No es un domingo cualquiera

No será un domingo cualquiera. Después de varios años de celebrar derechos y conquistas alcanzadas, el domingo del día del Trabajador encontrará a miles de argentinos preocupados por su empleo y por la pérdida del valor de su esfuerzo.

Durante todo el año pasado el gremialismo se mostraba amenazante por el impuesto a las Ganancias. El viernes se dio un hecho inédito: todas las centrales obreras se unieron en un solo grito para frenar los despidos y para exigir algún plan antiinflacionario que deje de erosionar el bolsillo de los que menos tienen. Hoy, lo reconocen los propios gremialistas que hicieron campaña por el cambio, pagan Ganancias más trabajadores que el año pasado. Pelear hoy por la alícuota del Impuesto sería procaz.

Ante este escenario, el gobierno de Mauricio Macri mantiene una estrategia discursiva similar a la campaña electoral. Minimiza los problemas y maximiza los enunciados que buscan convencer (se) de que no existen o son mucho menos graves que lo que se plantea desde fuera del círculo PRO.

La práctica le sirve como estrategia comunicacional, pero de a poco va esmerilando la credibilidad y achica el crédito que todavía mantiene abierto el Presidente como opción de cambio después de doce años de kirchnerismo.

Sin embargo, si todo estuviera bien, no habría 350 mil trabajadores protestando en la calle ni sus dirigentes hubieran dejado de lado las diferencias. Ahora no los une el amor, sino la urgencia del conflicto social.

Hugo Moyano fue uno de los que abiertamente hizo campaña con Macri. Hoy lanza duras amenazas al Gobierno por su insensibilidad social y el flagelo de los despidos.

En la lógica política, el doble juego no es una contradicción. Con el Gobierno anterior, Moyano había perdido centralidad con las bases seducidas por conquistas y derechos al alcance de la mano. Peleaba por Ganancias. Hoy, ante la ola de despidos, lidera la protesta o se verá desbordado. Es más fácil ser opositor de un Gobierno con políticas restrictivas y de ajuste para los sectores asalariados.

El enojo de los trabajadores tiene que ver con una matriz que el Gobierno exhibe sin pudor. Desde que asumió, la mayoría de las medidas inclinaron la balanza hacia los sectores más concentrados y poderosos de la economía. Devaluación, quita de retenciones a algunos productos agroexportables, eliminación de retenciones a las mineras, pago a los fondos Buitre y despidos. De a miles. Entre grasa militante y ñoquis, la forma despectiva con la que se denomina a los empleados públicos, trabajadores de segunda categoría.

Lo peor es que “no tienen un plan para cambiar, que no sea que el pueblo siga pagando la crisis”, denunció Pablo Micheli, de la CTA, durante el acto del viernes, en el que estuvieron ausentes únicamente dos “gordos” que están cómodos al calor del poder: el Momo Venegas y Luis Barrionuevo.

 

cuatroabrazo-6u0hivq46ri0

 

 

Hugo Yasky fue más dramático y pidió “no volver a ver en las escuelas a chicos pidiendo un plato de comida o jubilados pidiendo para llegar a fin de mes”.

Nadie desconocía quien era Macri. El gremialismo tampoco, aunque previamente dieran señales ambiguas. Ahora Moyano es tajante: «Al que se ponga en contra de los trabajadores lo vamos a enfrentar», amenaza anticipándose al posible veto del Presidente de la ley antidespidos. Para Macri, esa ley sería la madre de todos los males y atentaría contra la generación de empleo. No se entiende cómo ayudan los despidos a la creación de empleos. «Si el Presidente veta la ley los puestos de trabajo se defienden en la calle», adelantó Caló, el de la CGT «kirchnerista».

El Presidente y sus funcionarios sin embargo, parecen blindados a las señales críticas que envía la sociedad. Niegan los despidos y los problemas de empleo y aseguran que el segundo semestre será la escala temporal que marcará el inicio de los beneficios de las políticas aplicadas hasta ahora. El segundo semestre.

