En la Argentina, las mujeres altas tienen dificultades para conseguir pareja

Las chicas que miden por encima de la media aseguran que los hombres no se animan a tomar la iniciativa y temen el rechazo. En nuestro país el promedio de altura femenino es de un metro y 63 centímetros. Aquellas mujeres que se ubican por encima de la media son observadas como altas, ni hablar de quienes superan ampliamente esa estatura.

No obstante, tener una altura considerable, algo que a simple vista parece una virtud y un sinónimo de elegancia y belleza, para muchas mujeres se ha convertido en una dificultad al momento de salir con alguien o conseguir pareja.

Si bien ser alta no es un impedimento para relacionarse con los hombres, las mujeres consultadas por el diario La Nación coincidieron unánimemente en que es un factor que inhibe a los hombres y que en muchas ocasiones les impide tomar la iniciativa por temor a un rechazo.

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Julieta Rovaletti tiene 23 años y mide 1,81. Asegura que la actitud de los hombres en un primer momento es de timidez: «Sí, los hombres se cohíben, es verdad. Sienten que sos más inalcanzable o que les va a costar más que a una chica normal, te ven superior, piensan que la van a tener que remar más».

Además, la joven contó lo que le ocurre cuando sale a bailar: «Lo ven como un desafío. Usualmente hacen que me encaren los amigos, me pasa mucho. Después se sueltan durante la charla. Lo sienten como una traba que yo sea alta, hay un temor latente, se nota que se ponen nerviosos o tienen miedo de que les diga que no, porque son petisos».

Sin embargo, Julieta señala que la altura no la acomplejó y que el trato de los hombres no pasa por la indiferencia sino todo lo contrario: «No es falta de interés sino el miedo a que los rechace una persona alta».

En un reconocido centro médico trabaja Jesica Uslenghi. Tiene 33 años y mide 1,75. Al ser consultada sobre si es mito o realidad que a una mujer alta le resulte más difícil conseguir pareja, Jesica enfatizó: «El hombre se inhibe con la mujer más alta. Me doy cuenta, cuando un hombre mira pero no se anima a encarar, porque te ve más alta y cree que va a parecer tu hermanito más que tu pareja».

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De su experiencia, Uslenghi recordó: «Cuando salía porque estaba sola notaba que me costaba un montón que me encaren o ver algún hombre que me gustara porque me parecían chiquitos. Lo he sentido, algún chico está mirando y me doy cuenta que no se anima a acercarse».

Otro obstáculo para una mujer alta es la reducida cantidad de hombres que midan como ellas o más, por lo que la brecha se restringe bastante cuando se busca un compañero o simplemente salir con alguien.

«En la totalidad de los hombres de un boliche a los mejor veinte eran más o menos de mi altura, y de ellos alguno te tiene que gustar y vos le tenés que gustar al otro y así se van a achicando las posibilidades», explicó Jesica.

Además remarcó que la altura no es un atributo negativo y añadió: «Me parece que al hombre le gusta la mujer alta pero a la hora de encarar, se achica».

 

Convenciones sociales

Existe socialmente la idea de que en una pareja el hombre debe ser más alto que la mujer. Es una etiqueta estética que con el tiempo se ha ido reforzando y que funciona como una traba más cuando una mujer soltera desea empezar a salir con alguien o ponerse de novia.

Laura Rivarola tiene 23 años, es modelo desde los 17 y en los desfiles es una de las que más se destaca con su metro ochenta de estatura.

«En los boliches te encaran mucho menos si sos alta. Normalmente se acercan más a mis amigas, y muchos vienen con la idea de que soy muy alta, de que tienen que saltar para darme un beso o algo así», comentó Laura mostrando uno de los inconvenientes con el que se enfrenta, pese a su belleza.

