Otra mirada: amar sin sombras ni Grey, lo que oculta la novela erótica

Un estudio sobre la posible influencia de la novela en las mujeres jóvenes, publicado en la revista científica Journal of Women’s Health, determinó que la historia enseña a las mujeres que el dolor y la sumisión son eróticos, y a los hombres que las mujeres quieren un hombre que las controle e intimide.

La historia entre Ana y Christian Grey contiene muchas mentiras sobre el amor y la sexualidad. En primer lugar, Christian, inmensamente rico, se presenta como “la fantasía sexual” más interesante para las mujeres. Pero realmente es una persona gravemente dañada. A los 15 años mantuvo una relación sumisa-dominante con una amiga de su madre que, como afirma, le dejó “perdido y con 50 sombras”. Sus obsesiones, debidas a su pasado como víctima, se tiñen de erotismo (realmente pornografía) para hacer del libro un negocio millonario, cuando en la realidad llevarían a cualquiera a la consulta de un psicólogo. Nos podemos preguntar cuál sería nuestra reacción si hubiese sido Ana la víctima de una relación patológica con un amigo de su padre y se fantasease sobre ello. Los problemas sexuales no son algo “sexy”: son problemas que hacen daño a quienes los sufren y también a quienes fantasean con ellos.

 

Violencia consentida

Un estudio sobre la posible influencia de la novela en las mujeres jóvenes, publicado en la revista científica Journal of Women’s Health, advierte que la relación entre los dos protagonistas tiene las características de una relación violenta, caracterizada por el acoso, la intimidación y el aislamiento. Sin embargo, la novela envuelve esta relación en erotismo y la presenta también como algo “sexy”. Algo parecido ocurre con la pornografía, que suele incluir escenas que contienen agresiones físicas y donde las mujeres son dominadas y vejadas.

La pornografía daña las relaciones de pareja, al ofrecer una imagen de la sexualidad distorsionada e irreal, y en ocasiones lleva a relaciones violentas. La violencia no es “sexy” sino violencia; incluso aunque sea una violencia “consentida”. La investigadora principal del estudio publicado en Journal of Women’s Health advierte que el problema viene cuando la imagen que se ofrece sobre la violencia contra la mujer refuerza su aceptación en lugar de desafiarla, que es lo que está ocurriendo con las Cincuenta sombras de Grey.

Además, en dicho estudio se descubrió que aquellas chicas que habían leído la novela, comparadas con las que no la habían leído, tenían con más frecuencia conductas de riesgo para la salud, como una mayor multiplicidad de parejas y relaciones de pareja violentas. Los investigadores advierten que la novela puede influir en la aparición de esas conductas o en el refuerzo de las mismas si ya estaban presentes antes de leerla.

Por otra parte, la novela pretende mostrar que Ana siempre da su consentimiento ante las pretensiones de Christian y que, en cualquier caso, el consentimiento es secundario cuando hay un fuerte deseo, borrando así la línea roja entre el consentimiento y el acoso. El estudio antes citado afirma que el libro muestra un abuso emocional en prácticamente todas las interacciones de la pareja, incluyendo elementos de acoso e intimidación. Ana sigue siendo una víctima, aunque tolere ese acoso. Esto debería ser más denunciable que permisible y menos aun objeto de fantasías sexuales para lectores.

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