El consultor Ricardo Rouvier, durante su paso por Posadas, advirtió que ese “segundo semestre” es un umbral que puede convertirse en un boomerang para Macri si no hay logros a la vista. “Esta construyendo un imaginario alrededor del segundo semestre. Desde la comunicación está bien, pero el emisor asume un compromiso. Esto que puede ser bueno porque le da expectativas a la gente, puede ser un tiro por la culata. Todos vamos a esperar que junio, julio, agosto, mejore”. El problema es que junio está a la vuelta de la esquina y se convierte ya en el “segundo semestre”. Poco tiempo para la magia.

El Gobierno no solo parece desconocer el ruido de la calle, sino que los niega con sus propios datos, basados en la “confianza”, ya que no hay estadísticas oficiales desde diciembre. Según un informe del ministerio de Trabajo, no sólo no aumentó la desocupación, sino que se crearon 28.572  mil puestos de trabajo durante la gestión Macri.

 

“Existen actividades económicas que están en conflicto por distintos factores, pero la situación definitivamente no es generalizada. Estás bajas se dan en gran medida por la pérdida de puestos de trabajo en el sector de la construcción, por falta de pago de la obra pública de agosto de 2015”, señalaron desde el Gobierno nacional. El informe oficial, convenientemente, no dice nada sobre el empleo público. Pero también contrasta con los datos oficiales de noviembre pasado, cuando se registraban 6.581.447 empleos. Hoy hay solo 6.240.416 según reconoce el propio ministro de Trabajo, Jorge Triaca.

Consultoras privadas advierten que hubo 141.542 despidos entre el sector público y privado entre enero y marzo. Pero ajeno a toda señal, hay funcionarios que insisten con la muletilla: “La gente ya esta siendo mucho más feliz, lo dice el mercado”, dijo Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central. Antes el mercado medía el riesgo país. Ahora, mediante la revolución de la alegría, la felicidad de los argentinos.

Pero en paralelo, la consultora FIEL, a la que no se puede acusar de heterodoxa, advierte que la industria se contrajo 0,4 por ciento en el primer trimestre. La Came agrega que la producción de las Pymes industriales también se desplomó.

La creación de empleo no es mágica. Si la demanda cae, lo más probable es que se restrinja aún más la creación de empleo. Si en paralelo se reiteran los tarifazos, como el nuevo incremento de los combustibles que se percibirá hoy en los surtidores, la suba de los precios seguirá oprimiendo al bolsillo y restando dinero al consumo.

El combustible tendrá hoy un diez por ciento de aumento, acumulando 30 por ciento desde que asumió Macri. La nafta estará más cara que en Brasil. Esa suba se traslada a todos los costos, especialmente al del transporte y las mercaderías que deben recorrer largas distancias como para llegar a Misiones.

En ese contexto, el gobernador Hugo Passalacqua dará hoy su primer discurso en la apertura de las Sesiones Ordinarias de la Cámara de Diputados.

Será, como el momento, austero, en el que priorizará un mensaje político de unidad bajo la lanza de Andresito Guacurarí.

Aunque los detalles fueron guardados bajo siete llaves por los más fieles funcionarios, se sabe que Passalacqua hará foco en la inserción de Misiones en el contexto nacional y en mantener la “identidad” ante las presiones que emanan del Gobierno nacional por encolumnarse en sus políticas.

“Nosotros no despedimos a nadie. Misiones conserva el trabajo y Passalacqua tiene obsesión por cada puesto. Hoy sostener el empleo es revolucionario”, definió un funcionario cercano al Gobernador.

Más allá de los obvios repasos, los ejes serán la «cercanía y misionerismo».

Habrá algunas líneas dirigidas a los productores agrarios y un énfasis en el apoyo a la industria como paradigma novedoso en la agenda política. También, como ya anticipó este diario, pistas sobre la puesta en marcha de la caja Fomento con la que se pretende alimentar la actividad productiva. Otro dato que se filtró es que se mantendrá el esquema impositivo que sostiene la Renovación como uno de sus pilares.

