La especulación inmobiliaria atenta contra la necesidad de viviendas

El desequilibrio del mercado inmobiliario en Misiones tiene muchas aristas y la principal es la especulación con los valores de los terrenos o propiedades. El Estado puede invertir miles de millones de pesos, pero siempre correrá detrás de una demanda creciente.
Los desmesurados valores que se pretenden por una propiedad, exponen a que sea el Estado el único capaz de resolver la demanda.
Según datos oficiales, apenas un cinco por ciento de la población puede acceder por si mismo a un terreno, casa o departamento, recurriendo a créditos o por recursos personales o familiares. El resto, calculado en 80 mil personas, depende casi con exclusividad del Estado o está condenado a vivir en alquiler. A pesar de que la población salió de la pobreza desde 2003 y en general tiene empleo, la mejora de vida se neutralizó por los exorbitantes valores inmobiliarios. Una propiedad se revaluó en 8000 por ciento. no hay ninguna actividad que tenga una mejor rentabilidad. Es decir que quienes poseen un terreno, si no es para vivienda familiar, simplemente se sienta a esperar que suban los valores, para, en algún momento, decidirse a vender. Lo mismo sucede con los alquileres.
Ese desequilibrio si no se subsana urgente, puede derivar en un incremento de la intrusión en zonas rurales o periurbanas. Los datos oficiales indican que hace doce años se contabilizaban 2.500 intrusos y hoy se calcula que hay 25 mil. «En el fondo, no tienen casa, porque nadie vende los lotes», explicó un funcionario preocupado por la situación.
Una de las claves para entender el proceso de revalúo inmobiliario y la especulación con los valores, es la tasa que cobran la Provincia y los municipios a la tierra ociosa. Es casi inexistente. Una propiedad de dos hectáreas que apenas está amurada, en una zona que tuvo un intenso crecimiento gracias al asfaltado y el crecimiento de Posadas, con todos los servicios, paga apenas 900 pesos al año.
Es central aumentar impuestos y tasas a las tierras ociosas, improductivas o terrenos baldíos.
En Posadas se calcula que hay 800 hectáreas desocupadas, en manos de 50 personas, que generan un «efecto tapón» para inversiones que no se concretan porque no hay acceso a la tierra. Los especialistas consideran que a diferencia de lo que ocurre en Misiones, se debería desgravar la venta inmobiliaria, para facilitar la venta y operaciones de construcción. En cambio, se debería gravar con fuerza la tierra ociosa. En cambio, aquí se gravó la venta, lo que dificulta las transacciones o facilita negociaciones en negro.
Hay más de 1.200 créditos otorgados del Procrear que no se pueden ejecutar porque no hay lotes disponibles. Son 1200 millones inmovilizados que podrían estar girando en la economía misionera.
Se calcula que unas 200 familias son propietarias del 95 por ciento de la tierra ociosa de Misiones entre rural y urbana. Pero tributan muy poco.
Mientras tanto, el Estado sigue haciendo ingentes esfuerzos para satisfacer la demanda. Acaba de comprar nuevas dos mil hectáreas que se sumarán a las 740 donde ya se construye Itaembé Guazú, cuyas primeras viviendas se sortearon ayer.

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