Economista del Pro reconoce que “Vidal va a costar mucha plata” si Macri ganara las elecciones

Rodolfo Santángelo, socio de Carlos Melconián en la consultora M&S, dejó en claro que garantizar un buen desempeño de Eugenia Vidal en provincia de Buenos Aires será una de las prioridades en un eventual gobierno de Mauricio Macri y que ello demandaría una importante inversión. Estimó en alrededor de mil millones de dólares por año la suma que debería recibir la gobernadora electa para mantener a flote la provincia y admitió que ese dinero probablemente se saque de lo que están recibiendo las demás provincias. Consideró que el rumbo actual de la economía es insostenible y que el próximo presidente debería achicar gastos, especialmente en subsidios, para volver a situación de equilibrio.

En plena recta final de la campaña del balotaje presidencial, uno de los consultores habituales del PRO en materia de economía, Rodolfo Santángelo, se animó a dar definiciones concretas en relación a qué podría esperarse de una eventual presidencia de Macri o de Scioli.

En el plano político, consideró que el escenario actual no justifica mayores temores en relación a las condiciones de gobernabilidad que enfrentaría cualquiera de los candidatos, pero advirtió que de ser electo Macri, le resultaría imprescindible una buena gobernación de Eugenia Vidal, su principal aliada en el mapa político del país, para garantizarse tranquilidad. En diálogo con Misiones Online resaltó que “la primera que le va a costar mucha plata a Macri es Eugenia Vidal, porque si querés tener una buna gobernación no hay otra manera de hacerlo que no sea con más presupuesto”.

Destacó que Buenos Aires es la provincia más perjudicada en materia de distribución de recursos a través de la coparticipación y eso la llevó a una situación de retraso que solo se podría revertir inyectando recursos. Estimó en alrededor de mil millones de dólares anuales, cifra que toma como referencia el Fondo del Conurbano Bonaerense, establecido en 650 millones de pesos/dólares en tiempos del uno a uno y congelado en ese nivel a pesar de los recurrentes procesos inflacionarios.

A la hora de opinar del plan económico que lleva adelante Axel Kicillof, no dudó en calificarlo como inviable. “En 2014 cuando la inflación llegó, bien medida a 38 o 40 por ciento, se dieron cuenta que ya era demasiado, porque cuando se llega a ese nivel se complica todo: el salario pierde, el consumo se afecta, todo se hace complicado, por lo tanto el programa para 2015 se puso como objetivo que la inflación volviera a 25 por ciento anual, pero sin cambiar el corazón de la política económica de estos años, que es el crecimiento del gasto público del orden del 40 por ciento anual, pero a diferencia de 2014, cuando la política monetaria se había puesto más dura porque no querían que post devaluación se les armara una espiral, este año sí volver a emitir moneda al 40 por ciento anual”, explicó.

Según el socio de Melconian, la receta del Gobierno para evitar que la inflación superara el 25 por ciento anual mientras el gasto y la emisión crecen al 40 por ciento fue retrasando dos precios: el tipo de cambio oficial, que aumenta 12 anual y las tarifas públicas, que este año se congelaron. “No hace falta ser un genio para saber que este plan, denominado ‘plan bomba’ por algún periodista, no es de largo plazo, es para llegar a las elecciones y que se arregle el que venga”, diagnosticó.

Resaltó que ese plan tuvo el mérito de mantener la inflación en 25 por ciento, pero lo hizo a costa de retraso cambiario que afecta mucho a las economías regionales del interior y de un déficit fiscal que, siempre según Santángelo, está entre los cinco más altos de la historia.

Opinó que para desactivar ese “plan bomba”, una de las variables que habría que tocar es el tipo de cambio y ello impactaría en la inflación. Lamentó que la relación entre devaluación e inflación es en Argentina mucho más directa que en otros países. “El concepto al que hay que atender es el pass-through, que determina cuánto incide el valor del dólar en los precios internos. En Australia hace dos años el tipo de cambio en relación al dólar era de uno a uno, hoy es de 1,40, lo que quiere decir que el tipo de cambio subió 40 por ciento, en el mismo período su inflación pasó de 2 por ciento anual a 1 por ciento anual. Eso para nosotros es una locura, no lo podemos entender. Pero algo parecido también pasó en Canadá y Chile  y en menor medida en Brasil. En Chile el dólar valía menos de 500 pesos hace dos años, hoy vale casi 700, es decir que hubo 40 por ciento de devaluación y los chilenos se preocupan porque la tasa de inflación pasó de 3 a 5. En Brasil el tipo de cambio pasó de 2 a 4 reales por dólar y la inflación pasó de 7 a 9 por ciento”, desarrolló.

Lamentó que en Argentina la relación entre devaluación e inflación históricamente fue más directa. “En Argentina en la última devaluación, que fue la de diciembre de 2014, en tres meses el tipo de cambio se devaluó 30 por ciento, en los cuatro meses siguientes, los precios subieron 15 por ciento, pero si lo extendemos a 8 meses, el tipo de cambio no se tocó más, pero la inflación se hizo 25 por ciento y en 12 meses llegó a 38 por ciento, por encima de la devaluación”, dijo.

El otro punto a resolver por el próximo gobierno será el déficit fiscal, que según Santángelo es de 300 mil millones de pesos y casi todo se financia emitiendo moneda. “Es una situación insostenible, si no se cambia, con el correr de los años la inflación se va a hacer de 90 por ciento. La única forma de revertirlo es que la recaudación suba más que los ingresos, hoy tenemos un aumento de 40 por ciento en el gasto y de 30 en recaudación, tenemos que revertir esos números, ir a una recaudación de 30 y pico y que el aumento del gasto se ubique en 20 y pico”, señaló, dejando en claro que a entender, el próximo gobierno deberá aplicar un recorte. “Tal vez no sea un ajuste a la López Murphy, pero sí habrá que achicar la expansión del gasto, de 40 a 20 por ciento anual”, razonó.

El economista consideró que el ajuste debería pasar por los subsidios, especialmente por los destinados a la energía, buscando siempre perjudicar lo menos posible a los sectores de menores ingresos. “El gobierno que viene tiene una sola bala para disparar: bajar los subsidios, especialmente en la energía y en menor medida en el transporte. Achicar el gasto social no tendría gran incidencia en la economía porque demanda volúmenes de dinero menores, la asignación por hijo demanda 30 mil millones por año, mientras que los subsidios a la energía se llevan 200 mil millones y los subsidios al transporte 50 mil millones, claramente la oportunidad para reducir el gasto pasa por ahí”, resaltó.

JRC EP

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