La semana pasada, la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial (SAIC) le entregó a la jueza de Instrucción Cinco de Alem, Selva Raquel Zuetta, 600 fojas de investigación relacionadas a la causa por el asesinato del preventista de carne bonaerense Nicolás D’Amico (34), al que ultimaron y luego prendieron fuego en el baúl del auto que utilizaba, el 30 de octubre del año pasado. Fuentes judiciales indicaron que tras el análisis del material, la magistrada dispondría de una serie de medidas, presumiblemente entre ellas la detención de sospechosos.
El grupo de personas que está en la mira, conformado por al menos cuatro, tiene relación con la compra y venta de carne en la Zona Centro (Oberá y alrededores), que es el sector de la provincia por donde la víctima solía moverse.
Fuentes judiciales consultadas indicaron que está en manos de la jueza un entrecruzamiento telefónico de los sospechosos, mapas de antenas desde donde se habrían activados los celulares, detalle de movimientos con GPS, un mapeo satelital y declaraciones de testigos.
Añadieron que el material reporta “fuertes indicios” para que, como mínimo, los investigados tengan que dar muchas explicaciones.
El entrecruzamiento de llamadas marcaría contactos entre ellos antes y después del asesinato. Y las antenas delatarían desde dónde hablaron. Supuestamente no lejos de la zona donde hallaron el cadáver calcinado de D’Amico.
Detrás del crimen estaría una deuda impaga que tenían con la víctima. Se habla de entre 400 mil y un millón de pesos. También se menciona los celos por la competencia que significaba para otros hombres del rubro la presencia de D’Amico en la región. “Pensamos es que esto ha sido un mensaje para el jefe de Nicolás. Hay una mafia de la carne y esto es mafia seguro. Existen rumores de que el jefe de él quería acaparar lugares que no le correspondían. Quizás puede venir por ese lado”, dijo en noviembre en una entrevista en Posadas Victoria, una hermana del fallecido.
Ahora, con las pericias en su poder, se espera los siguientes movimientos de la jueza Zuetta.
El preventista fue asesinado antes de ser colocado en el baúl del VW Bora con el que recorría distintas localidades, desde Alem hasta Aristóbulo del Valle. De acuerdo con el examen de carboxihemoglobina hecho durante la autopsia, ya estaba sin vida cuando los asesinos incendiaron el coche. A esta conclusión llegaron porque no dieron con rastros de monóxido de carbono en el sistema respiratorio.
Era tal el estado en el que se encontraba el cadáver, que no lograron determinar el tipo de lesión que presentaba. Unos plomos hallados en el auto hacen suponer que lo ejecutaron a balazos.
El último día de su vida, D’Amico estuvo en un negocio cárnico de la avenida Las Américas de Oberá. Allí, de acuerdo con el rastreador satelital que tenía el VW Bora, el coche estuvo estacionado cuatro horas antes del asesinato. El responsable del lugar admitió haber estado con el preventista ese día, incluso que le pagó 120 mil pesos que le debía.
El negocio obereño fue allanado. Allí decomisaron ocho celulares y una notebook que un empleado intentó ocultar. Ese trabajador fue detenido y posteriormente liberado.
ADN
Recién este mes se conoció el resultado de ADN que confirma que el calcinado era D’Amico. Ahora, con las pericias completas, empiezan a armar el rompecabezas. Las piezas, hasta el momento, apuntan a Oberá y alrededores, donde D’Amico hacía sus ventas para un frigorífico de Lobos, provincia de Buenos Aires.
La víctima se había radicado en Alem seis meses antes del crimen. Desde allí salía cada día para levantar pedidos y luego a cobrar, cuando la mercadería era entregada a los comercios de distintas poblaciones. El viernes 30 de octubre, salió y nunca regresó. Su auto en llamas apareció a 1.500 metros de la ruta nacional 14, en un camino de Colonia El Chatón. Los indicios de que era él fueron una cadenita hallada cerca del vehículo y la cédula azul a su nombre.
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EP
