Los estados del Estado

«Descubrimos que no es suficiente aumentar el PBI per capita, que la distribución no viene sola. Es necesario hablar de distribución del ingreso no sólo social sino geográfica». La definición pertenece al ex presidente chileno Ricardo Lagos y la dio durante su disertación en el foro «Declining Inequality in Latin America: Are the Good Times Over?» (Desigualdad en América Latina: ¿se acabaron los buenos tiempos?) que organizó el Watson Institute for International Studies (Brown University) en Providence, Estados Unidos.
Lagos manifestó «es fácil reducir la pobreza, pero es extremadamente difícil cambiar la distribución del ingreso», dando en el clavo en uno de los dilemas de la política en Latinoamérica. Que lo diga Lagos no es menor. Es un referente para los principales dirigentes de la derecha latinoamericana por su gestión en Chile. Paradoja, su gestión se caracterizó por un conservadurismo que basó su éxito en la apertura de la economía hacia Estados Unidos y que lejos estuvo de resolver las desigualdades en su país. Descubrió la fórmula varios años después de abandonar el cargo.
Sin embargo, el crecimiento económico de Chile es el espejo en el que eligen mirarse los principales referentes de la derecha latinoamericana. Y Lagos devuelve gentilezas apoyando intentos a las oposiciones en la región.
Para alcanzar la distribución no basta, como comprueba Lagos después de varios años, con la “llegada de inversiones” o facilitar el “clima de negocios”, como reclaman empresarios y declaman opositores en campaña.
La secretaria General Iberoamericana Rebeca Grynspan, intervino en el foro del Centro de Estudios para América Latina y el Caribe de la Universidad de Brown, y reconoció los avances de América Latina en estos años, destacando en primer lugar la democracia, dado que el gran impulso a la redistribución económica vino solamente después de instaurarse la democracia en la mayor parte de la región.
Es, casualmente, esta democracia cuestionada por las oposiciones y el establishment, porque es distinta a aquella democracia acartonada de los 90 y años anteriores, en los que las políticas emanaban de las oficinas de Washington, extendiendo en el tiempo la agonía de las mayorías latinoamericanas.
En la democracia actual que recorre Latinoamérica, en cambio, es el Estado el que tiene un rol preponderante en la distribución del ingreso.
La fórmula en Argentina es potenciar el mercado interno, que vuelve en mayor consumo y alimenta las ganancias de los dueños de la producción. No debería haber problemas, ya que la ganancia no es menor. Sin embargo, las tensiones se manifiestan en una feroz oposición y las promesas de aplicar gastadas recetas de ajuste en los gastos del Estado.
El Estado se agrandó. Se agrandó mucho. Y se agrandó esencialmente porque extendió un brazo contenedor para contrarrestar inmensas inequidades.
No es el mismo Estado de los 90, aunque la oposición siga haciendo campaña con frases y clichés que parecen congelados en el tiempo. Nada demasiado distinto a lo que proponía De la Rúa cuando se prometía terminar con el menemato. Pero el ajuste que aplicó apenas asumió para sostener la Convertibilidad y seguir recibiendo dinero prestado del Fondo Monetario Internacional, no fue más que la catapulta hacia su salida apresurada por la azotea de la Casa Rosada.
No es igual este Estado al del menemismo o al de Fernando Henrique Cardoso en Brasil o el propio Lagos en Chile. El Estado en la región abarca más porque incluye más y porque se generaron nuevas demandas.
El Estado anémico, como definió el gobernador Maurice Closs en su mensaje del viernes al pueblo de Misiones en la Cámara de Diputados, se deshizo de casi todas sus responsabilidades, malvendió empresas y pretendió que el derrame iba a llegar con la apertura económica, una teoría extendida por el ex superministro Domingo Cavallo que fue la estrella del menemismo y, no casualidad, de la propia Alianza.
El derrame nunca llegó y, en cambio, dejó un tendal de pobreza y desempleo que avergüenza por su magnitud.
Aquel Estado anémico y ausente se contrapone con la definición del propio Closs sobre sus ocho años de gestión, como continuación de los primeros cuatro de la Renovación, desde 2003 con la conducción de Carlos Rovira.
Closs basó su último mensaje de Estado a los misioneros en un recorrido por los resultados de sus dos gestiones, estructurado en la ampliación de derechos, el crecimiento de la economía; la inversión en infraestructura y el orden en la administración fiscal. El crecimiento y el desarrollo se pueden lograr y Misiones es un buen ejemplo, sin necesidad de hipotecar al Estado con endeudamiento.
La herencia recibida por la Renovación fue una deuda real que superaba el valor de dos presupuestos provinciales en los 90′. A valores actualizados serían unos 55 mil millones de pesos.
Hoy la deuda asciende a 3.700 millones de pesos. Este valor significa que la próxima gestión recibirá una deuda que será inferior al diez por ciento de la ejecución presupuestaria de 2.016, en pesos, a una tasa fija del 6 por ciento anual, y cuyo principal acreedor es el Gobierno nacional.
El presupuesto ejecutado a fines de este año será de 33.700 millones de pesos.

