La conmovedora carta de un padre en Facebook: su hijo nació prematuro y está luchando por salvar su vida

Mauro Stefanizzi expresó toda su angustia por ver a Joaquín peleando por su vida. Nació el 4 de abril pesando 780 gramos y ya tuvo cuatro operaciones.

 La carta de Mauro Stefanizzi, un padre angustiado por la lucha de su hijo por salvar su vida, causó conmoción en las redes sociales: Joaquín nació el 4 de abril de 2014, con un peso de 780 gramos. En sus primeros cinco meses de vida debió pasar por cuatro operaciones, entre ellas de corazón e hígado.

Durante los últimos meses, los papás de Joaquín, Maira y Mauro, lo ven terapia intensiva en el Hospital Español de La Plata, con asistencia respiratoria mecánica. Padece un bronquiodisplasia pulmonar, una enfermedad que afecta a niños prematuros que tuvieron bajo peso al nacer.

Mauro, en su última publicación de Facebook, subió una carta titulada «¿No fue suficiente?», en donde expresa toda su angustia y dolor.

La emotiva carta de Mauro:

¿No fue suficiente?

«Transformaron nuestra alegría en dolor, nuestros anhelos y lo de nuestras familias en incertidumbre, nuestras esperanzas en miedo. Nos robaron nuestras lágrimas, junto a ellas nuestra capacidad de asombro. somos huérfanos de sensibilidad. Vimos a diario como otros bebitos ponían sus alas y partían, el de la derecha, el de la izquierda, el de atrás y en cada oportunidad pedíamos a Dios no estar nunca en su lugar. Era como jugar un ruleta rusa, pero con amigos. Llorábamos cada uno que partía.

Convivimos a diario con el dolor más profundo que puede sentir un hombre, el de perder un hijo. Lo vimos partir en muchas ocasiones al quirófano sin saber si iba a regresar. Lo esperamos horas, que fueron días. Lo vi cortado, invadido, con cables, pinchado, operado, y pesando menos de un 1Kg. Obligado a permutar brazos caprichos, y afectos, por agujas, morfinas y dolor.

Antes, tuvimos que volver a casa sin la panza, y sin el bebé. La cuna vacía, y sus juguetes esperando. Todas las noches mi mujer me preguntaba cuando íbamos a poder traer a nuestro bebito, no hubo dolor más grande que no poder responderle.

Pero tras 217 noches pude hacerlo: HOY! -le dije

Nos devolvieron le alegría, nos enseñaron a valorar la vida, a dejar de preocuparnos por cosas tontas. Aprendimos a vivir. Nos regalaron un final feliz. Me sentí un afortunado, a pesar de todo, podía irme con mi hijo a casa. Agradecí a la vida con todas mis fuerzas.

Comenzamos un nuevo capítulo. Vimos crecer a nuestro Joaco poco a poco, lo vimos dormir en su cuna (o con nosotros) como tantas veces lo habíamos soñado. Lo bautizamos, le festejamos su añito, nos fuimos de vacaciones con tubo de oxigeno y todo, y fuimos felices. Pero se nos volvió a arrebatar la alegría, a transformarla en dolor nuevamente, los anhelos en incertidumbre, y las esperanzas en miedo.

¿No había sido suficiente?

Durante 7 meses Recé, escuche a los mormones, a los evangélicos, a los cristianos. Leí sobre energías, pedí a Dios. Fui a misa, volví a la iglesia. Fui hasta Santa Fe a visitar a un padre «sanador», prendí velas a todos los santos, la que desata los nudos, la que no, el protector de los niños, de los nietos, de los tatara nietos. Convertí mi casa en un santuario.

Me dijeron que Joaco entre otras cosas, no iba a ver. Desprendimiento de retina Fuimos a ver a uno de los mejores oftalmólogos y lo confirmo, la retina apenas estaba agarrada, enrollada para arriba. De una semana a la otra, la retina estaba en su lugar.

Hice un pacto con Dios, que iba a soportar todo lo que hacía falta, permaneciendo firme con fé, solo pedía dejara a mi hijo conmigo, y le de una larga y saludable vida.

Cada una de las cirugías y crisis en Terapia Neonatal me aferraba a eso, creía que era una prueba mas, conserve mi fe estando seguro que si lo hacia la vida larga y saludable me recompensaría.

Yo, que luego de una formación religiosa por cuestiones ideológicas mas de una vez critiqué a la religión. Ma arrodillé, aplaste mi orgullo, rece fuertemente.

Me creí un elegido, «Dios da sus peores batallas a sus mejores soldados» me dijeron. Me creí un espartano luchando en las termopólitas. Nos hirieron, nos levantamos, nos escudamos bajo el escudo de la fe y soportamos golpes, y mas golpes.

Hoy estamos nuevamente en Terapia Intensiva

¿No había sido suficiente?

Leí sobre filosofía, budismo, entendí el sufrimiento es parte de la vida. No preguntarse ¿Por qué a mi? sino ¿Por qué NO a mi?. Leí sobre simbología, astrología, busque en libros datos poco utiles que me dieran mas esperanza. Descubrí que su nombre deriva del hebreo Yheho-Yaqim . Yheho de Yheová (Dios). Que significa Dios construye. 7 meses estuvo internado en terapia intensiva, 7 fueron los días que Dios tardó en construir el mundo. El séptimo descansó. Joaco y nosotros también, lo vivimos en habitación fuera de terapia.

Entendí que Joaco quizás tenga un gran propósito. Y realmente me enseñó a vivir, unió y une a miles y miles a través de la oración sin importar raza, costumbre, o religión. En un mundo en crisis, colapsado, y en guerra, logró y logra sacar lo mejor de cada uno de nosotros demostrando el que amor y la solidaridad existe. Quizás, humildemente, fue un instrumento de Dios. Fue testimonio de fe.

Ahora solo tocaba disfrutar lo «construido» esa obra perfecta que es el cuerpo humano. Hoy estamos nuevamente en terapia intensiva.

¿No había sido suficiente?

Tengo verdadera razón por la que cual luchar toda la vida, me enseñó lo que es el amor por un hijo. Pero no quiero que sea mas instrumento de nada, ni que pelee mas batallas. Quiero irme con el a mi casa. Los católicos me dirán que será a voluntad de Dios, que el decidirá usarlo o no, los racionales me hablaran de su enfermedad, y las condiciones que se tienen que dar para que pueda hacerlo, pero disculpen, no los quiero escuchar, no esta vez. Ya escuche y vi bastante. Quiero que me escuchen a mi: Quiero llevarme a mi hijo a mi casa. No me interesa nada más.

No voy a bajar los brazos (si no lo hice hasta ahora mucho menos en este momento), seguiré luchando y sacando fuerzas de donde sea. Solo quiero gritarle al mundo que me quiero llevar a mi hijo a casa. Basta de pruebas. Pedí una tregua cuando estaba en habitación, al otro día nos trasladaron a Terapia Intensiva…

No lo voy a entender, tampoco quiero hacerlo. Si Dios realmente nos escucha le pido piedad, le suplico devuelva a mi hijo la salud, y podamos ir a disfrutar la vida que humildemente creo nos merecemos. Agradezco cualquiera que multiplique este pedido a través de su creencia o religión, de la manera que sea. Insisto, no pretendo entender nada, solo quiero llevarme a mi hijo a casa gozando de salud… Gracias a todos por el apoyo, pilar fundamental para que hallamos podido soportar cada cosa que enumeramos en esta especie de descargo contra La Vida, a la cual le seguimos agradecidos profundamente. Gracias».

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