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Para ella, existe una diferencia entre la primera impresión y poder entablar una relación prolongada. «Creo que el hombre se siente inhibido, sobre todo cuando se dejan llevar por la primera impresión. No sé si resulta difícil conseguir pareja, pero para la primera impresión es más fácil si sos una persona baja», aclaró Rivarola y agregó que el condicionamiento social es un factor influyente «porque hay estereotipos muy marcados».

Natalia Gualdesi, es psicóloga, tiene 34 años y mide 1,83; está de novia hace cuatro años y reconoció que en la adolescencia la altura era un tema bastante problemático: «Cuando era chica era tremendo, yo a los 12 años medía 1,70 y era bravo. Más que nada en la primaria y secundaria».

Gualdesi sugiere no encasillarse y girar el foco hacia una perspectiva menos rígida: » Si vos, siendo alta, estás buscando a alguien que sea más alto y tenés la mirada allí, tal vez te parezca que el mito se convierte en realidad, que por ser alta te cuesta más. Si la mirada está puesta en conocer a alguien más alto o con determinados atributos, la franja es más chiquita».

En la pareja existen algunas ventajas, a diferencia de aquellas donde la mujer tiene una estatura estándar. Natalia contó: «Mi novio no me tiene que levantar en los recitales y dice que soy más independiente para alcanzar ciertas cosas a determinada altura. Otra ventaja es que manejamos el mismo auto sin necesidad de mover el asiento ni los espejos».

Además, según indicó Natalia: «Al tener una estructura física fuerte, aporto bastante en cuestiones hogareñas que requieren esfuerzos físicos».

 

Adolescencia, la etapa más cruel

En general, las mujeres altas ubican los peores momentos en la adolescencia o en la etapa escolar; reconocen que en esos tiempos sufrieron ser tan altas por las bromas de los propios compañeros y porque en las primeras salidas los varones no las sacaban a bailar y quedaban fuera de lugar con respecto a la estatura promedio de sus amigas.

Rovaletti sostuvo: «En la adolescencia sí notaba la diferencia, en ese momento mis amigas conseguían más que yo».

En el mismo sentido, Uslenghi remarcó: «Un poco sufrí la altura, cuando sos chica sos el bicho raro, todas eran bajitas y yo era la jirafa del grupo, afortunadamente cuando crecés, lo procesás distinto».

Gualdesi, recordó una salida y contó que en general existe una tendencia, un tanto incómoda, a nivelar la propia altura con la del otro. «Me acuerdo que salí con un chico que lo había visto un par de veces y no me acordaba de su altura. Salí con tacos y cuando lo vi tan bajito al lado mío, me empecé a achicar, era una cuestión mía que iba flexionando las rodillas.»

Rovaletti coincidió con esta conducta: «Te pasa eso cuando ves que la otra persona es más baja, tendés a bajarte, a encorvarte».

Para Uslenghi la intención de estar al nivel del otro siempre está presente y manifestó: «Te encorvás para caminar, o salis en zapatillas para que no se note la diferencia».

Rivarola aseguró: «A veces cuando me pongo tacos a mi novio no le simpatiza tanto, porque le llevo una cabeza. Es incómodo y tendés a encorvarte, sin darte cuenta con la postura te equiparás con el resto».

 

Chatitas siempre

Rovaletti comentó su elección de calzado: «Uso chatitas siempre, cuanto mucho unas mini plataformas de dos centímetros. De por sí llamás la atención, ¡imaginate con tacos!».

Uslenghi también tiene por regla general el uso de zapatos bajos: «Mi pareja actual es apenas más alto, y si me pongo tacos lo paso. Para el día tengo todo chatitas y descarté las plataformas».

En los Alpes Dináricos, que abarcan Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Albania, el promedio femenino de altura es de 1,73; el más alto a nivel mundial. Australia tiene una media de 1,67; Finlandia 1,69 y Chile 1,68.

Entre los países con promedio de mujeres más bajas está Brasil con 1,55; Venezuela con 1,53; y China con 1,56.

(La Nación)

 

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