Una tendencia polémica: adoptan muñecos de plástico y los crían como si tuvieran vida

Son bebotes hiperreales para adultos que llegaron para quedarse. ¿Una moda peligrosa?

A simple vista cualquiera podría confundir un muñeco reborn con un bebé. Son hiperreales, los más avanzados: hasta «respiran» y usan chupete. No son los típicos bebotes con los que juegan los chicos: son bebés para adultos.

Cuando los aficionados adquieren uno no hablan de comprar, sino de «adoptar».

En España donde la gente los cuida y los mima como si fueran sus hijos. «Yo sé que este bebé no se me va a enfermar, ni se me va a morir ni le va a pasar nada. Entonces decido no tener hijos», cuenta una chica.

«Cuando voy a lo de algún familiar lo llevo en brazos y la gente se queda muy sorprendida», relata Valquiria, una madrileña de 46 años. La mujer tiene una armario con ropa para el bebé y dice que le gusta cambiarlo para poder tener fotos diferentes del muñeco.

Para algunos especialistas, los reborns pueden tener un costado peligroso. Algunos adultos que ven en el bebote un objeto de amor, lo usan para reemplazar sus carencias o directamente se relacionan con él como si fuera un bebé real. «Una persona que perdió un hijo y se compra un muñeco puede confundirse. Sobre todo si piden réplicas: hay artistas que si les das una foto de tu hijo te lo hacen parecido», relata otra mujer. Y admite que no le nace tratar a un reborn como a un juguete común.

Los bebés hiperreales se fabrican por encargo y son carísimos: cuestan entre 1.200 y 13 mil euros. Además, hay ferias donde los artistas que los producen los exponen. «Los bebés se entregan con un certificado de nacimiento con el nombre que haya elegido la compradora. La fecha puede ser un día especial para esa persona», explica una de las fabricantes.

El mundo reborn es furor en muchísimos países. Aunque todavía es incipiente en Argentina, la tendencia llegó para quedarse.

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