Síndrome de la asímetría: un mal de las parejas actuales

Muchas son las parejas en las que no predomina el equilibrio. Un especialista analizó el síndrome de la asimetría, considerado hoy una de las principales causas de divorcio.
Ya van 6 años de pareja y Marcos todavía no puede cumplir con todo lo que le pide Betina. Ella se queja todo el tiempo de lo mismo y su mano derecha siempre está preparada para que sus dedos aparezcan de a uno enumerando todas las cosas que él no hizo. Ella reconoce que es difícil y exigente, pero bueno…es así. Inevitablemente, Marcos es un experto en defenderse frente a estas acusaciones y comprende que a veces puede ser difícil convivir con él pero a pesar de eso, no tiene entre sus planes a corto plazo, intentar cambiar. Con todo esto, se establece una dinámica de pareja en donde ella lo reta todo el tiempo y él se deja retar o inclusive hace cosas para que lo rete. Parecería como que Betina está «por encima» de Marcos. Como si ella fuera la madre de él y él el hijo que se porta mal.

Este ejemplo nos sirve para pensar el síndrome de la asimetría en la pareja. Una enfermedad de la que todas las parejas deberían vacunarse y prevenirse. Una enfermedad que puede tomar varias formas diferentes y donde el ejemplo del comienzo es sólo una de las tantas que existen.

«Una pareja asimétrica tiene en su pronóstico serias posibilidades de separarse». Así de contundente resultó el vaticinio del licenciado en Psicología Sebastián Girona (MN 44140), quien aclaró que «esto no necesariamente tiene que ver con el dinero, aunque también puede ser un factor importante».

Quién gana más y quién gana menos puede ser motivo de conflicto, especialmente si el que menos ingresa es el hombre. Aunque la sociedad haya cambiado bastante, todavía quedan muchos resabios de las viejas costumbres, entre ellas el hombre proveedor. «Pero más allá del dinero, el síndrome de la asimetría está relacionado con las posiciones que ocupa cada integrante de la pareja con respecto al contrato del vínculo», especificó el especialista consultado por Infobae.

«Contratando» una relación

Si bien no ocurre de manera explícita, cada pareja «firma» un contrato en los primeros tiempos del vínculo y este contrato, como todo buen contrato, dice qué se espera de cada uno, cuáles son los derechos y las obligaciones de los dos. «El contrato tiene aspectos implícitos y explícitos, partes conscientes e inconscientes pero el mayor riesgo es que sea asimétrico, esto quiere decir que una de las partes puede tener más obligaciones y menos derechos que la otra y por ende la otra tiene más derechos y menos obligaciones», ejemplificó Girona, y aclaró: «Lo que quede firmado en esos primeros tiempos va a ser lo que rija el vínculo de ahí en adelante».

De ahí la importancia que toma cada una de las «cláusulas», ya que con el paso del tiempo es mucho más complicado renegociar el contrato. Pese a que puede haber renegociaciones pequeñas todo el tiempo, según el especialista, «las cuestiones estructurales de la pareja son mucho más difíciles de modificar».
«El síndrome de la asimetría es una de las principales causas de separación porque el contrato del vínculo es el que le da equilibrio al mismo y cualquier desajuste que se produzca hace tambalear la relación -desarrolló Girona-. Esto no quiere decir que una pareja que dure en el tiempo no va a cambiar nunca el contrato. Todo lo contrario, todas las parejas, pasada determinada cantidad de tiempo, renuevan el contrato y modifican ciertas cláusulas. En esos momentos, la pareja atraviesa una reacomodación y depende cómo la transiten la pareja saldrá adelante o no».

Así, qué tanto se aleje cada uno de este contrato o cuánto dejen de respetar lo que se espera de ellos, implica dificultades y conflictos en la pareja.

«La regla de que toda pareja que tiene el síndrome de la asimetría peligra, como toda buena regla tiene su excepción. Existen parejas no tan parejas que perduran en el tiempo. Algunas parejas pueden tener como parte de ese contrato el liderazgo de uno sobre el otro o la distancia emocional», puntualizó, aunque reconoció que «algo que forma parte del acuerdo del vínculo durante mucho tiempo, puede dejar de serlo en cualquier momento».

Tipos de asimetrías

Girona explicó que «la asimetría puede ser tanto horizontal como vertical». «En la horizontal, el principal síntoma es la distancia, tanto física como emocional. La pareja no tiene puntos de encuentro ni de contacto y además presenta serias dificultades para dialogar hasta de los temas más cotidianos y sencillos. Hay distancia emocional pronunciada, él o ella están más allá de lo que le pasa al otro, ya no lo afecta, ni para bien ni para mal», detalló el especialista.

