Crucero: La partida de «Pinti» simboliza el fin de una etapa en un club que encara el primer descenso de su historia

La confirmación de la partida del club de Ernesto «Pinti» Alvarez, el jugador-franquicia de Crucero del Norte, también simboliza el fin de una era en este club misionero que sorprendió a propios y extraños con su explosiva irrupción en el fútbol grande de la Argentina.

Al desprenderse del máximo ídolo del club -si esa palabra cabe-, justo cuando se vienen cuatro partidos históricos (River, Boca, Independiente y Racing en Primera) y Crucero tiene a su otro goleador afuera de las canchas por seis meses, Julio Koropeski está dejando en claro que ya no le interesa pelear esas «mínimas chances» que le quedan al Colectivero en la máxima categoría.

Koropeski, el gran artífice del fenómeno Crucero, un club que en apenas 11 años transitó todos los escalones desde el Futbol de Salón vecinal hasta la máxima categoría de uno de los torneos más competitivos del mundo, ahora enfrenta lo que nunca antes: un descenso.

Y esta novedad en un equipo que desde su fundación solo ha sabido subir, es toda una incógnita. ¿Cómo reaccionará la dirigencia Colectivera ante esta circunstancia?

Pensar en la lucha por el ascenso inmediato parece una falta de realismo. Eso está reservado para equipos como River, Independiente o Rosario Central. Acaso Huracán, para los cuales jugar en la B es un verdadero estigma.

Con una historia tan corta y exitosa, es natural que Crucero todavía sea un club que está «verde» para Primera en muchos aspectos. El club subió merced a una asombrosa y rápidisima adaptación a la durísima B Nacional (basta con mirar lo que le pasa a Guaraní) donde se transformó en un par de temporadas en un equipo con aspiraciones.

Pero el ascenso casi que lo encontró, gracias a la gran oportunidad del torneo de Transición 2014 (donde subieron 10 de los 22 equipos de la B Nacional). Sin esa facilidad de la AFA, dificilmente hubiera hecho el esfuerzo institucional por llegar a Primera.

Koropeski no veía al club maduro para buscar el salto a Primera y los hechos le dieron la razón. La gente no acompañó como se esperaba y ya desde el arranque del torneo, advertido de esta situación, Koropeski jugó la arriesgada carta de llevar los partidos más valiosos a Chaco.

Eso, a su turno, también disparó las diferencias con su principal sponsor -el Gobierno provincial- que le restó un apoyó vital para sustentar un equipo en Primera. Y eso en la cancha, Crucero lo pagó. Porque en el mercado de pases no pudo traer a nadie para apuntalar a un equipo que se había ido al receso por la Copa América con chances reales, con una levantada futbolística que logró Rambert con su filosofía de atacar, pero que también necesitaba un poco más de intérpretes.

Como muestra basta un botón. La gran apuesta al juego creativo de Crucero durante buena parte del torneo recayó en Fabián Monserrat, un chico que tuvo una aparición interesante en Independiente hace cuatro años (con Cristian Diaz en el banco) y que después quedó totalmente relegado en el Rojo. Hoy el «Diablito» dificilmente podría ser titular y jugar la mitad de los minutos que jugó en Crucero en alguno de los otros 29 equipos de Primera.

El otro día, ante Lanús, mientras el «Melli» le daba instrucciones para ingresar a Lautaro Acosta o a Román Martínez, Rambert le daba indicaciones a Gerónimo Silva, un chico de la cuarta de Crucero.

Y atención, porque las inferiores de Crucero -en formación-, son un interesante proyecto que necesita tiempo. Pero que, naturalmente, está muy lejos de asemejarse a las inferiores de Boca, River o Newell`s, verdaderos «embudos» donde desemboca una gran red de observadores y allegados que arriman a las mejores promesas del país. Por decirlo de otra forma. Lo más probable es que la «crema y nata» del talento joven misionero esté en las pensiones de Nuñez, La Boca, Vélez o Colón. Crucero no tiene a otro pibe Cubas, que pelea de igual a igual en el equipo de Arruabarrena, en su «cantera».

Porque hoy a los chicos se los llevan cada vez más jóvenes. Acá solo quedan los que no se quisieron ir o no fueron seducidos por los «espejitos» de colores de los nombres de los clubes grandes. Y por supuesto, por los jugadores que esos clubes van descartando. Aprovechando la posibilidad que tienen de fichar «por las dudas» y después ir eligiendo lo mejor de lo mejor.

Crucero también necesita tiempo para esto. Para que cambien ciertos hábitos y los padres, clubes más chicos de la provincia y los propios juagdores se den cuenta que el camino donde tienen más chances de llegar a vivir del fútbol se llama Crucero o Guaraní y no ir a la «picadora de carne» de los clubes de Buenos Aires, donde compiten con lo mejor del país. Después, si el talento y la suerte acompañan, nada impide que brillen en un club grande o incluso en Europa. Pero acá pueden evitar el desarraigo y llegar a la elite con menos competencia y cerca de sus casas, no importa que los clubes pelee abajo. Para esto, Crucero y Guaraní se deben mantener en la elite, claro. Esto es, al menos la B Nacional.

Qué tiene en mente Koropeski para el 2016

Aún es una incógnita qué piensa hacer con su club Koropeski en 2016. Por ahora lo más probable es que juegue en el Nacional B la temporada 2016. Pero el interrogante que se plantea es otro. ¿De qué forma?

¿Seguirá apostando a un proyecto, a sostenerse en esa competitiva y dificil divisional? Para eso tiene que traer jugadores, pagar contratos, y hoy parece querer deshacerse de todos. «Que se vayan todos, que no quede ninguno», gritaron algunos hinchas el otro día. Y el presidente-fundador-dueño del club, lo está llevando a la práctica. Está desmantelando un equipo al que aún le quedan siete partidos históricos por delante.

Koropeski ya no cuenta con la motivación de llegar a Primera. Ese récord de alcanzar la máxima divisional en apenas una década y monedas ya lo batió. Y lo más importante. Transitar en Primera parece haberle dejado más sinsabores que alegrías.

Primero fue la falta de apoyo del público, luego la pelea con el Gobierno -que le costó a la Tesorería del club dejar de percibir un millón al mes en concepto de sponsorización-, y ahora, esta «limpieza» de jugadores donde no se salvó ni «Pinti» Alvarez.

Koropeski no dijo nada aún. No dio pistas importantes sobre sus planes para 2016, más allá de las palabras de compromiso. Lo contundente lo está diciendo con los hechos. Y hoy es díficil imaginarlo buscando jugadores para reforzar su plantel. También es difícil imaginarlo ansioso por tratar de volver a Primera en algún momento.

¿Caerá por el abismo Crucero? Como esos clubes que, tras un paso fugaz en Primera, pierden varias categorías en pocos años. Son interrogantes que se irán develando con el correr del tiempo.

Algo está claro. Parte del futuro del Colectivero se jugará…en Villa Sarita. Porque una cosa será si Crucero y Guaraní pueden compartir -y rivalizar- la segunda división el año próximo. Eso será bueno para todos, hinchas, dirigencia, futbolistas, prensa. Ahí van a aparecer las motivaciones y los esfuerzos dirigenciales, la competencia. Distinto será si La Franja también pierde la categoría y juega en el Federal A en la temporada 2016.

¿El futuro de Crucero también depende de lo que le pase a Guaraní? Las vueltas del fútbol, que le dicen…

MB

 

EP

 

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