Carlos «Manja» Manhardt vivía en una casa de alquiler en Eldorado, pero habitualmente estaba en Puerto Piray por cuestiones de trabajo.
El empresario se había separado hacía poco tiempo e inició una relación sentimental con Susana Laurenzo, una mujer oriunda de Pozo Azul, que también había terminado su vínculo de pareja con un hombre de Eldorado no hacía mucho. Ella es la testigo clave, porque vio al homicida, aunque no pudo apreciar sus facciones, porque el pistolero llevaba el rostro cubierto con un pasamontañas.
El empresario era el responsable de una firma de remises llamada Carman, que prestaba servicios a la empresa Alto Paraná. Utilizaba autos de alta gama, indicaron fuentes consultadas.
A Manhardt lo describían como una persona trabajadora y amable. No había referido a nadie problema alguno últimamente.
La noche en la que lo mataron había salido a caminar con su novia, como todas las jornadas. Recién había regresado y estaba en la galería de la residencia cuando lo sorprendió el asesino.
El crimen habría estado perfectamente planificado. El sicario sabía los movimientos de su víctima y espero a que llegara, entró caminando a la casa, disparó y luego huyó en la moto en la que lo esperaba un cómplice.
El dúo huyó por la calle La Paz hacia Suiza y ahí se perdió. Una versión que indagan los pesquisas es que se movían en una Zanella de 150 centímetros cúbicos gris y roja. Voceros policiales se mostraron cautos a la hora de ser consultados: dijeron que no hay muchos detalles de la motocicleta.
La calle La Paz, donde sucedió el hecho, es bastante transitada. Es un sector de casas costosas y en el horario en que asesinaron a Manhardt siempre hay gente haciendo ejercicios o caminatas.
Los detectives están convencidos de que no fue un hecho común de inseguridad: al empresario fueron directamente a matarlo y el crimen estuvo planeado al detalle.
Empresario asesinado: estaba recién separado, no tenía enemigos conocidos y trabajaba mucho con sus remises de alta gama
