Una tierra codiciada y muy valiosa

Las miles de hectáreas que conforman la estancia La Fidelidad tienen una larga historia de codicia y explotación, que se remonta al siglo XIX, cuando El Chaco todavía no existía como tal y las comunidades indígenas eran dueñas de la tierra.

Fue Natalio Roldan, un empresario que buscaba unir la ciudad de Salta con Buenos Aires a través de los ríos, el primer “propietario” de las tierras. En 1872 fue premiado por el gobierno salteño cuando logró unir ambos destinos a través del río Bermejo, el Paraguay y el Paraná. La navegabilidad era clave para extraer los productos de la zona y los que venían desde Los Andes.

Roldán ni siquiera pudo disfrutar de ser un terrateniente. Su abogado, Benito Villanueva, mediante artilugios legales, se queda con la propiedad. Ambos se trenzaron en una batalla judicial mientras que las tierras se fraccionaban en manos de varias empresas. Hasta que en 1907 apareció la familia Born y compró las 250 mil hectáreas. Los Born se transformarían después en el emporio Bunge&Born.

Recién en 1969, después de una explotación intensiva de las tierras en plantaciones y ganadería, los Bunge vendieron La Fidelidad a los hermanos Roseo, recientemente llegados de Italia, con un pasado misterioso hasta estos días. Se dice que fueron financiados por la Mafia, que venían escapados de la Segunda Guerra o que eran espías. La muerte se llevó la verdad.

Uno de los hermanos murió en los 80 y Manuel Roseo fue asesinado por Menocchio en 2011.

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