Closs Rovira Passalacqua

Los derechos ampliados son muchos, pero se reflejan esencialmente en la educación y en la salud. Tres datos estadísticos enumerados por Closs reflejan que la enorme inversión y gestión en salud han dado sus resultados, que son «sinónimos de vida, de esperanza, y de sueños de los misioneros».
El índice de mortalidad infantil a principios de los 90′ era de 32 por cada mil nacidos vivos, al 2.007 se redujo al 13,71, y en 2.014 a 9.38 defunciones por cada mil nacidos vivos.
«La ciencia y la tecnología han avanzado y han ayudado muchísimo a producir estos resultados; pero nuestra gestión llevo a que Misiones por primera vez en la historia esté varios puntos por debajo de la media nacional, con mejores índices que todo el norte argentino», destacó Closs.
La tasa de mortalidad materna por cada 10 mil partos, bajo de 8 puntos a 2,5 en el año 2.014. Misiones está hoy a niveles óptimos internacionales. La esperanza de vida de los misioneros subió de 72 a 75 años.
La inclusión fue el denominador común en educación y los números lo reflejan. En 2.007 existían 365 mil alumnos en el sistema educativo. En 2.015 hay 415 mil, lo que representa un incremento del 14 por ciento.
Había 1.451 instituciones y hoy hay 2.163, con un crecimiento de 50 por ciento. Ha sido la Educación uno de los principales generadores de empleo. Los números son contundentes: se pasó de 22.300 docentes a tener 29.800, siendo la variación de un 33 por ciento.
La cantidad de horas cátedra pasó de 185 mil a casi 300 mil, siendo el crecimiento superior al 60 por ciento.
Toda esta generación de empleo al servicio de la educación supone una erogación adicional en salarios docentes, a valores actuales cercana a los 850 millones de pesos anuales.
La cantidad de alumnos en el sistema educativo del nivel inicial pasó de 34 mil alumnos a más de 44 mil en el año 2.015, siendo el incremento de un 30 por ciento. El gran salto se dio en la universalización de las salas de 4 años que pasaron de 5 mil a más de 17 mil nenitos.
El desafío sigue siendo, en la secundaria, contener en lugar de expulsar en el trayecto, a casi la mitad de los jóvenes que ingresan. Es un dilema que genera intensos debates porque las opciones que aparecen son flexibilizar contenidos o endurecer el sistema.
Un poco de todo debe haber, pero es algo de lo que educadores y Gobierno, sociedad tienen que ocuparse con urgencia. Está claro que no es con menos, sino con mayor inclusión que se podrá revertir esta tendencia para sacarles a los jóvenes el estigma de ser un NI-NI.
El Estado se agrandó también por tender puentes con amplios sectores de la sociedad invisibilizados, salvo por algunos medios que hacen de la pobreza una crónica de la antipolítica.
La pobreza vende cuando se la exhibe en los noticieros o en las tapas de los diarios como un caso más de desnutrición. Pero nunca antes ningún Gobierno se había ocupado ciertamente por combatirla.
El derrame nunca llegó hasta los bordes vergonzantes de la sociedad. La Asignación Universal por Hijo es un paliativo eficaz contra este drama, pero aunque necesario, insuficiente si no se toman medidas paralelas que amplíen derechos y aumenten la inclusión.
El programa Hambre Cero fue ideado en Misiones en esa dirección. Pero no fue sencilla la implementación de “una de las experiencias de gestión más importantes que he vivido”, como expresó Closs.
“Casi con una visión romántica pensamos que se trataba de identificar los casos para luego, con un par de charlas y un seguimiento, lograr que esa asignación llegue transformada en alimentos a la panza de nuestros nenitos. La realidad nos golpeó y nos dimos cuenta que alimentarse era difícil si no tenían donde cocinar, si no tenían mamaderas, si no tenían utensilios, fue así que entregamos ollas, mamaderas, utensilios y frazadas. Reforzamos la AUH con tarjetas alimentarias, además se entregan bolsas de verduras y productos de la chacra. Advertimos que la mayoría de las madres no tenían la escuela primaria y es por eso que incentivamos su ingreso al sistema educativo. Cerca de 3 mil casas donde vivían nenitos afectados fueron intervenidas por el Plan Techo. Priorizando los casos donde había personitas con problemas de discapacidad llegamos a reemplazar 198 letrinas por baños instalados, y construimos 53 casas nuevas para los casos más extremos», enumeró el Gobernador.
Luego de haber controlado a 410 mil personas, están incluidos en el plan 10.842 de las cuales 10.043 misioneros, de no haber sido por esta política “andarían desnutridos por la vida con un presente lastimero y un futuro condenado”.
La Asignación Universal por Hijo, Pensiones, Jubilaciones, Tarjetas alimentarias, Plan Hambre 0, alcanzan también a prácticamente a la totalidad de los habitantes de los pueblos originarios impactando en una población de casi 9 mil guaraníes.
Esta inclusión es apenas la punta del ovillo y puede desaparecer de las prioridades en un santiamén.

