Crimen de Araceli: Vinader evitó ser fotografiado y tuvo un comportamiento marcial ante los jueces

Walter Vinader evitó que los medios de comunicación registraran su imagen cuando ingresaba esposado al recinto donde comenzó a ser juzgado por el crimen de la joven misionera Araceli Ramos (19) y la desaparición de una anciana.
Vestido con jean azul, zapatillas deportivas, un sweater claro con rayas horizontales y una campera beige, Vinader ingresó al recinto sólo una vez que los magistrados le ordenaron salir a la decena de camarógrafos y fotógrafos de distintos medios de comunicación que esperaban para tomar su imagen.
El imputado se sentó detrás de la defensora oficial Marí­a Fabiana Natiello, con un cuaderno y hojas previamente marcadas con resaltadores de colores, tomando notas de cuanto ocurrí­a en el debate.
Sólo habló públicamente en una oportunidad, cuando los jueces le pidieron que confirmara una serie de datos personales: quizás por automatización tras sus años como miembro de la Prefectura Naval Argentina, Vinader se irguió con firmeza, respondió a cada pregunta con la fórmula «sí­, señor» o incluso «afirmativo, señor» en lugar de un simple «sí­».
Criselda González, la mamá de Araceli, declaró el martes como testigo al comenzar el juicio que los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de San Martín, Mónica De Benedetto, Julio César Di Georgio y Marcelo José Machado, le siguen a Vinader (40) por el homicidio de Araceli (19) y la desaparición de Aída Amoroso (81), madre de un amigo fallecido, en cuya casa se cree que ocurrió el crimen.
El debate comenzó con casi dos horas retraso en la sala del entrepiso del edificio de Tribunales de San Martín, ubicado en Ricardo Balbín 1753, de esa localidad del noroeste del Gran Buenos Aires.
González, quien se constituyó como particular damnificado en el juicio y estuvo asesorada por los abogados Christian Poletti, Ana Laura Palmucci y Víctor Varone, fue la primera persona llamada como testigo.
Consultada por el fiscal del juicio, Ernesto Farber, Criselda recordó cómo la mañana del 30 de septiembre de 2013 su hija le contó que tenía una entrevista laboral «para secretaria», con la que esperaba juntar algo de plata para su fiesta de egresados y para irse de vacaciones con su novio en el siguiente verano.
«Me dice que tenía una entrevista de trabajo, le dije que me dejara la dirección adonde iba y que tratara de volver antes de que oscurezca», dijo la mujer y agregó que su hija le dejó escrito el destino, una casa situada en Puán 3754 de Caseros, «en dos papelitos».
Hacia la mencionada dirección se dirigió cerca de las 19.30 de ese día, preocupada porque su hija no había regresado y tenía el teléfono apagado, aunque allí nadie le contestó y comenzó su recorrida por comisarías, hospitales y medios de comunicación.
La búsqueda finalizó 11 días después cuando el cuerpo de Araceli fue hallado en un descampado de La Matanza, con signos de estrangulación y golpes.
Durante la investigación, los pesquisas determinaron que Araceli se había comunicado 25 veces con Vinader, por lo que éste se convirtió en el principal sospechoso y fue detenido.
Luego, su empleador aportó un bolso que contenía una tarjeta de memoria en la que estaba grabado un video en el que la chica daba datos del asesinato de una mujer.
«Estaba nerviosa, con mucho miedo. En el video se nota que estaba muy nerviosa porque se tocaba el pelo. Se ve que estuvo llorando, por sus ojitos y por su nariz», dijo entre lágrimas Criselda, sobre la grabación en la que se cree que Vinader la forzó a involucrar a su ex mujer y a dos policías por el crimen de la prostituta Verónica Celeste Fernández (32), cometido un año antes en Vicente López.
La madre de la víctima también afirmó que Araceli «jamás» le había hecho referencia sobre las personas o las situaciones de las que hablaba en el video.
Igual se expresó el segundo testigo, Federico Shaieb, novio de la joven, quien afirmó que se notaba que ella «estaba muy nerviosa» en las imágenes, porque en esas situaciones «se llevaba las manos a la cara y se tocaba el pelo», y que «por la mirada» la notaba «asustada».
El último testigo fue Miguel Amoroso, hermano de Aída, dueña de la casa de Caseros en la que Araceli fue citada el día en que se la vio por última vez.
Dijo que si bien no mantenía una relación asidua con su hermana la vio un mes antes del crimen de Araceli cuando murió su sobrino, Emilio Rezzónico.
Según Amoroso, en la casa de la calle Puán le presentaron a un «señor Walter (Vinader)», un supuesto amigo de Emilio a quien Aída «le tenia mucha confianza y se encargó de todo, de la funeraria, de cremar el cuerpo».
Amoroso relató que semanas después no pudo contactarse más con su hermana y fue hasta su casa para golpearle la puerta, que nadie no lo atendió, que nadie sabía nada de ella y que un pariente le dijo que Vinader «seguía yendo» al lugar.
Para el fiscal que instruyó la causa, Enrique Velasco Cerviño, el crimen de Araceli fue un plan perpetrado por Vinader para vengarse de su ex mujer y de unos policías que lo detuvieron en la localidad bonaerense de Suipacha, en el norte de la provincia de Buenos Aires.
Esto ocurrió en el marco de una causa por extorsión por la que fue condenado y estuvo preso hasta que obtuvo la libertad en 2011, lo cual derivó en su exoneración de la Prefectura.
Vinader quedó involucrado en el crimen de Araceli no sólo las comunicaciones sino porque se hallaron sus huellas dactilares en la casa de la calle Puán y una foto de Araceli en su netbook.
La investigación en torno a esa casa le hizo descubrir a los investigadores que de la dueña, Amoroso, nada se sabía desde mediados de septiembre de 2013 y que allí solía ir Vinader, quien así se transformó en sospechoso de haberla hecho desaparecer para quedarse la vivienda.

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