“Lo maté, lo maté”, le dijo sonriendo a la mujer de la víctima y huyó

Es un albañil que entró a un departamento por el balcón. El dueño de casa, un traductor de inglés, murió de cinco cuchilladas. Su pareja resultó herida. El asesino fue detenido: vivía a apenas diez cuadras. Sucedió en Ensenada, Buenos Aires.

Estaba en el escritorio de su casa cuando escuchó, en plena tarde, un ruido extraño en la habitación del primer piso. Cuando se asomó a la puerta, Juan Pablo Rigotti (32) –traductor de inglés y corrector literario– fue sorprendido por un hombre que había entrado por el balcón. Tenía un cuchillo y lo obligó a bajar.

Desencajado, a los gritos, pedía dinero. En la casa no había demasiado y entonces reaccionó de la peor manera: atacó al muchacho y le dio una puñalada cerca del corazón. Después hubo otras en el tórax. El joven murió una hora después cuando lo trasladaron al hospital Cestino, de Ensenada.

Rigotti estaba con su pareja, Berenice Martínez (27), quien al escuchar los gritos de la pelea llegó al lugar y se encontró con la escena violenta: Juan Pablo sujetado por un ladrón mientras comenzaba con el ataque. Ella intentó una defensa leve, pero terminó con algunos cortes en las manos. El final fue tremendo.

El asesino decía “lo maté, lo maté”, mientras se reía y escapaba por el mismo lugar, saltando desde el primer piso de la propiedad ubicada en Independencia y Libertad, de Ensenada.

 Unas horas después del crimen, la Policía detuvo a Walter Osvaldo Ferraras (50) un albañil desocupado, que vive a 10 cuadras de la pareja. Estaba con su esposa, una hija de 20 años y, de acuerdo con la descripción que hicieron los agentes que intervinieron en el operativo,“tenía fuerte aliento a alcohol”.

En el allanamiento –solicitado por la fiscal Virginia Bravo– encontraron ropas manchadas con sangre y otros elementos que lo involucran directamente en el episodio.

Ayer, el imputado se negó a declarar en la indagatoria. La autopsia determinó que Rigotti recibió cinco cortes profundos y la acusación es por “homicidio criminis causa”. Es decir, que intentó matar, para ocultar otro delito, el robo.

Según la investigación, el ladrón se llevó 800 pesos, una cámara fotográfica y un celular. Vecinos que escucharon los gritos alcanzaron a ver que el hombre se iba por la avenida Cestino, de esa ciudad lindera a la capital bonaerense. Otros aportes y los videos de una cámara de seguridad permitieron llegar hasta una casa precaria en la calle Hernández. Allí estaba Ferraras, quien fue identificado por los testigos y la sobreviviente.

“Mi hija está shockeada y abrumada. No puede entender lo que pasó. Me contó que el asesino tenía los ojos como dados vuelta. Se notaba que estaba muy borracho o drogado. O ambas cosas”, contó Raúl Omar Martínez, suegro de la víctima, un conocido comerciante de Ensenada.

“Ellos siempre dejaban esa ventana abierta. Está como a cuatro metros. Nunca imaginamos que podrían entrar por ese lugar”, explicó el padre de la joven.

Rigotti y Martínez se habían mudado a Ensenada hace un par de años. El chico trabajaba haciendo traducciones que enviaba por Internet a sus clientes. Se presentaba como “corrector literario”.  Juan Pablo nació en Tandil y su familia es de esa ciudad. Llegó a La Plata hace más de una década para estudiar. Conoció a Martínez y vivieron un par de años en la zona norte de La Plata, antes de mudarse a Ensenada. Este fin de semana, los padres de Rigotti viajaron para completar los trámites judiciales.

El barrio quedó conmocionado por el episodio. “Hasta que pasó esto nosotros lo considerábamos un lugar tranquilo. Algunos se animaban a dejar ventanas abiertas los días de calor. Ahora todo cambiará”, dijo un hombre que tuvo que declarar en el expediente por la muerte de Rigotti.

Berenice no volverá a vivir en esa casa. Ya le anticipó a sus padres que se mudará otra vez, para alejarse de Ensenada. La pareja no tenía hijos. Ahora, ella es una “viuda” de la inseguridad.

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