Oberá recibe con brazos abiertos a inmigrantes mientras que el mundo asiste el drama de los expulsados

Alejandro Hassin es presidente de la Colectividad Árabe, una de las 14 Casas que representan los distintos orígenes de pueblos que llegaron a Misiones para sumar su cultura a la local. Los documentos oficiales lo reconocen como Alejandro Quesini, apellido que surgió por deformación del Hassin original que partió de Siria, un lejano año del calendario mundial de desplazamientos.

En ese mismo escenario obereño, hoy se vivirá la cuarta noche de fiesta familiar, un poco nacional y otro poco internacional, porque llegaron invitados y participantes desde ciudades o países vecinos para aplaudir, bailar, cantar o brillar en cada uno de los múltiples lugares acondicionados para la Gran Fiesta en homenaje a los inmigrantes.

Cristian Haberlih es de Rosario en su biografía más urgente, aunque su historia familiar aleja la referencia geográfica hacia tierras árabes y su éxodo familiar a comienzos de siglo, cuando sus antepasados también llegaron desde tierras lejanas. Es director del Ballet de danzas folclóricas árabes, Haiat, grupo que llega desde Rosario (Santa Fe) y tiene durante la fiesta obereña un rol importante sobre el escenario principal y todas las noches en la Casa que recrea sus costumbres.  El grupo de baile hace 24 años que participa como invitado en este encuentro. Vienen como representantes del Club Social Argentino Sirio, formado por los Centros Culturales de libaneses, iriquíes, palestinos y  yemenitas.

Bajo el paraguas de la festividad que los convocan al Parque de las Naciones, Alejandro y Cristian disfrutan de esta hermandad sustentada en tradiciones milenarias donde las contorciones del cuerpo femenino se mixtura con la prominencia de hombres altos, de facciones definidas, barbadas y sonrientes; los sabores y olores dulces, picosos, alimonados de las propuestas culinarias que este año se ofrecen: laham mashue, hommus, kebbe trabulsie, matubbal, sfija, shawarma y tabbuleh. Nombres extraños para sabores conocidos y reconocidos en Oberá hoy y en las múltiples casas culinarias que en los últimos años fueron sumando opciones en Misiones y ganando adeptos principalmente entre los jóvenes.

 

Sobre orígenes y futuro

La Colectividad Árabe representada en Oberá está formada por descendientes que llegaron de  Siria, Líbano, Palestina, Jordania, Arabia Saudita y Marruecos. En el transcurso de la historia escrita como colectividad debieron sortear diferentes inconvenientes, como casi todas las Casas que tienen lugar en el Parque de las Naciones. “Tal vez más”, reconoce Alejandro (Hassin) Quesini, mientras va y viene entre dar órdenes para que las recetas culinarias respondan a lo que le enseñaron sus abuelos, la atención a los invitados llegados desde Rosario, la respuesta a una enfadada “criolla” que exigía urgente respuesta al apetito de sus vástagos y la requisitoria periodística. A todos respondió con la misma calma, la voz firme y la sonrisa apenas dibujada. No son momentos estos de mucha risa para el pueblo que lleva en la sangre.

La charla que comenzó con los detalles de la propuesta de este año para la Casa Árabe, derivó al fin en lo inevitable: la historia de los otros sirios, de allende el mar.

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El mismo día que en Oberá las naciones del Mundo se unían en una ecuación de risas, colores y ritmos, los medios mundiales reproducían hasta el cansancio la imagen de un niño kurdo de 3 años que yacía, boca abajo, sobre las playas de Turquía. Era Aylan, hermano menor de Galib, de 5 años, quienes murieron ahogados días atrás, cuando su familia escapaba en barcazas improvisadas para alcanzar la “paz” de Occidente. Paradójicamente, la imagen de la muerte infantil, señaló el aparente despertar de Occidente ante el drama y la tragedia de la inmigración del Cercano Oriente a la Europa fría e incapaz de acoger a la oleada de desesperados que huyen de la guerra, el hambre y la pobreza, en un largo proceso que comenzó hace siglos y se agigantó en los últimos años.

Ante la fuerza del presente histórico, Alejandro no se anima a dimensionar la tragedia de sus hermanos lejanos. Cristian recuerda con dolor a los “parientes y amigos que siguen en Siria”, donde unos encapuchados vestidos de color naranja matan y torturan desenfrenadamente, donde otros países buscaron y buscan extender sus dominios para extender sus riquezas…mientras largas caravanas de familias enteras, intentan desesperados, escapar de tanta crueldad.

En la Casa Típica que los cobija en Oberá suena de fondo una estridente y típica música que lastima aún más el recuerdo. Cristian eleva un poco la voz para hacerla audible: “Uno que estuvo allí, compartió la alegría en esas tierras…sufre doblemente hoy, porque ellos no pueden permanecer en sus casas, tienen que dejar sus pertenencias y su historia para irse a otros lugares, donde ni siquiera los reciben”, se lamenta Haberlih. En el rico seno de la Unión Europea, entretanto, los países “centrales” se pelean por no asumir sus culpas y evitar responsabilidades.

En los pasillos del Parque de las Naciones cae la noche. La multitud comienza a invadir los pasillos que dividen las casas típicas, mientras otros visitantes continúan demorados en Santa Ana porque un “conflicto docente” les impide el paso. En Budapest, un conflicto mayor…otros sirios, tal vez parientes en línea directa o no de Alejandro y Cristian, buscan un camino que se abra y les permita dirigir sus pasos hacia el futuro. Argentina recibió a sus antepasados como parte de un sueño y de una política de Estado que concebía al país como una gran posibilidad de crecimiento. Ayer, nuevamente esbozó un intento de repetir la historia, con más o menos condiciones, extendió su Programa Siria, vigente desde octubre de 2014 y que fenecía el 21 del mismo mes de 2015.

Ojalá el Mundo repita en dosis infinitas el espíritu de hermandad que se respira en el Parque de las Naciones y aumente las posibilidades de celebrar la Vida, para cada uno de los millones de sirios, iraquíes, marroquíes o de la nación que sea de todos los rincones del planeta que son desplazados por la crueldad del hombre contra el hombre.

Dani Benítez, una nieta de inmigrantes que hoy puede contar otra historia, compartió en su Facebook: “Ojalá todas las historias de personas que se van de sus países (para que su país sea otro) terminen así de bien”. ¡Oj-Alá, querida Dani!. (Ojalá, es una de las palabras del español que derivan de dos vocablos árabes: “oj” y “Alá” y traducimos como “que Dios quiera”…cualquier Dios, el de cada uno y el de todos).

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