El Papa ovacionado en ONU, donde citó el Martín Fierro: «Los hermanos sean unidos»

Francisco brindó un discurso en español a líderes mundiales en la Asamblea de Naciones Unidas. Habló sobre equidad, los organismos financieros internacionales, ecología, desarme nuclear y guerra.

La cuestión ambiental fue el eje de su intervención. «La crisis ecológica puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana», sentenció en español ante la Asamblea General. Volvió a repudiar la guerra, condenó el narcotráfico y el matrimonio homosexual, pidió por la eduación, en especial de la niñas, y hasta recitó al Martín Fierro.

Tras un caluroso encuentro con los empleados de la ONU, el Papa Francisco pronunció hoy en español un severo, extenso y profundo discurso ante los líderes mundiales reunidos en la Asamblea General, en momentos en que las Naciones Unidas cumplen 70 años.

Tras saludar a los jefes de estado, funcionarios y diplomáticos, presentes esta 70 sesión de la asamblea general, el pontífice recordó que es la quinta vez que un Papa habla en este recinto.

En su primera frase severa, advirtió que «el poder tecnológico, en manos de ideologías nacionalistas o falsamente universalistas, es capaz de producir tremendas atrocidades».

Enumeró las grandes obras de la ONU, y advirtió «todas estas realizaciones son luces que contrastan la oscuridad del desorden causado por las ambiciones descontroladas y por los egoísmos colectivos».

Francisco pidió mayor equidad en los organismos con efectiva capacidad ejecutiva, y puso como ejemplo al Consejo de Seguridad, los organismos financieros y los grupos creados para afrontar las crisis económicas.

«Los organismos financieros internacionales han de velar por el desarrollo sustentable de los países y la no sumisión asfixiante de éstos a sistemas crediticios», enfatizó ante el aplauso de los presentes.

La limitación del poder es una idea implícita en el concepto de derecho, advirtió, Dar a cada uno lo suyo.

«Ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales», sentenció.

«El panorama mundial hoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y –a la vez– grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio del poder», dijo y siguió: «Hay que afirmar con fuerza sus derechos, consolidando la protección del ambiente y acabando con la exclusión».

«Hay que afirmar que existe un verdadero derecho del ambiente por un doble motivo. Primero, porque los seres humanos somos parte del ambiente. Vivimos en comunión con él, porque el mismo ambiente comporta límites éticos que la acción humana debe reconocer y respetar. Cualquier daño al ambiente, por tanto, es un daño a la humanidad», enfatizó.

El abuso del ambiente va acompañado de un proceso de exclusión, condenó el Papa.

«En efecto, un afán egoísta e ilimitado de poder y de bienestar material lleva tanto a abusar de los recursos materiales disponibles como a excluir a los débiles y con menos habilidades», manfiestó.

«El mundo reclama de todos los gobernantes una voluntad efectiva, práctica, constante, de pasos concretos y medidas inmediatas, para preservar y mejorar el ambiente natural y vencer cuanto antes el fenómeno de la exclusión social y económica, con sus tristes consecuencias de trata de seres humanos, comercio de órganos y tejidos humanos, explotación sexual de niños y niñas, trabajo esclavo, incluyendo la prostitución, tráfico de drogas y de armas, terrorismo y crimen», enumeró.

Y celebró la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre mundial que iniciará hoy mismo. «Es una importante señal de esperanza», dijo.

El Papa también advirtió que «la multiplicidad y complejidad de los problemas exige contar con instrumentos técnicos de medida», y en una crítica a los mecanismos burocráticos de los organismos interancionales agregó que «esto, empero, comporta un doble peligro: limitarse al ejercicio burocrático de redactar largas enumeraciones de buenos propósitos –metas, objetivos e indicadores estadísticos–, o creer que una única solución teórica y apriorística dará respuesta a todos los desafíos».

El Papa pidió por la eduación, en especial de las niñas. Y llamó a la colaboración de las familias, como una base para la realización de la Agenda 2030 y para recuperar el ambiente.

«Los gobernantes han de hacer todo lo posible a fin de que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para ejercer su dignidad y para formar y mantener una familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social. Ese mínimo absoluto tiene en lo material tres nombres: techo, trabajo y tierra; y un nombre en lo espiritual: libertad del espíritu, que comprende la libertad religiosa, el derecho a la educación y los otros derechos cívicos», manifestó entre nuevos aplausos.

Francisco volvió a reclamar por el derecho a la vida  y el derecho a la existencia de la naturaleza humana. Y entrelazó estos conceptos con el cuidado del medio ambiente.

«La crisis ecológica, junto con la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana».