Esa identidad a la que hará referencia Passalacqua tiene que ver con una sutil diferencia en la forma de asumir los conflictos. En Misiones el Estado mantiene un rol de rector en la economía y no duda en intervenir cuando se hace necesario equilibrar la balanza en beneficio de los más necesitados.

El mejor ejemplo es la situación de la yerba mate. Durante años el Gobierno empujó el precio de la yerba hacia arriba, sabiendo que de ese modo se mejoraba la calidad de vida de miles de productores y el dinero quedaba dentro de la Provincia. Esa fue la respuesta a la última gran protesta yerbatera que parió al Instituto Nacional de la Yerba Mate, un organismo que hasta ahora jugó siempre a la “neutralidad” en la que ganan siempre los más poderosos. Ante la indefinición del precio de la materia prima, la decisión quedó nuevamente en manos del ministerio de Agricultura de la Nación. Como en la época de Guillermo Moreno, la respuesta fue el laudo por debajo de los costos estimados por el propio Inym. De este modo, no se dispara el precio en las góndolas de los supermercados, donde queda concentrada la mayor porción de la ganancia yerbatera.

Pero en los tiempos de Moreno, el Estado siempre estaba presente a través de subsidios o incentivos destinados al pequeño productor. Ahora la respuesta fue tajante del ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, que dejó atónitos a los productores que fueron a verlo: “El laudo no se toca”, dijo el funcionario macrista al mismo tiempo que pidió “equilibrio” y levantar los cortes de ruta.

Los productores se vinieron con las manos vacías y la sensación de haber sido “ninguneados”. En la comitiva había varios que apostaron por el “cambio”.

La ausencia del Estado es clave en el equilibrio de la balanza. Los productores están recibiendo cheques a más de 300 días y no por montos millonarios, sino por dos mil o tres mil pesos. Si el Estado no interviene, en ese tiempo, se fundirán las chacras. Pero el Estado nacional no solo no aparece, sino que alienta prácticas abusivas aplicando elevadas tasas de interés para los créditos y especulaciones financieras. Hoy es mejor poner el dinero a plazo fijo que pagar al día el precio fijado. En el discurso, las economías regionales son la prioridad. En la práctica, con el Gobierno nacional haciéndose el desentendido, el producto madre de Misiones, fue dejado casi a la buena de Dios. 

La Provincia seguirá intentando proteger a los eslabones más débiles de la cadena productiva. Pero indefectiblemente necesita la asistencia de Nación. Se pretende crear un fondo que garantice recursos a los pequeños secaderos para que sean éstos los que paguen el precio oficial y obliguen a los grandes industriales –locales y de provincias vecinas- a cumplir para acceder a la materia prima.

Hay otros ejemplos que quizás no salen a la luz. El tarifazo eléctrico nacional se trasladó a los usuarios locales con abultadas facturas que asustaron a más de uno y obligaron a los empresarios a replantearse su nivel de producción y empleo. Hace pocos días un aserradero de Jardín América estuvo al borde de cerrar y más de 60 trabajadores podían quedar en la calle. A través de intensas gestiones, el Gobierno intervino, refinanció la deuda y otorgó una ayuda especial destinada a los obreros. Cada puesto vale oro en este contexto. La sensibilidad social marca la diferencia.

Ese mensaje es el que bajará destinado a los intendentes. En los últimos días hubo algunas reuniones en las que se les dejó claro que no es momento para reclamos presupuestarios ni de obras faraónicas. Lo justo y necesario. La coparticipación está creciendo apenas al ritmo de la inflación y no sobran billetes como en tiempos anteriores. El problema es que los alcaldes estaban acostumbrados a elegir obras y recibir maquinarias casi gratuitas. Ahora es tiempo de ajustarse los cinturones y concentrarse en realizar buenas gestiones locales.

