Cómo se combate al dengue en Puerto Iguazú

El Hospital Marta Shwarz, de referencia para una población de 80.000 habitantes de Puerto Iguazú, centra en el propio foco de la epidemia de dengue las actividades de atención de pacientes febriles, de fumigación para eliminar mosquitos y distribución de repelente en casas vecinas a los enfermos, además de llevar adelante la prevención de la salud en los barrios.
“Esta es una zona endémica subtropical, entonces todos lo veranos vamos a tender a tener casos de dengue o brotes como el de este año“, dijo la directora del Hospital, Raquel Matcoski, quien guió una visita de Télam a los servicios organizados para afrontar la crisis epidemiológica, en una zona multicultural de triple frontera con Paraguay y Brasil con permanente migración comercial, económica y laboral.
Al tiempo que lidera la atención de las consecuencias epidemiológicas, el dengue que fatiga el cuerpo, la directora del Hospital Schwarz enfoca la estrategia sanitaria al desafío de promover la prevención activa de los pobladores: “Si sigo teniendo en el patio el criadero, a los pocos días de fumigar voy a tener otro mosquito adulto”, razona.
Desde el último 8 de diciembre, el hospital público adecuó inmediatamente un amplio salón de usos múltiples para atención de febriles, con tres médicos, camas en caso de que se tenga que hidratar al paciente y extracciones de sangre para hacer hemogramas.
De lunes a viernes de 7 a 22, y los fines de semana de 9 a 12 y de 16 a 20, tres médicos que rotan constantemente, dos enfermeras, dos extraccionistas y dos promotores de salud que toman temperatura y presión “contienen a los pacientes desde que llegan“.
Poco tiempo después, tras arreglar un techo roto por granizo, una novedad regional aparecida con el cambio climático, el Hospital acondicionó un flamante servicio, con aire acondicionado, en el que unas 20 personas con fiebre y dolor corporal esperaban el hemograma que determinaría cantidad de leucocitos -que dan respuesta inmunitaria a los agentes infecciosos- y plaquetas -que participan en la coagulación-.
“El dengue es una consecuencia de la falta de cortar el pasto, del no descacharrizado, de falta de limpieza dentro del patio de cada habitante y, también, de las lluvias”, enfatiza Matcoski.
En el patio de la propia casa “está el tema del inicio del dengue, aparte de la situación climática que nos acompañó con las intensas lluvias”.
El registro pluvial está a simple vista en la voluptuosa vegetación que atenúa en los alrededores del Hospital el rigor de los soles, aunque ahora los días se sucedan encapotados y con una lluvia que descarga persistente hace tres meses, diluviando y escampando.
Una nena que viste remera de manga larga y calzas para no dejar expuesta la piel a picaduras espera para sacar un turno de rutina con su mamá: -¿Están preocupados por el dengue? -Naaa, que sea lo que dios quiera…, dice la mujer, durante una recorrida por el edificio fundado en 1947 y una importante ampliación construida posteriormente.
“Toda la situación nos preocupa y eso nos lleva a que nos ocupemos”, define Matcoski cuando habla de las “embarazaditas”, que tienen de por sí más riesgo y a las que se sigue con un control ambulatorio más cercano.
Aunque más del 95 por ciento de los casos cursa como dengue clásico, la sintomatología del dengue es muy intensa, con cefalea aguda, fiebre muy alta, dolor corporal, vómitos, lo que hace que el paciente se sienta muy mal y afecte a la familia, que tiene que cuidarlo e hidratarlo.
“Cuando no se sienten bien, vuelven al hospital donde se los hidrata, se los contiene un par de horas y cuando se cortan los vómitos y la fiebre, vuelven a la casa sintiéndose bien al bajar los síntomas, aunque el reposo sigue de siete a diez días”, contó.
Respecto al zika, “hasta el día de hoy, no lo vimos ni lo sospechamos, aunque estamos atentos todos los médicos a la situación de zika o chikungunya porque en cualquier momento puede aparecer en alguien que viajó a Brasil, donde circula“, afirmó.
La directora dijo que el “zika tiene una clínica mucho más benigna, pasa más rápido y no tiene riesgos de sangrado, y la microcefalia (en gestantes) se considera un riesgo que todavía no está confirmado; el chikungunya también cursa con fiebre y es un poquito más invalidante porque el dolor en las articulaciones es más intenso”.
“Siento que se sobre magnificó la situación y eso también genera una psicosis en la gente; en estas condiciones, lo que no hay que transmitir es miedo, para poder estar alertas, saber de qué se trata, hasta dónde puede ser grave, porque si no, saturamos todos los centros de atención”, advierte.
La médica consideró que “cuando transmiten miedo en la gente, empieza a desorganizar el sistema y se desorganiza la comunidad, desviando la atención que tiene que estar puesta en la causa: poder eliminar el criadero del mosquito (Aedes aegypti), porque si no, por más que fumiguen cien veces, matan al adulto, pero el criadero reproduce” nuevos mosquitos.
“Se puede fumigar, pero el trabajo es personal, familiar, colaborando con el vecino; y otro tanto estará con el municipio en los espacios públicos“.
El devenir de la epidemia es seguido por una mesa de gestión compuesta además del Hospital -que fue visitado por el director de Epidemiología, Jorge San Juan-, por el ministerio de Salud Pública de Misiones, Defensa Civil municipal, el Programa Nacional de Control de Vectores y el Instituto Nacional de Medicina Tropical.
“Nosotros, el sistema de salud pública, estamos trabajando intensamente en lo que nos corresponde, la contención de los pacientes dentro del hospital para que lleven su medicación y repelente, y la concientización de la gente: hasta ahora el sistema no colapsó, estamos en una meseta sobrellevando bien y la gente está atendida“, balanceó la directora.

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