¿Por qué impulsamos la filosofía en el Nivel Inicial?

Por el doctor y profesor Guillermo Hassel

Desde hace casi una década venimos insistiendo en la necesidad de instalar la filosofía en el nivel inicial de la escuelas de Misiones, sean de gestión estatal o privada. Quizás nos hayamos adelantado porque “Las brevas no estaban maduras” pero ahora, con el dictado de nuevas normas nacionales y el impulso dado a la formación desde el embarazo, con la participación activa de la familia acompañada por la escuela y la sociedad, estamos convencidos que es el momento adecuado.

Esa es la razón de la conformación de un equipo que tendrá a su cargo la elaboración del Programa de Filosofía para el Nivel Inicial desde la sala de tres años (pero en ambas direcciones temporales), pues ese es el momento – tal como determinó la neurociencia – que el pequeño inicia la formulación de los porqués, el pedido de que nadie los lleve sobre sus hombros sino que reclaman aproximadamente por ese momento de su vida que se les enseñe a andar por sí mismos.

Por esa causa debemos ser impulsores de cambio real, encontrando caminos que nos permitan salir del aburrimiento propio de quienes se atan a las modas, la publicidad, el cuerpo y la apariencia.  Es como si todo pasara por fuera, que todo fuera relativo.

 

La presión social hacia las escuelas

Obviamente que las instituciones escolares sufren también esa presión. Son criticadas por no responder a las necesidades de la sociedad, presentándose un claro divorcio entre la familia, la escuela y la comunidad las que, sin embargo, deben trabajar de manera mancomunada.

Es cierto, como reconocen muchos especialistas, que durante mucho tiempo, la institución escolar, nacida bajo la inspiración de las ideas de la ilustración, se ha limitado casi únicamente a transmitir los saberes fundamentales, científicos o técnicos, que necesitan los individuos para desempeñar las funciones que demanda la sociedad, es decir, básicamente, para ser posible su inserción en el mundo laboral.

Pero actualmente vivimos en una sociedad que clama por la paz, por la igualdad de derechos y oportunidades, por la conservación y mejora del medio ambiente, por vivir de una manera más saludable; una sociedad que necesita formar sujetos autónomos y críticos, capaces de respetar a las personas que opinan de distintas maneras y a la vez de defender sus derechos.

La dignidad y el valor que se atribuye el ser humano constituyen el fundamento y la fuente de todos los derechos, así como los demás principios que regulan la vida social. El hombre es el centro y el fin de la sociedad, nunca puede ser medio para algo o para alguien, razón por la cual los recursos económicos y culturales deben ponerse a su disposición para lograr su desarrollo y felicidad.

Por estas causas, es imprescindible que la Escuela responda fijando, desde los lineamientos pedagógicos y didácticos, los contenidos que integran la Formación Ética y, tal como se expresan en los diseños curriculares, la Identidad y autoestima, la Autonomía, los Valores de convivencia y la Conciencia del valor del hábitat son los cuatro grandes propósitos de la misma.

Claro que también debe tenerse en cuenta la integración e intersección de contenidos de las distintas Áreas a efectos de proponer proyectos específicos para la comunicación y la aplicación de conocimientos de distinta índole en el contexto de las circunstancias y problemas que los alumnos enfrentan en su vida personal y social, cuyo tratamiento requiere el aprendizaje de competencias morales y la adopción de actitudes fomentadas en el ámbito de la Formación Ética, ya que la reflexión en este campo constituye un eje básico en el proceso de humanización.

Atender las realidades locales

Por los motivos apuntados y atendiendo a las realidades locales, es que debemos continuar defendiendo con ahínco la provincialización de las soluciones en el marco del fortalecimiento local para poder integrar una Nación sólida y desarrollada, pues nadie puede creer que se conforma un cuerpo sano y fuerte con miembros débiles y enfermos.

Nuestra idea central es que la educación debe atender las actuales situaciones y específicas problemáticas locales, impulsando la búsqueda de soluciones apropiadas para las demandas, bien concretas y precisas de la comunidad. Continuar con los proyectos de Educar en los Valores emprendidos desde hace varios años; no abandonarlos, que sigan creciendo en un imprescindible ida y vuelta que nos renueva y enriquece a todos.

Impulsamos consecuentemente que la escuela que predique sobre valores, estudiando dónde está la organización como entidad social, qué conflictos presenta la realidad más cercana, cuáles son los disvalores más evidentes, qué se echa de menos para que todo mejore un poco. Los valores, han dicho distintos filósofos, nombran algo que falta, que no está allí y debería estar. Por supuesto que es más fácil decir aquello que está mal en lugar de trabajar para decidir que se debería hacer.

Documentos nacionales hacen un repaso de todos los valores que chocan con otros valores opuestos (contravalores o disvalores) que desactivan a los primeros.

La solidaridad está amenazada por la competitividad, el afán de riqueza y de ser el primero y la complacencia individualista de lo que se posee.

La paz choca con los brotes de violencia, el terrorismo y las guerras.

La libertad está produciendo seres egoístas, desinteresados por el bien común y los problemas que deberían ser de todos.

La igualdad se tambalea ante nuevas discriminaciones de extranjeros, ancianos o enfermos.

La calidad de vida tiende a transformarse en consumo desenfrenado, más cuantitativo que cualitativo.

