Tendencias: Constelar para poner en escena el alma familiar

Cristina Llaguno es consteladora, discípula del terapeuta alemán, Bert Hellinger, quien creó y desarrolló las constelaciones familiares y sistémicas. Hace 14 años viene a Misiones para enseñar que todas las relaciones pueden ser miradas, trabajadas, mejoradas, sanadas, resueltas a través del trabajo de las llamadas constelaciones familiares que, a través de movimientos de reconciliación y amor se constituyen en una filosofía para la vida.

Las personas van a sus talleres para «reconciliar lo que estaba separado y para sanar lo que se puede sanar lo que me pertenece, porque cuando nacemos tenemos mucha información de todo lo que ha pasado, triste, desgraciado, lo que salió mal en las generaciones anteriores», explicó la terapeuta y agregó que «yo voy a constelar y se constelan relaciones que están desordenadas, y vamos a ver qué pasa con esta relación, qué me pasa a mí con esta relación y en base a eso hay cambios enormes».

Quién es Cristina Llaguno

Llaguno es oriunda de  Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, además de consteladora es abogada, mediadora, y terapeuta transpersonal egresada del Grof Transpersonal Training. Es fundadora y directora desde diciembre del 2007 del Centro de Constelaciones Sistémicas de Chile, y desde el 2002 a la fecha ha realizado más de 600 talleres y convivencias de constelaciones desde Ushuaia y Punta Arenas hasta Arizona en EE,UU. Imparte entrenamientos en constelaciones en Argentina, Chile y EE.UU. Escribió un libro que se llama «Amor en movimiento», que permite «traer a la luz aquello que nos impide ser felices y fluir con nuestra vida y destino».

Cristina Llaguno
Entrenadora en Constelacones, Cristina Llaguno (derecha) y Graciela Karabín, una alumna de Posadas.

Audio de Cristina Llaguno. (Radio Libertad)

En su visita al multimedio Misiones on Line explicó que las constelaciones sistémicas se dividen en varias ramas: familiares, para enfermedades y síntomas para empresas, jurídicas, en pedagogía, y otras, en las cuales «las personas llegan al encuentro y el constelador está sujeto a las sorpresas porque nunca sabe lo que la persona le va a pedir».

A su vez, las personas van para «reconciliar lo que estaba separado y para sanar lo que se puede sanar lo que me pertenece, porque cuando nacemos tenemos mucha información de todo lo que ha pasado, triste, desgraciado, lo que salió mal en las generaciones anteriores».

«Venimos como inocentes»

Según indicó Llaguno, «nosotros venimos al mundo como inocentes vulnerables, como niños, hijos creemos inconscientemente que venimos a sanar todo lo que nuestros padres y nuestros abuelos no pudieron, los hijos creemos que tenemos que venir a la vida para hacer felices a nuestros padres, cuando en realidad los padres nos traen a la vida para hacernos felices a nosotros».

Entonces, en una práctica de constelación, por caso  si a una mujer de 40 o más «si yo le pido que se relacione con dos personas que representen a sus padres, la persona se coloca detrás de “sus padres”, entonces ahí me doy cuenta que tenga un padre o madre enfermos, que ella les está pagando su alquiler, obra social, les hace las compras, les lleva al médico, de pronto eso no es el lugar de un hijo, porque lo que ocurre también que en esa familia hay más hijos y están muy campantes en su rol de hijo mirando a sus propias familias, y hay uno siempre que se queda cuidando a los padres desde un lugar difícil, desde el lugar de su ser abuelo, padre de sus padres, desde allí hay mucho resentimiento y enojo hacia sus hermanos que hacen su vida».

Y así cuando muere uno de los padres empieza a haber problemas sucesorios graves porque hay uno que se siente con más derecho que los demás, porque lo cuidó, estuvo más cerca, etc.

Esa persona lo cree natural en realidad somos todos iguales, no hay un hijo menos igual que otro para los padres, los padres sienten afinidad por determinados hijos, que son casualmente, y esto es muy interesante, por ejemplo si soy la hija mayor y si madre es la hija mayor y la pasó mal me hará a mí la vida a cuadros para que yo sienta lo que ella sintió cuando ella era chica, si mi madre está peleada con su hermana va a ver con buenos ojos que mi hermana y yo no nos hablemos”.

“Estamos en piloto automático”

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La terapeuta dijo que los acontecimientos de siete generaciones pasadas y con mayor peso de bisabuelos, abuelos y padres ejercen una influencia sobre nosotros, lo que no salió bien, lo que no se resolvió aparece como mandatos inconscientes a ser resueltos.

Y a la vez, «nosotros al tomar decisiones día a día, estamos influyendo en la vida de siete generaciones por venir».

Y agregó que «nosotros creemos que somos muy originales y muy modernos y resulta que estamos repitiendo una y otra vez lo que pasó en la familia, por ejemplo, en mi familia mis dos bisabuelos por parte de mi madre perdieron a sus mujeres en el parto del segundo hijo y se quedaron viudos criando a sus hijos solos, ninguno se casó, esos hijos crecieron y nació mi abuela, mi abuelo y tienen hijos, pierden uno chiquito de 8 años por sarampión, y luego vengo yo que soy la primera nieta, me caso con un misionero, casi me muero en el parto pero murió el bebé, me divorcio y adopto dos chicos, un niño y una niña, igual que mis bisabuelos y desde ese momento no me volví a casar más como ellos, y también perdí ese niño en el parto como perdió mi abuela a ese hijo pequeño.

Con este ejemplo quiso decir que «algo nos va llevando a repetir siempre y no es el famoso karma, lo que nos va llevando a repetir siempre es estar mirando el pasado, no sabemos vivir en el presente, estamos en piloto automático, me pasó muchas veces al acompañar a personas que fallecen, me dicen en el último minuto no reconozco a mis hijos, los veo y digo qué hice durante 50 años, cómo fue que crecieron y generaron su propia familia, dónde estaba yo que no ví todo eso, y son personas que viven en la queja permanentemente, que se sienten víctimas, yo siempre les hago broma porque hay una especie de curso para ir avanzando en la vida, después de víctima viene mártir, después santa y ahí se dan cuenta que están en un lugar muy equivocado que no haría felices a sus hijos”.

Sanar la relación con la madre

La consteladora aclaró que «no podemos sanar a nuestra madre, lo que podemos hacer es sanar la relación que tenemos nosotras con ella, ella es perfecta tal como es, por algo la tenemos, por algo el Universo nos entrega esa madre para que evolucionemos y aprendamos algo, si quiero cambiar esa madre estoy en una posición de soberbia enorme, porque el chico no puede cambiar al grande , yo como la más chica tengo que encontrar mi lugar como nieta, como hija, como pareja, como mamá de estos hijos que tengo, si yo encuentro mi lugar todo lo que está a mi alrededor se acomoda solo».

«Yo voy a constelar y se constelan relaciones que están desordenadas, y vamos a ver qué pasa con esta relación, qué me pasa a mí con esta relación y en base a eso hay cambios enormes», dijo.

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