Y diferenció, en cambio, a la asimetría vertical, que «tiene que ver con que uno de los miembros de la pareja se sitúa por sobre el otro. Se presenta una situación jerárquica, como si hubiera un jefe y un empleado. Siempre se hace lo que el superior quiere sin importar lo que quiera, en este caso, «el empleado». Por supuesto, puede haber parejas que presenten ambas asimetrías, siempre con mayor presencia de una de las dos».

«Más allá de que la pareja presente asimetría vertical u horizontal, o ambas, la asimetría más grave es la estructural, es decir aquella que está presente desde el comienzo de la relación», insistió Girona.

Es que desinstalar algo que está desde el principio y que forma parte de la identidad del vínculo es mucho más complejo que luchar contra algo que empezó a pasar en los últimos tiempos.

Principales síntomas del síndrome de la asimetría

Solo uno decide el destino de la pareja: uno de los dos siempre decide todo y el otro acepta eso pasivamente.

-Problemas de comunicación: si tenemos en cuenta que el diálogo es el oxígeno de un vínculo, serias dificultades para dialogar pueden representar un alto riesgo para cualquier pareja.

-Roles fijos y estáticos, sin ningún cambio: cada uno hace determinadas cosas de determinada manera y eso no se puede cambiar.

-Desenganche emocional: a ninguno de los dos le interesa cómo está el otro. Están más allá el uno del otro y no existe conexión sentimental.

-El juego del gato y el ratón: críticas y reproches constantes por parte de uno que se constituye en el perseguidor y defensa frente a esto por parte del otro que toma el rol de perseguido.

-Dificultades para compartir tiempos juntos y solos: muchas parejas comparten excesivamente tiempo con amigos o familia y eso hace que sea muy difícil que puedan encontrarse en momentos para ellos solos.

Qué podemos hacer para combatir y prevenir el síndrome

-Detectarlo a tiempo: es una cuestión fundamental con respecto a este problema, cuanto más rápido la pareja tiene conciencia de esta situación más fácilmente puede tomar cartas en el asunto.

-Intercambiar los roles de la pareja: si sos siempre quien propone hacer cosas, correte de ese lugar. Hace un esfuerzo y espera a que sea el otro el que proponga. Vas a ver que algo cambia.

-Generar ofertas de encuentro: una oferta de encuentro es una situación cotidiana en donde un miembro de la pareja invita al otro a compartir algo de todos los días, por ejemplo ella lo llama a él para que escuche una canción que le gusta mucho.

-Generar actividades juntos y actividades separados: es importante que cada miembro de la pareja pueda tener un proyecto personal y al mismo tiempo un proyecto del vínculo. Los dos son importantes y equilibran la relación.

-Generar espacios para la pareja sola: esto que puede ser obvio, a veces no ocurre, ya sea por los hijos o por compartir mucho tiempo con amigos o familia. En estos espacios se puede generar el ejercicio del diálogo y practicarlo para que pueda mejorar.

Con todo lo desarrollado hasta aquí es importante que pensemos de qué se trata una pareja «pareja». «Me gusta pensar a la pareja como algo vivo y que tiene identidad propia, más allá de sus integrantes. Como tal, se encuentra en constante movimiento, goza de buena o mala salud y por lo tanto requiere de cuidados», definió Girona, al tiempo que remarcó que «en estos cuidados deberían estar presentes las necesidades de los dos«.

«Cada una en su momento y teniendo en cuenta su prioridad. No se trata de que la pareja sea completamente pareja, eso no es posible y tampoco serviría para nada. Se trata de que en la pareja cada uno pueda encontrar su propio lugar y se contemplen las inquietudes de ambos«, consideró el especialista.

Y finalizó: «Cuando pensamos en una pareja, pensamos en algo parejo, o sea dos compañeros que van uno al lado del otro, hombro con hombro. Que se pueden ayudar, acompañar e incluso potenciar y que además reparten equitativamente el poder. Puede ser que por momentos uno tenga más que el otro y viceversa, lo que hay que tratar de evitar es que exista un desbalance tan patológico como el del ejemplo. Todo esto evidencia que en cualquier pareja hay responsabilidades compartidas y que todo depende de los dos, si va bien o si va mal«.

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