Caso D’Amico: tres de los imputados caminan derecho hacia la prisión preventiva

Tres de los ocho imputados por el crimen del preventista de carne Nicolás D’Amico (34) caminan derecho hacia la prisión preventiva. Así lo confiaron fuentes del caso. Las pericias hechas en el escenario del crimen (una carnicería de la avenida Las Américas de Oberá) y las practicadas a los ocho celulares incautados en la causa, los dejaron en una situación muy comprometida.
A esto hay que sumarle las indagatorias, en las que tres de los sospechosos contaron algunos detalles del hecho. Claro, todos intentaron desligarse del macabro episodio. En ese interrogatorio, el sospechoso no está obligado a decir la verdad; de hecho suelen mentir para consolidar su coartada.
El asunto es que en este caso gran parte de lo que relataron los hermanos Jhonatan y Diego Gutiérrez; y Rubén García, alias “Katu”, coincide con lo que pudieron reconstruir los investigadores. El trío apunta como el homicida al dueño de la carnicería, Diego Benegas, que tenía una deuda superior a los 350 mil pesos con el preventista.
El 30 de octubre de 2015, D’Amico, a quien en la carnicería de los Benegas conocían como Junior, estuvo dos veces en el local cárnico. Primero al mediodía, cuando bajó una carga e incluso comió un asado con sus clientes, y luego a la tardecita, cuando se produjo el crimen.
García declaró en la indagatoria que Benegas buscó una barreta de hierro del sector donde se hacían los chorizos y luego lo colocó “debajo de la manga de su campera. En la oficina estaban Junior y Yony (por Jhonatan Gutiérrez). Su hermano Diego Gutiérrez, estaba en el sector de carnes ayudando a limpiar a Gustavo Benegas. Ahí Diego va hasta la oficina y lleva un maletín, eso me contó el mismo Diego Benegas después. Yo estaba en el sector de embutidos, a unos 30 metros de la oficina y escuché un grito: ‘¡Qué hacés loco pará!’, y también escuché ruidos como que se caían escritorios. Entonces vino Gustavo adonde yo estaba y desde el tinglado al lado de la choricería él se fue a la oficina a ver qué pasaba, luego salió y dijo: ‘Parece que lo van a matar’. Diego Gutiérrez entró también a la oficina. Después Diego Benegas salió con el hierro en la mano y nos dijo a Gustavo y a mí: ‘Quédense tranquilos no pasa nada, yo lo maté, yo me hago cargo’”.
Katu admitió que fue tal el susto que pasó ese día que les contó a su madre y a su padrastro lo que había pasado. También que luego Diego Benegas le convenció para no hablara y justificó el crimen diciendo que no le quedó otra que matar a D’Amico, porque este había amenazado con matar a su familia.
García ubicó a Diego Benegas como autor del crimen y a Jhonatan Gutiérrez como colaborador directo. Diego Gutiérrez, el hermano de Jhonatan, contó lo mismo.
Y añadió que Benegas y su hermano fueron quienes luego arrastraron el cadáver de D’Amico hasta el baúl del VW Bora.
Diego Gutiérrez, que era aspirante a marinero de la Prefectura de San Javier, dijo en su indagatoria: “Diego agarró el bidón y comenzó a rociar el cuerpo y el auto, abrió las puertas. Mi hermano también tiró nafta, los dos lo hicieron. Diego le dijo a Yony que prenda fuego con un encendedor, Yony se quemó la mano cuando lo hizo. Yo estaba adentro de mi auto, vi cuando mi hermano se sacó la camiseta de Boca y la tiró. Diego me dijo que dé vuelta y volvimos por la ruta 14. Mi hermano estaba con un pantalón blanco y botas de la carnicería. Estaban con manchas de sangre”.
El auto de D’Amico apareció quemado en el paraje El Chatón, en las afueras de Alem, la noche de ese 30 de octubre.
Las pericias telefónicas ubicaron a los Gutiérrez y a Diego Benegas en Oberá a la hora aproximada en la que ocurrió el hecho y después en Alem. Coincide con los relatos recabados en la causa en cuanto a la secuencia horaria.
Además, determinó cruces de llamadas y mensajes entre los hermanos y Benegas en el momento en el que presuntamente llevaban el cadáver de D’Amico al sitio donde lo abandonaron.
Diego Gutiérrez dijo que Benegas llevó el VW Bora hasta El Chatón y que él y su hermano los siguieron en su Renault 9. También que mientras ellos se deshacían del cadáver, Katu y Gustavo Benegas limpiaban el charco de sangre que había quedado en la oficina administrativa de la carnicería. Pese a la limpieza, la prueba con el químico luminol detectó la sangre en el lugar.
Diego Benegas y los Gutiérrez son los más comprometidos por el asesinato. Los demás, pese a estar al tanto de todo, habrían cerrado la boca. Pensaron que no pasaría nada, pero cinco meses después, los escalofriantes detalles del homicidio salieron a la luz.

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