La democracia tropieza con el descrédito de las instituciones y los discursos descalificadores.

La tolerancia imprescindible en una sociedad que quiere ser plural, no es sino la respuesta a fracturas sociales en un mundo que se cree civilizado.

La preservación del medio ambiente parece inviable en una economía que todo es usar y tirar.

La salud potenciada por un cuidado del cuerpo desde hace unos años, es incongruente con el aumento del tabaquismo, las drogas, embarazos prematuros, etc.

Estas contradicciones ponen de manifiesto la dificultad de llevar a la práctica lo que reconocemos como valores cuando la realidad va en contra de ellos. Esto implica que necesariamente la escuela ha de partir de realidades previas al ingreso del niño a la institución escolar, aceptando y perfeccionando las cuatro vías por las que llegan a la labor escolar, los indicadores de los valores en cuanto fenómeno social: las costumbres, las normas o leyes, el bienestar público y las creencias.

Filosofía para niños

En dicho contexto proponemos, como ya hace muchos años, continuar avanzando en este camino de ayudar a los niños a reflexionar, descubrir y actuar con libertad responsable. Es por eso que insistimos en presentar un programa de Filosofía para niños del Nivel Inicial como uno de los programas innovadores que trabajan por el pensamiento crítico.

Es que, tal como indican los especialistas, el desarrollo de determinadas destrezas no se puede lograr en el vacío sino ejercitando sobre un contenido específico, puesto que es imposible desarrollar las destrezas propias del comportamiento si no fueran acompañadas por la discusión y el análisis de los temas.

Filosofía para niños se presenta como un programa de desarrollo global de las capacidades del alumnado de diferentes aspectos de su personalidad, postulando que los niños deben “hacer” filosofía durante la semana, con el objetivo de conseguir que los niños sean capaces de:

  • Pensar por sí mismos de forma crítica, creativa y solidaria.
  • Desarrollar las posibilidades de reflexión y de análisis del mundo en el que viven.
  • Ejercitar las habilidades de diálogo y de escucha.
  • Promover el sentido de comunidad como preparación para una sociedad democrática.
  • Que puedan convertirse en buenos investigadores, capaces de preguntarse en qué clase de mundo quieren vivir, si éste es el mejor de los mundos posibles y qué pueden hacer ellos para construir un mundo mejor.

La base de la cual partimos es considerar desde el primer momento al niño como una persona plena, capaz, por lo tanto, de pensar por sí misma, de tomar sus propias decisiones, idóneo para prever las consecuencias de lo que hace, que tiene la posibilidad de ponerse en el punto de vista del otro.

Se busca fomentar las habilidades y actitudes que permiten a los niños interpelar, en una forma estructurada, aquello que ellos mismos han identificado como importante, buscando la construcción del sentido es un imperativo educacional. Por ejemplo, preguntándose qué sentido tiene la amistad, o qué significa ser justo.

 

Nivel Inicial y Filosofía

Sabemos que hablar de filosofía en la educación inicial suena como un atrevimiento. Sin embargo, en base a las experiencias personales como docentes y padres, sumado a los resultados de las investigaciones recientes, todos quienes estamos relacionados con los niños pequeños sabemos que piensan y verbalizan lo que piensan y a veces de forma muy enfática.

Es habitual afirmar que los niños y los filósofos tienen en común la capacidad de maravillarse, de hacerse preguntas, de interrogarse sobre lo obvio. Ya que esto es una constatación histórica, consideramos que el nivel inicial es un momento ideal para iniciar el trabajo con filosofía, compartiendo la opinión positiva de tantos estudiosos como Irene de Puig y Angélica Sátiro.

Es que no podemos dejar de remarcar que las primeras interacciones del bebé con el mundo que lo rodea estimulan el desarrollo de sus potencialidades, respetando su naturaleza y ritmo de desarrollo interno. Es decir, desde el momento de la gestación, el niño transita un camino de formación y transformación constante. Los primeros años de su vida definirán en gran parte su personalidad, sus actitudes y sus ideas del mundo. Su cerebro estará desarrollado casi en su totalidad al alcanzar el fin de la primera infancia.

Los primeros seis años de desarrollo psíquico, emocional y espiritual son clave. Allí ese niño tiene su primer contacto con las personas que forman parte de su círculo íntimo, con su entorno físico y con la naturaleza. También empieza a participar socialmente y aprende a comunicarse mediante la palabra. Aprende sobre la religión, la cultura y las costumbres de su familia.

La atención amorosa y respetuosa de la familia sumada al apoyo de la escuela y su entorno, el aprovechamiento de las ventanas de oportunidad, la exposición a ambientes ricos en experiencias sensoriales y la estimulación del desarrollo motriz que reciba el niño es lo que le permitirá desarrollarse plenamente en armonía y balance emocional.

Es el rol de la educación, como una ayuda para la vida, estar al servicio del niño para cubrir todas estas necesidades. La educación debe proteger la vida psíquica del niño, desde la preparación del hogar, el trabajo con los padres y la comunidad. Esto permitirá que ese niño se desarrolle saludablemente y pueda explotar al máximo sus aptitudes cognitivas, lingüísticas y sociales, para luego convertirse en un adulto creativo, crítico e íntegro.

 

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