«Sin el reconocimiento de unos límites éticos naturales insalvables y sin la actuación inmediata de aquellos pilares del desarrollo humano integral, el ideal de «salvar las futuras generaciones del flagelo de la guerra» y de «promover el progreso social y un más elevado nivel de vida en una más amplia libertad» corre el riesgo de convertirse en un espejismo inalcanzable o, peor aún, en palabras vacías que sirven de excusa para cualquier abuso y corrupción, o para promover una colonización ideológica a través de la imposición de modelos y estilos de vida anómalos, extraños a la identidad de los pueblos y, en último término, irresponsables».

Muchos interpretaron esta mención de «estilo de vidas anómalos» como una referencia a la homosexualidad.

Francisco condenó la guerra. «Es  la negación de todos los derechos y una dramática agresión al ambiente», dijo.

«Si se respeta y aplica la Carta de las Naciones Unidas con transparencia y sinceridad, sin segundas intenciones, como un punto de referencia obligatorio de justicia y no como un instrumento para disfrazar intenciones espurias, se alcanzan resultados de paz», manifestó, pero, «si se confunde la norma con un simple instrumento, para utilizar cuando resulta favorable y para eludir cuando no lo es, se abre una verdadera caja de Pandora de fuerzas incontrolables».

Reclamó un mundo sin armas nucleares, aplicando el tratado de no proliferación en la letra y en el espíritu. Se refirió entonces al acuerdo nuclear con Irán, aunque no lo nombró específicamente.

«El reciente acuerdo sobre la cuestión nuclear en una región sensible de Asia y Oriente Medio es una prueba de las posibilidades de la buena voluntad política y del derecho, ejercitados con sinceridad, paciencia y constancia», felicitó. «Hago votos para que este tratado sea duradero y eficaz», deseó.

 

El papa esta vez tocó un tema que suele abordar: el narcotráfico.

«En esta misma línea quisiera hacer mención a otro tipo de conflictividad no siempre tan explicitada pero que silenciosamente viene cobrando la muerte de millones de personas. Otra clase de guerra viven muchas de nuestras sociedades con el fenómeno del narcotráfico», expresó.

«Una guerra asumida y pobremente combatida», definió. «El narcotráfico por su propia dinámica va acompañado de la trata de personas, del lavado de activos, del tráfico de armas, de la explotación infantil y de otras formas de corrupción», denunció.

Hacia el final de su discurso, Francisco citó a Pablo VI: «El verdadero peligro está en el hombre, que dispone de instrumentos cada vez más poderosos, capaces de llevar tanto a la ruina como a las más altas conquistas».

Y citó también al Martín Fierro, «un clásico de la literatura en mi tierra natal, canta», dijo.

“Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de afuera”, recitó y lo aplaudieron otra vez.

Francisco recalcó que «el futuro nos pide decisiones críticas y globales de cara a los conflictos mundiales que aumentan el número de excluidos y necesitados».

Para finalizar reclamo a «la laudable construcción jurídica internacional de la Organización de las Naciones Unidas rinda siempre un servicio eficaz a la humanidad, un servicio respetuoso de la diversidad y que sepa potenciar, para el bien común, lo mejor de cada pueblo y de cada ciudadano».

El papa fue ovacionado y aplaudido de pie, durante un largo minuto.

El papa fue conducido al recinto en un pequeño vehículo que recorría los pasillo de la ONU, mientras un coro de niños cantaba. En esos mismos pasillos de agolpaban una marea de personas que filmaban, sacaban fotos, y hasta los policías hacían su saludo. La gente gritaba emocionada como si se tratara de una estrella de rock. ¡Papa, te amo!, le gritaban.

Calificado como el «defensor de la dignidad de la humanidad», el obispo de Roma fue convocado a tomar la palabra por el presidente de la Asamblea, el danés Mogens Lykketoft, y el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon.

«Gracias por hacer historia», le dijo Ban Ki Moon.

El discurso de hoy, al que asisten también caras famosas como Bill Gates y Shakira, es considerado uno de los eventos políticos y diplomáticos más importantes del año, en momentos en que el mundo atraviesa innumerables conflictos y a 70 años de la fundación de la ONU.

Francisco, con palabras en inglés, comenzó su visita esta mañana en la ONU con un mensaje a los empleados del organismo, que lo recibieron entre risas y aplausos y mucha emoción.

Tras reunirse con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, el papa comenzó agradeciendo a todos los que trabajan en la ONU, desde quienes limpian hasta los diplomáticos. «Hay que trabajar por la paz», exhortó.

El Papa alabó y agradeció su tarea «silenciosa». Pero les preguntó a cada uno cuál es su capacidad de cuidarse unos a otros. «Sean unidos unos con otros, respétense unos a otros, como una familia que vive en armonía, que vive en paz, y que camina por la justicia y por el espíritu de la justicia», les dijo.

 

«Que Dios los bendiga. Recen por mí», les pidió.

Tras su discurso, el Papa se dirigirá al Ground Zero, donde ocurrió el atentado contra las Torres Gemelas. Se espera que allí oficie una misa el Museo del 11-S.

(Clarín)

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