tapa recontracloss

 

La teoría del derrame sigue viva en muchos dirigentes que aspiran a gobernar el país. Mauricio Macri, sin ir más lejos, justificó el trabajo esclavo detectado en su municipio -fallecieron dos niños en un incendio de un taller clandestino- con una justificación en la que la culpa es prácticamente de la víctima. “Es una situación de tipo que uno dice «la gente no puede trabajar en estas condiciones» y la gente te contesta ¿usted que se mete? Si yo quiero trabajar así déjeme«, describió el intendente porteño, fortalecido por el previsible triunfo de su partido en las PASO porteñas, que, entiende, será la catapulta para llegar a la Rosada.
“El mejor combate de esos abusos es lograr tener un país en crecimiento donde haya tanta demanda laboral que estos explotadores no encuentren gente que se quiera someter a este abuso», insistió. La teoría del derrame en su máxima expresión. Parece que no se actualizó en el pensamiento de Lagos, quien es, según dice, “el ejemplo a seguir”.
No es el único que expresa una mirada crítica sobre el rol del Estado.
El secretario general del gremio ferroviario La Fraternidad, Omar Maturano, se reunió con Macri y afirmó que quien gane las elecciones «tendrá que hacer un ajuste» de las tarifas del ferrocarril para que la «empresa dé ganancias aunque sea estatal».
«No puede ser que un trabajador haga 24 kilómetros en tren y pague 2 pesos», dijo el representante de …los trabajadores… Añadió que Macri «compartió la idea de que si una empresa estatal es deficitaria, hay que buscar la forma de que no pierdan dinero». Puerta abierta al regreso de las privatizaciones en pos de la «eficiencia».
La visión de un Estado inclusivo se pone en juego en seis meses. Y nada está garantizado cuando toda la oposición se enfoca en achicar al Estado y seguir recetas que caigan bien en el establishment.
Por eso no sorprende que en medio de un clima electoral, el Fondo Monetario Internacional haya brindado sus «recomendaciones» que van a contramano de lo hecho en los últimos doce años.
El Fondo recomendó que Argentina reduzca el nivel de gasto público, devalúe su moneda y levante los controles a las importaciones y a la compra de moneda extranjera.
Aunque las pruebas empíricas refutan sus teorías, el organismo financiero insiste en viejas y actuales recetas que llevan al fracaso a los gobiernos que las adoptan, como la propia Argentina hasta la caída de De la Rúa o los países europeos que hicieron de la contención del gasto un fin en si mismo. El Fondo cuestiona la expansión fiscal del Gobierno, aunque reconoce que el estallido tantas veces pronosticado, no llegó.
También admite que la inflación está contenida pero advierte que el país está afuera de la colocación de bonos, algo que la realidad se encargó de desmentir con la exitosa colocación del Bonar 24, que superó las expectativas del propio Gobierno al conseguir 1.500 millones de dólares.
No es la primera vez que el FMI falla en sus «recomendaciones» y, a esta altura, sería llamativo que acertara en alguna, aunque para la oposición sea prácticamente un oráculo.
En Misiones la oposición también mantiene discursos no demasiado diferentes a los que se vienen repitiendo desde hace muchos años. «Administrar bien», «bajar la presión fiscal», es lo más escuchado entre los aspirantes a llegar a la Rosadita.