“Deben concentrarse en sus gestiones. El Gobernador debe pensar en los grandes problemas. Estamos reclamando un fondo compensador para Misiones. Si sale, podremos tener mejores recursos para mejorar coparticipación y hacer obras, pero así como estamos, hay que cuidarse”, explicó un funcionario del gabinete.

La esperanza, claro, es lo último que se pierde. Pero hasta ahora el Gobierno nacional ha mostrado poca sensibilidad hacia las necesidades, especialmente las del interior. Las medidas concretas que ha tomado, beneficiaron al sector agroexportador, bancos, mineras o Fondos Buitre. Para las provincias en cambio, hubo retaceo de fondos.

El presidente Mauricio Macri pasó varios días de la semana realizando anuncios. Pero en el aire queda la sensación de que se trata de enunciados que no se trasladan a la realidad. No se ven ni se aprecia que sean visibles en el corto plazo.

El martes reunió a empresarios turísticos de todo el país y varios fueron desde Misiones para plantearle la situación del sector y reclamar algunas medidas. Después, Macri presentó el Plan de Turismo, con el que pretende crear 300 mil puestos de trabajo. Pero para los conocedores de la actividad, se trató de una colección de buenos deseos sin ninguna medida práctica. Incluso, pareció exagerado cuando prometió que en el futuro parque nacional de los Esteros del Iberá “se van a generar 200.000 puestos de trabajo”.
“Estamos hablando de toda gente local que conoce el parque como la palma de su mano y que se va a transformar en guía o las mujeres que preparan un chipá increíble de rico, van a vender en cantidades que nunca imaginaron y aquellos que tienen una habitación de más, de golpe van a transformar sus viviendas en una posada. Este es el dinamismo, esta es la oportunidad que nos genera este tipo de proyectos”, se entusiasmó Macri.

Los empresarios pedían medidas más consistentes, como la rebaja de impuestos y del IVA al turismo. Hasta el propio ministro de Turismo, José María Arrúa, deslizó que esperaba alguna señal más contundente.

A esta lista se puede agregar la presentación del plan de Viviendas, que suma números, pero pocas fechas y recursos reales. Mientras el costo del ajuste es para los trabajadores, cuentapropistas y pequeños industriales y pymes, que no encuentran una respuesta rápida.

Para el Presidente, hay que esperar al segundo semestre. Sus socios del radicalismo se ponen un plazo más largo. “Esperemos que a fin de año se vean los resultados”, dijo ayer Mario Pegoraro, el radical que fue candidato a vice de la alianza PRO en Misiones. El diputado fue parte de la convocatoria que hizo la Juventud Radical liderada por Ariel “Pepe” Pianesi para lograr una conducción partidaria que no “expulse afiliados”.

El presidente de la Juventud Radical nacional ya había deslizado diferencias con el macrismo y aunque aclara que no hay intención de romper la alianza, sí marca diferencias, especialmente con sus propios dirigentes locales que están más preocupados en la pureza sanguínea de los afiliados que en definir algún proyecto que represente una real vocación de poder.

En esa línea, impulsan al cardiólogo Osvaldo Navarro como candidato a presidente de una UCR que no sea simplemente un furgón de cola del PRO, un partido que ni siquiera puede exhibir la misma cantidad de militantes.

Esa postura choca, como es tradicional, con la que tiene la vieja guardia radical –en la que no todos son veteranos-, preocupada por la “institucionalidad” pero lejos de los problemas reales. Mientras Pianesi y su grupo reconocieron como válidos los reclamos que exhibieron los trabajadores en la marcha del viernes, los diputados y las autoridades partidarias deslizaron tibias diferenciaciones con el Presidente y conductor de la alianza PRO-UCR.

Es poco probable que el matrimonio por conveniencia se extienda hasta 2017, cuando se ponen en juego las bancas de la Cámara de Diputados y las senadurías de Misiones. El radicalismo tiene decidido ir por las suyas para ocupar espacios y el PRO también quiere aumentar su presencia local, además de colocar en el Congreso a algún delfín macrista. Las elecciones de medio tiempo serán más cruciales que nunca para la continuidad de Macri en el poder.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas