Fabián Alfredo Cichanowski es un profesor de 45 años que trabaja como jefe de Talleres en el Instituto Arnoldo Janssen.
Padre de 6 hijos, casado hace 25 años con Fátima, completó el pasado 31 de mayo la prueba deportiva más exigente del mundo: el triatlón Iron Man que se corrió en Florianópolis.
Con un tiempo de 13 horas, 59 minutos y 10 segundos, Cichanowski logró transponer la meta y convertirse en uno de los dos misioneros que alcanzaron semejante logro.
El otro es el odontólogo Javier Viñas, de quien se informó hace unos días. Viñas completó su segundo Iron Man en Florianópolis (había participado en la edición 2014 de la misma prueba y bajó su tiempo en una hora este año).
En cambio, Cichanowski corrió por primera vez esta exigente competencia.
«Entreno 2 horas diarias de lunes a viernes, ya que no cuento con más tiempo en la semana por mis ocupaciones y hasta 6 horas los fines de semana», explicó Fabián a Misiones Online.
Lo curioso del Iron man es que, aún siendo la prueba más exigente del mundo, atrae a personas que muchas veces no fueron deportistas de elite en ninguna disciplina.
Al contrario, se fueron acercando al deporte y algo les hizo «click» y logró atraparlos al punto de llevarlos al límite de sus fuerzas: nadar 3,8 kilómetros, pedalear 180 kilómetros y correr 42,2 kilómetros más…
«Cruzar el pasillo de los héroes, que es como se define a los últimos 1000 metros que te llevan a la línea de meta es muy difícil de describirlo en palabras, es muy grande la emoción, es una prueba de superación personal», define Cichanowski al momento culmimante del triatlón.
Más de uno se queda en la antesala de la gloria, no puede completar la carrera en ese tramo decisivo, presa del agotamiento físico y las emociones.
Cichanowski aprendió a nadar ya con 22 años y se fue metiendo de a poco en este deporte extremo. Corrió 7 triatlones distancia half (medio Iron Man). «Mi primer Iron Man lo completé en Concordia-Entre Rios el de Noviembre de 2014», contó.
Como Viñas, Cichanowski es otro hombre de hierro. Porque para tener una vida normal, con responsabilidades, obligaciones y estar dispuesto voluntariamente a someterse al sufrimiento físico que implica un Ironman y su carga de duros entrenamientos, hay que tener no sólo un cuerpo de hierro, sino, sobre todo, una voluntad de acero.
«El entrenamiento siempre es duro, no hay lluvia, frío y mucho menos excusas para no entrenar», dice Fabián. Nadie lo duda…
El odontólogo posadeño que corrió la prueba deportiva más exigente del mundo
