% por año pero al mismo tiempo el número de trabajadores registrados aumenta sólo un 0,6%. La solución pasa por medidas inteligentes que alienten la creación de trabajo, como por ejemplo el proyecto de ley del Primer Empleo enviado por el Poder Ejecutivo, y no en el voluntarismo de creer que con una ley que prohíba despidos daremos un desenlace feliz a tantos años de políticas equivocadas», culminó.

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