«No debemos permitir que nos quiten la libertad que tenemos»

Religiosa, de profesión enfermera, Ivonne Pierron fue compañera de Alice Domon y Léonie Duquet, las monjas francesas secuestradas y sometidas a tormentos en la ESMA y luego arrojadas al mar en 1977. El entonces teniente de la Marina Alfredo Astiz fue el encargado de infiltrarse entre los familiares de las víctimas y entregarlas. Frente a la desaparición de sus compañeras, la embajada francesa embarcó a Ivonne disfrazada de abuelita en silla de ruedas y la salvó de correr la misma suerte. A su regreso al país, la religiosa retomó su tarea comunitaria en Misiones. El objetivo seguía siendo el mismo: «Defender los derechos de aquellos voces que no eran escuchadas.»

–¿Qué recuerda del 24 de marzo de 1976?
–De ese día no mucho. Mi edad me hace olvidar algunas cosas. Fueron años muy duros para la Argentina, pero también para toda Latinoamérica. Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay, dictadura en Uruguay. Fueron años negros para estos países. Los dictadores en la Argentina eran iguales a los nazis. Lo mismo que pasé en este querido país lo pasé en Francia durante la Segunda Guerra Mundial. Decir Videla, Viola, Galtieri, Bignone, e inclusive Martínez de Hoz es lo mismo que decir Hitler, Guebbel o Menguele.

–¿Insisto, para usted los militares en la Argentina fueron lo mismo que los nazis en Europa?
–Es así. Los militares y aquellos civiles que apoyaron el golpe de Estado admiraban el régimen nazi. Yo vi, con mis propios ojos, cómo torturaban a la gente hasta matarla. Los militares y los civiles que estaban con ellos eran sanguinarios. Torturaban y mataban a la gente sin importarles nada. Los drogaban y los tiraban al océano o mar desde los llamados vuelos de la muerte.

 

El 30 de marzo, la religiosa francesa Ivonne Pierron cumplió 89 años y tiene decidido seguir viviendo en Misiones hasta el último día de su vida, donde reside desde la década del setenta.

–¿Cuáles son las imágenes cuando recuerda esa época negra de la Argentina?
–Mucho dolor. Pero no solamente por mí sino por todos aquellos que desaparecieron. Por mis hermanas religiosas. Yo no me arrepiento de nada. Volvería a hacer lo mismo que hice si el tiempo volviera hacia atrás… Los militares argentinos y de toda Latinoamérica, al igual que los nazis, lo único que querían era dominar a todos.

 

–Gracias a gente como usted, como las Madres y las Abuelas, los argentinos podemos disfrutar de un país en democracia. ¿Se considera un ejemplo a seguir?
–Yo quiero rescatar a todos aquellos que dejaron su vida a favor de la democracia. Los 30 mil desaparecidos son un ejemplo a seguir, las miles de personas torturadas y que, por suerte salvaron sus vidas, son un ejemplo a seguir, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo son un ejemplo a seguir, al igual que mis hermanas religiosas francesas asesinadas.
–¿Estamos haciendo bien las cosas para que nunca más vuelva a suceder lo que vivió la Argentina entre 1976 y 1983?
–Sí. Yo tuve el honor de conocer al ex presidente Néstor Kirchner y a la actual presidenta Cristina. Primero Néstor y luego Cristina lucharon mucho para que todos los que participaron, sean militares o civiles, sean juzgados y terminen sus días en la cárcel. Debemos apoyar a la presidenta. Estoy convencida de que tiene la voluntad de que quienes violaron los Derechos Humanos y quienes participaron de la dictadura militar estén donde deben estar: en la cárcel.

–Usted es un ejemplo de vida. ¿Tiene algún mensaje para las generaciones venideras?
–Le agradezco su afirmación, pero permítame corregirlo. Ejemplo de vida, insisto, fueron las personas que dejaron su vida entre 1976 y 1983 para que todos podamos disfrutar de vivir en libertad. Yo lo único que hice fue lo que debía hacer. No soy quien para dar mensajes, simplemente digo que no debemos permitir por nada del mundo que nos quiten esta libertad con la que vivimos y por la que luchamos mucho.

 

Por Alejandro Fabián Spivak para Tiempo Argentino. 

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