La burguesía nacional no tiene proyecto

“La posibilidad de desarrollar una burguesía nacional dinámica y no meramente rentista es uno de los desafíos pendiente en la
Argentina que está lejos de plantearse como objetivo en el gobierno de Macri que, llegó a restaurar un modelo de acumulación basado en el sector financiero”, destaca el diputado alfonsinista Hugo Escalada. Movido por un informe que revela inversiones de empresarios argentinos en Asunción atraídos por las políticas pro-mercado sostiene que la alternativa al neoliberalismo destructivo es defender un Estado de Bienestar
Por Hugo Escalada*
La posibilidad de desarrollar una burguesía nacional dinámica y no meramente rentista es uno de los desafíos pendiente en la Argentina que está lejos de plantearse como objetivo en el gobierno de Macri que, llegó a restaurar un modelo de acumulación basado en el sector financiero.
La nota publicada en La Nación el lunes 28 de marzo, titulada: “Asunción es la nueva meca de los empresarios argentinos para hacer negocios”, es alumbradora en ese sentido. Con entusiasmo, se informa que Paraguay se convirtió en una suerte de tierra prometida “a partir de una combinación de clima de negocios favorable, una economía en crecimiento, inflación prácticamente inexistente y baja presión impositiva (la alícuota del impuesto a las ganancias es de sólo 10%)”. Además, se reproducen declaraciones de empresarios encantados con que: “Paraguay históricamente fue una plaza muy pro-mercado. Acá nunca existieron los controles de cambio ni los cepos para importar o exportar. Y a esto se suma que en los últimos 20 años empezó a haber más plata gracias al boom de la soja y de la carne”..
Más claro imposible. La prioridad es evitar regulaciones, pagar bajos salarios y obvio, no pagar impuestos. Justamente regulaciones, salarios e impuestos son los elementos socializadores y redistributivos en una sociedad. Es decir que sólo les importa su dinero. No aparecen en la nota conceptos como “patria”, “nación” o pertenencia social. La plata no la reinvierten en los lugares donde la hicieron, sino donde les conviene. Habrá excepciones seguro, pero son los menos, los que confirman la regla. No extraña entonces que Paraguay sea el destino elegido. Cero regulaciones ni impuestos. Pero también cero asistencia social. De esto saben en el hospital de Posadas donde se atiende gratuitamente a cientos de paraguayos por día, pero financiado por impuestos cobrados acá.
Es la cara que oculta la nota de La Nación que también celebra que Paraguay cuenta con los mejores indicadores macroeconómicos de la región. El PBI acumuló una década con un crecimiento promedio del 5,5%, mientras que la inflación en todo 2015 se ubicó en 3,3%.. El país también tiene una saludable posición fiscal -completó ocho años consecutivos de superávit fiscal- con reservas que alcanzan a cubrir casi el 100% de la deuda pública, de la mano de los ingresos del campo: hoy Paraguay es el cuarto productor mundial de soja y el octavo exportador de carne vacuna, superando incluso a la Argentina.
La otra cara del milagro paraguayo
El otro Paraguay, el de los pobres, no aparece en el informe del diario porteño. El “milagro” paraguayo tiene su contracara. Sin embargo, en las redes es fácil descubrirla. Para el sociólogo Ramón Fogel, “el modelo económico actual se encuentra expulsando a pobres extremos de las zonas rurales y brindando bonanza a los extranjeros que explotan grandes extensiones de tierras”. Consultado por Paraguay.com denuncia que el agronegocio no genera empleo y está expulsando del campo entre 90 mil a 100 mil campesinos al año, y que la cantidad de pobres extremos ha estado creciendo. Revela asimismo que “siempre existieron pobres en el Paraguay en las áreas rurales, pero era una pobreza más digna, es decir que se cubrían las necesidades básicas. Hoy el Programa Mundial de Alimentos habla de niveles de desnutrición entre 20 por ciento y 25 por ciento de nuestra población que está en áreas rurales”.
