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¿Por qué están en crisis las economías regionales?

Las economías regionales están en crisis, con una caída generalizada en las exportaciones, pérdida de mercados, suba de costos, presión fiscal en aumento y una situación cada vez más complicada. Sucede en casi todas las provincias. En Misiones, lo padecen el te, la yerba mate y la foresto industria. El siguiente análisis publicado en el diario Clarín por el periodista especializado en agro, Matías Longoni, incluye un sencillo y claro recopilación de las circunstancias que llevaron a esta situación, a pesar de los años de crecimiento sostenido en buena parte de los 12 años de Gobierno kirchnerista.

¿Por qué quebraron las economías regionales?

Los principales frigoríficos de corderos están ubicados en Santa Cruz, la provincia de Néstor y Cristina. Fácilmente se podría imaginar que en los últimos años se registró allí un auge de la producción ovina, una de las actividades más características del lugar. Pero no. Ni en el pago chico de los K existen actualmente condiciones para el desarrollo de actividades productivas que generen divisas genuinas y eviten el desarraigo

Los corderitos patagónicos no logran venderse. No resultan “competitivos” en el extranjero. En los últimos años los embarques de su carne casi han desaparecido y la agroindustria ovina muestra niveles de actividad tan paupérrimos como los que tenía en la crisis de 2001. No hay Presidenta que valga. Nadie escapa a las generales de la ley que afectan al conjunto de las economías regionales.

A la basura. Suba de costos, retraso del dólar y nula inversión en infraestructura demolieron las economías regionales desde 2007.

Hubo un tiempo que fue provechoso y que duró lo que duró el tipo de cambio favorable que dejó la gran devaluación de 2002. A partir de 2007, sin embargo, diferentes factores comenzaron a horadar ese saldo positivo: la suba de costos internos por inflación (los salarios a la cabeza), un paulatino retraso del dólar, una serie de correcciones cambiarias en el resto de los países. Este proceso se aceleró a partir de 2011, cuando los precios de las materias primas empezaron a ceder en todo el planeta. Frente a ese proceso, el gobierno ninguneó las advertencias y mantuvo una presión fiscal asfixiante.

 

La peor de las postales es la que se vio durante todo este año en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, un oasis en plena estepa patagónica. Cerca de 400 millones de kilos de peras y manzanas, una cuarta parte de la producción, quedaron sin cosechar porque para los productores era más costoso hacerlo que verlas pudrirse en el suelo. Lo mismo sucedió con las naranjas en el Litoral, con la caña de azúcar en Tucumán, y con buena parte de las uvas para vinificar que crecen en Cuyo. Cuando el valor de un producto es inferior a lo que sale producirlo… “Houston, estamos en problemas”.

Como en muchos otros aspectos de la gestión, el gobierno de los Kirchner derrochó los años buenos y no generó entonces las transformaciones de fondo que eviten la cíclica dependencia de las economías regionales al tipo de cambio (en especial en aquellas de mano de obra intensiva y una alta exposición exportadora). Así fue como no se impulsaron reglas claras de lealtad comercial que evitasen los constantes abusos de la cadena comercial. Tampoco se invirtió en la infraestructura necesaria que permita equilibrar los costos de flete con los de la pampa húmeda. El fin de ciclo encuentra a los productores implorando secretamente por una nueva devaluación. Incluso desde Río Gallegos.

Por Matías Longoni /Clarín

 

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