Gendarmería refuerza su esquema regional contra el crimen organizado

Por Efren Zapata (*) Efren-Zapata

Ha generado expectativas en la comunidad misionera la creación de un comando regional de la Gendarmería con sede en Misiones, ya que implica un significativo refuerzo de la vigilancia en la extensa frontera con países vecinos, así como en la prevención y represión de de delitos como contrabando,  trata de personas y lavado de dinero, entre otros ilícitos. A su vez la justicia del fuero federal contará con el apoyo de agentes especializados en la lucha contra esos flagelos y deberá adecuar sus procedimientos a los desafíos que le impone esta nueva realidad.
La mayor presencia de efectivos de esa fuerza en la zona, con recursos humanos y tecnológicos propios de la época, constituye un blindaje más sólido para lo que se ha dado en llamar el “Escudo Norte”, dispositivo destinado a combatir el narcotráfico en esta parte del país. También  mejorará sustantivamente los estándares de seguridad que necesita la provincia cuya ubicación geopolítica, si bien favorece su relacionamiento de integración con el Brasil y con el Paraguay, también la convierte en territorio propicio para actividades al margen de la ley del crimen organizado.
Con una extensa frontera con ambos países vecinos estimada en unos 1.200 kilómetros delimitada por los ríos Paraná y Uruguay, que incluye también considerables espacios limítrofes marcados por líneas imaginarias en los extremos Noreste y Oeste de su geografía,  Misiones ha sido históricamente territorio vulnerable.
Las “fronteras secas” con Brasil  localizadas en San Antonio y Bernardo de Irigoyen que pueden ser transpuestas cruzando una calle, sin ningún tipo de control o restricción, son factores de riesgo que tornan aún más frágil el límite entre el densamente poblado sur brasileño y nuestro país.
Con el Paraguay no hay otra demarcación que no sea la señalada por el río Paraná, pero esa frontera fluvial es fácil de transponer para las organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes, ya que cuenta con pasos clandestinos hacia Misiones en casi toda su longitud.
Esa característica es la que  ha posibilitado, por años, el ingreso y egreso subrepticio desde y hacia el territorio nacional de personas y mercaderías soslayando los controles migratorios y aduaneros instalados en los pasos internacionales  habilitados. , al amparo de la imposibilidad tanto de Gendarmería como de la Prefectura de vigilar los muchos parajes remotos y de difícil acceso dispersos a lo largo de la franja fronteriza.
Pero la restructuración del esquema operativo de la Gendarmería, constituye un punto de inflexión entre esa realidad y el futuro de algunas de las actividades ilícitas que se desarrollan en los desprotegidos bordes territoriales entre nuestro país y las naciones vecinas.
La puesta en vigencia del Comando Regional de esa fuerza de seguridad con asiento en la capital misionera –que también tendrá bajo su control las unidades de Corrientes y Entre Ríos- , aportará 4.500 efectivos que no solo reforzarán la cobertura e seguridad en estas latitudes, sino también la histórica lucha contra la delincuencia que vienen realizando los gendarmes desde las distintas unidades ya desplegadas  en la provincia. Más adelante, según lo anunciado, se incorporarán otros 700 uniformados de un destacamento móvil de desplazamiento rápido que integrará la  nueva estructura
Combatir el narcotráficos –tal vez el peor flagelo de los tiempos modernos-, y en la trata de personas, así como el lavado de dinero y los delitos informáticos, son algunos de los ejes sobre los cuales girará la tarea que tendrá a su cargo el flamante dispositivo, sin descuidar la tradicional colaboración con las demás fuerzas nacionales o provinciales que persiguen objetivos similares.
Pero no es todo. Un comando regional implica también mayor autonomía y celeridad, ya que la conducción es ejercida por un oficial superior con experiencia y facultades como para tomar decisiones frente a cuestiones graves o complejas que requieran intervenciones inmediatas, sin depender para ello de sus mandos superiores.
En ese marco, es imperioso que los fiscales y jueces federales con jurisdicción en la provincia se ubiquen en sintonía con la nueva modalidad operativa de la Gendarmería y actúen en consecuencia. Sobre todo, en aquellos hechos en los cuales deben intervenir en razón de su competencia: contrabando, tráfico de estupefacientes, trata de personas, lavado de dinero y delitos informáticos, por ejemplo.
En los tiempos que corren, cuando la impunidad parece haber ganado terreno debido al criterio excesivamente garantista de algunos magistrados del fuero federal, la ciudadanía reclama un rol más activo de la Justicia en defensa de sus derechos, frecuentemente avasallados. Los habituales cortes de rutas por conflictos sectoriales mediante el uso de la violencia es un método de protesta que, hasta el presente, no han tenido un tratamiento judicial  adecuado al carácter de delito “in fraganti” que reviste,  según está claramente especificado en el Código Penal de la República Argentina.
Es de esperar que el flamante comando regional de la Gendarmería tenga efectos positivos en las acciones de esa fuerza de seguridad destinadas a combatir el delito en cualquiera de sus manifestaciones, como lo viene haciendo desde aquel lejano 1939 cuando su primera unidad se estableció en Concepción de la Sierra.

(*) (Periodista

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