Recuerda que en las décadas del 70 y 80, “sin exaltar el Gobierno de esa época, los campesinos gracias a intervenciones del Estado podían obtener fondos que le permitían una subsistencia digna. Cuanto el Estado fijaba precios de referencia del algodón se investigaba acerca de productos como el maíz y la mandioca se tenía un mercado interno que daba la posibilidad de subsistir a los campesinos de una manera digna. El campesino tenía capacidad de compra, no eran ricos, no estaban prosperando, no estaban deviniendo a empresarios, pero era un momento en que la economía crecía hasta 11 por ciento anual con aporte de esa población campesina nuestra, campesinos paraguayos. Ahora cuando hablamos de agronegocios hablamos de extranjeros que vienen a estigmatizarnos, a discriminarnos y utilizan todo el aparato estatal para criminalizar a nuestra población”, afirma el sociólogo.
La Encuesta Permanente de Hogares revela que entre 2013 y 2014, la pobreza extrema en Paraguay creció del 17,6% al 19,2%.
Con estas citas alcanza para desnudar la visión clasista del informe del diario argentino y de la celebración de nuestros empresarios que aprovechan “el clima pro mercado” que existe en el Paraguay.
Neoliberalismo o Estado de Bienestar
La actitud de los empresarios argentinos que no dudan en llevar sus capitales a lugares en donde no hay regulaciones del Estado, mueve a reflexiones.
Nadie discute que el sistema capitalista se ha impuesto en el mundo. Caído el muro de Berlín, no hay un nombre todavía para la salida del capitalismo como sistema. Lo que está en cuestión es qué clase de capitalismo toleran las sociedades.
El mundo atraviesa una disyuntiva que hasta el Papa Francisco la marca como crítica. En su prédica no duda en reclamar un cambio, “un cambio real, un cambio de estructuras”, como dice en su primer exhortación apostólica. “Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco”, alertó en Santa Cruz de la Sierra. Ya antes como Bergoglio, en la redacción del Documento de Aparecida de 2007 de los obispos latinoamericanos, venía sosteniendo la prédica en contra de la globalización de matriz financiera. Esta denuncia contra el poder del Dinero sin regulaciones estuvo también su gira por nuestra América.
Desnuda así la falacia del neoliberalismo que asume la racionalidad del capitalismo.
Nuestra visión es otra. Se sabe que se sabe, negocios son siempre negocios, pero también se sabe que la lógica de funcionamiento del capitalismo tiende a la concentración y centralización del Capital. La ecuación, cada vez menos ricos se hacen más ricos y cada vez más pobres se hacen más pobres.
El ejemplo del Paraguay que dispara estas reflexiones, es paradigmático. Un país sin regulaciones expulsa mano de obra. Un país sin impuestos no puede atender las demandas sociales de Salud y Educación.
Sintéticamente queda planteada la opción neoliberalismo o socialdemocracia. Por regular los mercados o dejar libre su lógica destructiva. Pero esta batalla no se puede librar solamente entre la Política y el Capital. Demanda la participación activa de todos los sectores sociales. Un proyecto nacional es inviable sin una burguesía activa, schumpeteriana. ¿Pero tiene la Argentina una burguesía nacional con proyecto? Por definición, la burguesía es algo más que una suma de hombres de negocios. Consiste en un proyecto y un compromiso estratégicos. Y es trillado el debate si nuestro país tuvo o no una experiencia con su burguesía como la industrial de San Pablo en Brasil. Puede que aquí los empresarios responsabilicen a la Política por ausencia de un marco legal que haya respaldado un proyecto similar. Lo marcaba nuestro recordado Aldo Ferrer. Pero también se deben reconocer responsabilidades al interior del llamado empresariado nacional, que dio muestras cabales de optar por transformarse en rentista. Pero lo que es cierto, es que sin empresarios que se propongan sostener un Estado de Bienestar, no habrá fuerza social posible de contener el lado destructivo del neoliberalismo.

*Diputado provincial Vanguardia Radical

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