En esa mirada contable, administrar bien es gastar menos, aunque en esa ecuación se pierda la diferencia entre el gasto y la inversión.
De hecho, dicen y escriben «gasto educativo» o «gasto en salud», cuando son ambas inversiones sociales fundamentales para el desarrollo con equidad.
De todos modos, en la provincia todavía no aparece un proyecto opositor como “contramodelo”.
Los egos y las sutiles diferencias están demorando la posibilidad de una gran alianza opositora a la que algunos, como Héctor «Cacho» Bárbaro, le ponen fecha de caducidad si no se firma.
«Si no se arma en 10 días, no habrá frente», desafió el chacarero que exige ir en la fórmula principal, puesto por el que pugna con el macrista Alfredo Schiavoni, otro que le puso límites al aglomerado en el que no «quiere a kirchneristas».
Mientras sigue negociando con la UCR, aclaró que si se incluye en la alianza a candidatos kirchneristas -como definió a Bárbaro- el PRO irá solo a las alecciones.
Del otro lado, Claudio Wipplinger también puso paños fríos al acuerdo que se viene gestando desde el año pasado. El diputado de Trabajo y Progreso advirtió que el radical Gustavo González no «mide» en su candidatura a gobernador y le recomendó que sea candidato a intendente de Eldorado. Wipplinger está convencido de que una fórmula con Bárbaro sería mucho más redituable que un amontonamiento opositor en el que los espacios a repartir son menores.
El radicalismo sigue tejiendo la idea de la alianza, pero sabe que los tiempos se acortan y que las exigencias de sus casi socios van creciendo para meter presión. Sin embargo, sus dirigentes confían en que se arribará a buen puerto.
En el Frente Renovador hubo muestras de unidad en la conducción y gestos de afecto entre Closs y Carlos Rovira, líderes fundadores de la coalición gobernante, a los que se unió el vicegobernador Hugo Passalacqua, el candidato emergente del consenso.
“Nuestra Renovación se somete a la voluntad popular, como siempre en este tiempo convocadas ya las elecciones y nos va a ir bien porque hicimos muchas cosas. Pero para que nos vaya bien debemos estar unidos, debemos respetar nuestras normas vigentes, debemos respetar nuestra conducción y debemos seguir estando cerca del pueblo de Misiones», indicó hace unos días el gobernador.
Y ese es el objetivo del trabajo político que encaran los principales hombres del oficialismo. La consigna es todos adentro con el objetivo de sostener lo logrado en la última década.
No es un concepto aislado. El senador Juan Manuel Irrazábal, hoy presidente del peronismo misionero, confirmó una idea que se venía manejando desde hace unos meses: el Frente para la Victoria en Misiones podría acercarse a la Renovación para «defender juntos el proyecto nacional y popular«.
En ese sentido consideró que lo que realmente se discutirá en el 2015, es si la gente votará a un proyecto nacional y popular que mantenga el desendeudamiento y esta política de Estado, o si se volverá a las políticas de endeudamiento que trajeron las consecuencias que todos padecimos en el 2001. «El primero es el modelo político que desde 2003 viene trasformando la Argentina, recuperando y ampliando derechos, trayendo obras y que genera las bases necesarias para que las nuevas generaciones vivan con tranquilidad», remarcó. Es, en definitiva, el mismo debate que planteó Lagos en el Watson Institute for International Studies.

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