Las hidroeléctricas no provocan inundaciones

¿”Producen” agua las presas hidroeléctricas? ¡No!

¿Son acaso las causantes de inundaciones? Claramente no, y por el contrario, algunas de ellas (las grandes presas de embalse, como por ejemplo El Chocón), con sus grandes capacidades de regulación del río en el que se asientan, funcionan eficientemente para evitar y suprimir definitivamente las inundaciones. Antes de construirse El Chocón, el muy rico y poblado Alto Valle del Río Negro, sufría recurrentes y catastróficas inundaciones, afectando a las muchas poblaciones existentes en las adyacencias del citado río, y también destruyendo o afectando las plantaciones de manzanas, peras y otros cultivos, así como las industrias vinculadas a las mismas. Desde que estuvo listo y funcionando el embalse de El Chocón, no hubo más inundaciones en ese río, desde la presa hacia aguas abajo. “Casualmente” esta verdad elemental, no tiene prensa.

Así como existen presas de embalse, con gran capacidad de regular el caudal aguas abajo, existen otras presas hidroeléctricas –sobre todo las ubicadas en ríos de grandes caudales-, que solo pueden regular en mínima escala el flujo o caudal hacia aguas abajo; son las presas de pasada. En estas el caudal no se retiene, el río sigue fluyendo con muy pocas modificaciones de caudales. La presa aumenta el salto disponible, concentrándolo en ese punto, para con ello producir más energía eléctrica; pero literalmente el agua entra y sale del vaso de la central hidroeléctrica, sin alterarse más que en mínima medida el caudal aguas abajo. De este tipo son las hidroeléctricas Yacyretá y Salto Grande.

Queda en claro que ninguna presa hidroeléctrica produce inundaciones, algunas pueden evitarlas, y otras –las de pasada- pueden morigerar las inundaciones, al bajar el pico de creciente, dilatando y disminuyéndolo.

Eso significa que conociéndose anticipadamente la creciente, los embalses de pasada se preparan, bajando el nivel del embalse, de forma de contener parcialmente el pico de la creciente, y de esa forma evitar que dicho pico de creciente se concentre, diluyéndolo en un espacio mayor de tiempo, con menor incidencia de la altura máxima de creciente.

En castizo simple, se baja el nivel del embalse todo lo que se puede, para contener parcialmente la creciente y bajar su impacto. Con ello, el nivel máximo de creciente disminuye, atenuándose los efectos de la creciente en el entorno.

Por otra parte, toda obra hidroeléctrica bien construida y con visión socio económica integral, debe realizar obras de tratamiento costero (como las cuantiosas obras de costaneras y otras complementarias en ambas márgenes realizadas por Yacyretá), con las cuales las crecientes pasan desapercibidas y no se transforman en catastróficas inundaciones, como sucedía antes de ser construida esa central hidroeléctrica y materializadas las obras civiles de protección y mejoras realizadas en ambas márgenes del caudaloso río Paraná. Solo con este notable efecto positivo, se justifica plenamente Yacyretá, y por supuesto debe agregarse la cuantiosa generación hidroeléctrica, económica y limpia; la mejora sustancial en la navegación; los notables progresos que Posadas, Encarnación y otras localidades menores, experimentaron, a partir de las múltiples obras concretadas con fondos y supervisión de la Entidad Binacional Yacyretá (extensas, parquizadas, muy hermosas y funcionales costaneras; otras obras de defensa costera, puertos modernos y funcionales, obras viales (como el modernísimo acceso a Posadas, acorde al intenso tránsito actual y futuro); nuevas redes de agua potable; de cloacas; de tendidos eléctricos con sus correspondientes estaciones transformadoras; centros culturales y deportivos; etc).

En el marco de excelentes relaciones interestatales del Mercosur, existe un sistema de avisos y alertas tempranas hidrológicas, que permiten conocer con suficiente antelación los niveles esperables de los grandes ríos de la región, básicamente el Paraná, el Uruguay y el Iguazú, para tomar los recaudos correspondientes, lo cual no ocurría antes.

Por otra parte, queda en claro que las extensas redes de embalses que Brasil construyó en los tramos superiores de esos grandes ríos, hasta cierto punto permiten manejar la crecientes, atenuando sus picos, y en menores escalas, lo propio puede hacer Argentina con sus socios respectivos, en las hidroeléctricas binacionales de Yacyretá y Salto Grande.

Mejores y más completos recaudos podrán tomarse, para mitigar los picos de las crecientes y manejar en parte los caudales, cuando estén construidas las hidroeléctricas binacionales de Corpus, Garabí, Panambí; así como más al sur, cuando el postergado y muy necesario complejo de Paraná Medio pueda concretarse, mejorando la navegación, aportando mucha energía y economizando petróleo y gas, e incluso permitiendo aportes permanentes de agua a regiones áridas de nuestro país, como las que existen al oeste del cauce del caudaloso y majestuoso Paraná.

No es casual que ciertos intereses creados ataquen sistemáticamente a las centrales hidroeléctricas, sobre todo las de gran porte, dado que sus muy bajos costos de generación, sus larguísimas vidas útiles, sus limpias generaciones exentas de contaminantes, sus notables y poderosos efectos multiplicadores positivos socio –  económicos, y sus otros efectos positivos (que por cierto no se reducen a la generación de energía eléctrica); resultan imposibles de competir para las centrales termoeléctricas (las devoradoras de petróleo y gas), y para las asociadas de las termoeléctricas, que de última terminan siendo las “renovables sesgadas”, como las eólicas, solares y similares.

Poderosos lobbies en acciones de pinzas, que combinan difamaciones sistemáticas de las hidroeléctricas (y las nucleares), junto con exaltaciones desmedidas y llenas de falsedades de las “renovables sesgadas”, son realizadas constantemente por múltiples intereses creados, compuestos por nada inocentes ONGs británicas y sus asociadas menores locales (que buscan nuestro subdesarrollo crónico), vendedores de eólicas y solares, petroleras y gasíferas transnacionales (beneficiadas por las “reservas en caliente” –térmicas rotando en funcionamiento- que las oscilaciones de las “renovables sesgadas” necesitan para estabilizar y garantizar la generación), productores e importadores de usinas termoeléctricas, transportistas de combustibles, variopintos “expertos energéticos” nada objetivos y dudosamente inocentes que opinan sesgadamente, mercenarios de la comunicación y medios de dudosa o nula ecuanimidad que les sirven de claque, e incluso políticos de escasa formación o de dudosa búsqueda del bien común que se prestan a apoyar irracionalidades, como la última ley 27.191 de promoción a ultranza de las energías “renovables sesgadas” (sesgadas pues caprichosamente excluyen a las hidroeléctricas de potencias importantes).

En ese contexto, muchos verdaderos expertos en energía, son muy flojos o muy inocentes comunicadores y de dudosa presencia para defender sus poderosas e irrefutables verdades técnicas. Con ello, le dejan “el campo orégano” (sin obstáculo alguno), a opinólogos de todo pelaje o al tanto por cuanto, que tergiversan, mienten o distorsionan a gusto y paladar, engañando al común de la gente e incluso a legisladores de buena fe que carecen de la necesaria formación para actuar correctamente en el muy especializado campo del Sector Energético.

Volviendo al tema central, las centrales hidroeléctricas no provocan inundaciones (excepto que por marcada impericia o muy mala fe se opere para ello); sino que por el contrario, las evitan totalmente en los casos de presas de embalses, y minimizan sus efectos o las transforman en crecientes no catastróficas, en los casos de presas de pasada, las que por sus características técnicas tienen un reservorio o vaso, poco significativo en relación al caudal medio del río.

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