Frenar la deforestación requiere una armonización geográfica de las políticas y regulaciones en la región

Las empresas agrícolas fuertemente orientadas a la ampliación de las tierras agropecuarias mediante deforestación deciden operar en zonas con menos restricciones ambientales, así lo demuestra un estudio publicado el 28 de marzo del corriente año en la revista Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias. La investigación, realizada por el profesor de la Facultad de Suelos, Energía y Ciencias Ambientales, Eric Lambin y su equipo de la Universidad de Standford, comprueba que en general las empresas prefieren operar en áreas con una baja gobernanza, es decir con marcos legales laxos. Esta tendencia provoca el desplazamiento de la deforestación entre regiones. Los autores concluyen que esta situación se podría evitar mediante la armonización de las regulaciones sobre deforestación y la producción de materias primas entre las regiones, al mismo tiempo de fomentar la intensificación de la agricultura sustentable.

«Los estudios sugieren que se necesitarán al menos 100 millones de hectáreas adicionales de uso agrícola para satisfacer la demanda mundial de alimentos al año 2030, si se toma como referencia las superficies disponibles al 2000», según explicó Lambin, quien además es profesor becario en Standford Woods Institute for the Environment. «Por lo tanto, es imperativo encontrar las formas de satisfacer la demanda de alimentos, sin remplazar los ecosistemas naturales», sostuvo.

Aunque algunas políticas de conservación parecen funcionar, las señales de progreso podrían ser confusas. Existen indicios de que restringir la expansión de materias primas como la soja y la carne vacuna en algunas zonas, puede simplemente resultar en el desplazamiento a otro lugar. Este fenómeno, conocido como “fuga” de deforestación, podría tener importantes implicancias en las políticas públicas, pero hasta la fecha sus procesos y alcance continúan siendo mayormente desconocidos.

 

Los bosques de Gran Chaco y Chiquitano, que abarcan Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay, posibilitan un experimento natural ideal para el análisis de las causas de las “fugas”. En estas áreas, el uso del suelo se mantuvo, en gran medida, sin regulación hasta mediados de la década del 2000, pero las nuevas reglamentaciones han impactado con notoriedad y en diversas formas.

Para analizar cómo las empresas deciden colocar sus inversiones en las regiones del Gran Chaco y Chiquitano, el equipo entrevistó a 82 empresas dedicadas a la producción de soja y ganadería en la Argentina, Bolivia y Paraguay, cuyas propiedades suman un total de 2,5 millones de hectáreas. Los investigadores preguntaron cuán fuerte afectan las regulaciones de deforestación a la colocación de sus inversiones, y si las diferencias en las regulaciones motivaron “fugas” en la deforestación de una región a otra.

 

Si bien se encontró que las decisiones de ampliar las tierras bajo producción de una empresa son impulsadas, principalmente, por la proximidad de las inversiones actuales y la disponibilidad de tierras forestales, las regulaciones forestales más permisivas y con menos normas atraen también a inversiones de empresas agrícolas tendientes a talar más bosques.

 

«A pesar de que los efectos de las regulaciones de la deforestación sobre las decisiones de inversión pueden ser compensados por otros factores, estas consecuencias siguen siendo significativas», según resaltó uno de los autores, Yann le Polain de Waroux, investigador postdoctoral de la Facultad de Suelos, Energía y Ciencias Ambientales de Stanford University. «Para evitar nuevas fugas en la deforestación, se necesita una mayor armonización en la legislación para la deforestación y en las materias primas en todas las regiones, como también para la ganadería, y promover producciones sustentablemente más intensivas», aseveró.

 

Esta última solución se propone ya que las prácticas ganaderas más sustentables podrían transformarse en una mayor productividad y rentabilidad bajo regulaciones más estrictas que, a su vez, podrían reducir el impulso para que las empresas se trasladen a otras regiones.

 

En cuanto a la armonización de las regulaciones, un enfoque clave podría ser la aplicación más amplia de regulaciones privadas (como los sellos verdes o de sustentabilidad) y de las normas financieras.

 

«Si las empresas internacionales y los bancos adoptaran normas armonizadas de sustentabilidad en todos los países donde operan, habría menos probabilidad de fugas deforestación», sostuvo el doctor le Polain. En los últimos años, se registró un aumento de los compromisos corporativos y de inversión para eliminar la deforestación en las cadenas de suministro y en las carteras de inversión. Consumer Goods Forum (CGF), grupo de minoristas y marcas con un ingreso combinado superior los $ 2.8 billones de dólares que incluye gigantes como Unilever y Walmart, se comprometieron con “deforestación cero” de bosques en sus cadenas de suministros para 2020. Diez bancos alinearon sus objetivos con el CGF y también se comprometieron a lograr una “deforestación cero” para 2020, como parte del Programa de Materias Primas Blandas vinculado a la iniciativa de la Banca y el Medio Ambiente (BEI). Otras empresas, como Cargill y McDonalds, se comprometieron con “deforestación cero” como parte de la Declaración de Bosques de Nueva York, en el 2014.

 

«Se está creando un impulso entre los principales vendedores minoristas y compradores en la cadena de suministro de carne vacuna y de granos, como la soja a nivel mundial, con el objetivo de reducir la deforestación, y nuestros resultados muestran que la armonización de las normas a través de estas empresas nos puede ayudar a lograr la meta de `deforestación cero´», concluyó el Profesor Lambin.

 

Esta investigación fue apoyada por la Fundación Gordon y Betty Moore a través de la subvención GBMF4263

 

 

PE

CP

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas