La paradoja de la Lebac

Pequeño dilema el que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri por estos días. El stock de Letras del Banco Central (LEBAC) ha crecido nada menos que $180.000 millones en menos de 5 meses, y si bien para muchos puede ser solamente un número más de nuestra bendita economía, el mismo ya representa 7 de cada 10 pesos de la base monetaria y ya equivale al 40% de los depósitos del sistema bancario.

 

Y se llega a esto producto de una política monetaria contractiva o de dominancia monetaria que el Banco Central, de la mano de su presidente Federico Sturzenegger, viene llevando desde el 10 de diciembre último con la firme intención de provocar un descenso en los niveles de inflación además de buscar fortalecer el poder adquisitivo del peso. Pero el problema real no radica en la LEBAC sino en la emisión monetaria que realiza el Banco Central toda vez que debe asistir al Tesoro para financiar el déficit, además de lograr la dura tarea de impedir que por emitir esos pesos, los precios no se disparen y encima la gente corra al dólar.

 

Y cuando hablamos de paradoja, sucede que por un lado gracias a esa aspiradora de pesos (esterilización) que puso a trabajar la entidad monetaria, se logró bajar en tan sólo 4 meses la tasa de crecimiento de la base monetaria que por ese entonces era del 50% anual hasta el 25% al que crece hoy, lo cual es cierto ayuda a encuadrar un esquema de precios en el mediano plazo.

 

Para que no parezca chino básico, pensemos que si la economía en 2015 creció apenas un 2% y la cantidad de dinero un 35% o un 40%, la diferencia puso a los mismos bienes de la economía con precios más caros porque el valor del dinero se deprecia. Sin embargo, al Banco Central cada vez le cuesta más renovar esos vencimientos de LEBAC, donde el 60% de ese stock vence mes a mes, y únicamente lo logra si convalida tasas elevadas lo cual marca una referencia en el mercado y le asesta un duro golpe a la actividad económica además de incrementar la deuda del BCRA (lo que solemos escuchar como déficit cuasi fiscal).

 

Pensemos que si para una LEBAC a 35 días el BCRA paga un 38% anual, ¿Cuál es entonces el costo del dinero a la hora de solicitar un crédito sea personal, prendario, etc.?

 

Y peor aún ¿Cuál es la motivación de un empresario de poner a trabajar el dinero en algún tipo de inversión que motorice la actividad, o que incita a un asalariado a consumir si el beneficio por dejar el dinero parado es mucho mayor?

 

Si para que la economía crezca, lo tiene que hacer mediante inversión, consumo, gasto o comercio exterior, con los sabidos problemas de Brasil que repercuten en nuestra balanza comercial, hoy la economía real que está más fría que nuestro clima, se encarga del resto de las variables.

 

En conclusión, si bien las discusiones se mantienen todavía hoy puertas adentro, los cortocircuitos no tardaran en llegar entre el BCRA y el Ministerio de Economía, ya que Alfonso Pratt-Gay presiona por un inmediato recorte de tasas a pesar de que el BCRA se comprometió a seguir con esta política monetaria contractiva hasta tanto la inflación no muestre retrocesos reales.

 

El problema es que mientras tanto, la economía sufre cada vez más y la inflación difícilmente muestre señales de descenso antes de julio o agosto.

 

 

Por otro lado, también Pratt-Gay anunció que el Tesoro recibirá giros de utilidades (ayuda financiera) del BCRA por un total de $160.000 millones a lo largo del año y la consecuencia de esta vía de financiamiento ya la conocemos: las transferencias de dinero del BCRA al Tesoro se inyectan en el mercado mediante gasto público y, de esta forma, se produce una expansión de la base monetaria que es justamente lo que intenta impedir Sturzenegger. Una paradoja de la que por el momento, es difícil de resolver, al menos a bajo costo.

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