Caso Slámovits: «Pasó tan rápido que no vi cuando llegó el auto rojo ni cuando atropelló a mis pasajeras»

Hugo Báez tiene 42 años y hace 7 que trabaja como tachero. El sábado por la mañana vio algo que nunca había presenciado: un auto fuera de control arrancó de cuajo las dos puertas del sector derecho de su coche y mató a dos chicas, con las que segundos antes había acordado un viaje hacia el barrio San Isidro. “Gracias a Dios estoy vivo y si bien los daños materiales que tiene mi vehículo es nada en comparación con la pérdida que sufrió las familias de las chicas, voy a tener que costear los arreglos yo solo”, dijo el hombre en una charla con FM Show.
El taxista repite que todo pasó tan rápido que le costó unos minutos entender la tragedia de la que fue testigo. Dijo que al ver los cuerpos de las jóvenes se mareó y quiso vomitar. Después sintió una profunda pena. “Si ellas subían de inmediato, hoy estarían vivas. Pero buscaban precios porque eran de escasos recursos. Por esos segundos que usaron para eso les costó la vida”, se lamentó el trabajador.
“Yo me iba hacia San Isidro con una pareja. En eso veo que dos chicas me levantan la mano. Les hago una seña que dejaba a los pasajeros y volvía. Cuando regreso, ellas siguen allí. Voy hasta el semáforo del Centro de Cazadores y ahí giro. Paro cerca de la vereda de la 213.y pongo las balizas, por suerte no me acerqué más”, detalló Báez.
“Las chicas se acercan. Eran dos, una más rellenita y la otra flaquita. Querían saber cuánto les iba a cobrar hasta San Isidro. Les dije que hasta la entrada entre 20 y 25 pesos. Entonces aceptaron. La más gordita iba a subir adelante y la otra atrás. Entonces, giro la cabeza hacia adelante para poner en marcha el auto y escucho una explosión”, relató el tachero.
Báez dijo que jamás vio llegar al VW Golf rojo de Gonzalo Slámovits (32), que desencadenó la tragedia. Tampoco el momento exacto en el que atropelló a las chicas con las que estaba hablando.
“Me bajo del auto y me preguntó qué había pasado. Veo mi taxi destrozado y una moto a unos cuantos metros. Pensé que había sido esa moto. Tampoco encuentro a mis pasajeras. Se asustaron y corrieron, pensé. A unos 60 metros escucho gritar a una señora: ‘Las mató, las mató’. Recién entonces veo al auto rojo”, evoca el chofer.
“El muchacho se baja del auto por sus propios medios. Después se recuesta por el coche y empieza como a convulsionar. Yo me acerqué para ver si podía ayudar a las chicas, pero no había nada que hacer. Una de ellas estaba partida en dos. Fue muy fuerte. Miré dos veces los cuerpos y entré a marearme, también me dieron ganas de vomitar”, admitió.
Báez explicó que los peritos de la Policía le explicaron que el VW Golf derrapó unos 50 metros antes de donde estaba su taxi, que luego impactó contra el cordón y se le reventó una cubierta y entonces empezó a transitar sobre la vereda. Dijo que luego de llevarse por delante a las jóvenes y a las dos puertas de su taxi, arrancó dos jirafas e impactó contra un terraplén. “Queda en sentido contrario al que circulaba, con cables colgando alrededor. Para hacer lo que hizo, fácil iba a 160 kilómetros por hora. En ese tramo, la ex ruta 213 hace como una ‘S’. Me explicaron que por la velocidad a la que iba perdió el control”, agregó.
El taxista aclaró que no habló con Slámovits. “No me acerqué a él. Qué le podés decir. El se sentó, quedó a cinco o seis metros de los cuerpos. Era muy impresionante. A mí me superó la escena. Era mi último viaje y ya volvía a casa”, repitió.
Añadió que policías que trabajaban en el lugar le dijeron que el auto estaba preparado para correr picadas. Mencionó que le comentaron la bomba de nafta que llevaba colocada y que las cubiertas valían dos mil pesos cada una.
“Yo pedí que me hiciera el control de alcoholemia. Pasa que este muchacho tiene plata y no quiero que me terminen echando la culpa a mí. Gracias a Dios yo me salvé de morir”, señaló.
Finalmente, Báez dijo que como su auto quedó destrozado no puede trabajar. Agradeció la solidaridad de sus colegas del centro, que hicieron una colecta de mercadería y de dinero para que él pueda encarar la reparación de su Fiat Uno.
Slámovits sigue internado en el hospital Madariaga, con custodia policial.

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