La reserva natural cultural de Papel Misionero es el único reducto de la Selva Paranaense inalterado en la provincia

La Selva Misionera o Selva Paranaense tiene diversos estados de conservación bajo el Sistema de Áreas Naturales Protegidas de Misiones, públicos y privados. En el caso de la Reserva Natural Cultural de Papel Misionero (RNCPM) conforma uno de los últimos ecosistemas más representativos donde aún es posible hallar árboles gigantes y ambientes en un estado inalterado, dado que nunca tuvo intervención de ningún tipo –ni por la empresa ni por terceros- y nunca fue sometida al aprovechamiento forestal.

 

El relieve selvático y su clima cálido y húmedo, generan en esta reserva privada un paisaje exuberante de cascadas, lagunas de altura, bañados y diversidad de especies de fauna y flora nativa. Muchas de las especies arbóreas presentes en estos ambientes fueron declaradas en peligro de extinción y actualmente están protegidas por leyes provinciales y nacionales que no permiten su explotación comercial.

 

“Dentro del área tenemos la presencia de tres comunidades de la etnia Mbya Guaraní, la aldea Jejy (Palmito), Jejy Miní y  Mandarina, con el asentamiento de unas 340 personas aproximadamente, representada por el Cacique Eliseo Sosa (ver fotos). El contacto con las comunidades es diario y habitual, incluso los guardaparques de la empresa colaboran con ellos en diversas actividades, entre ellas, realizan charlas de educación ambiental en la escuela bilingüe donde unos cien chicos asisten”, explicó el jefe de Patrimonio Forestal de Papel Misionero, Norberto Fernández, durante la recorrida exclusiva realizada por ArgentinaForestal.com en la reserva privada.

 

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“La relación de la empresa con las comunidades se fortalece a través de los años. Se firmó un convenio de reconocimiento de sus tierras y de cooperación mutua para el cuidado, conservación y preservación del área en el 2011. En este acuerdo territorial se le cedió 370 hectáreas de superficie para su asentamiento y la posibilidad de realizar algún tipo de cultivo, aunque igualmente tienen acceso en toda la reserva para sus artesanías, medicinas y supervivencia”, explicó.

 

El directivo consideró que las comunidades son un actor clave para la protección ambiental del sitio. “Ellos comparten esta preocupación con la empresa y son los más cuidadosos del ambiente, por lo que además se suman a las recorridas con los guardaparques o alertan si observan alguna amenaza sobre el área natural. Si hay algún cazador o si hay alguna trampa, avisan enseguida”, remarcó Fernández.

 

Papel Misionero tiene un patrimonio total de 23 mil hectáreas de tierras, y en 70% es monte nativo, entre la reserva natural cultural y bosques protectores. Otras 7 mil hectáreas destinan a reforestación de pino – el 30 % de su patrimonio- y esto les permitiría autoabastecer solamente en un 30% de la materia prima que consume la planta industrial.

 

El 70% restante que se necesita para el funcionamiento de la planta industrial, se abastece de los pequeños productores de la zona. Son “socios estratégicos”, con los cuales se tiene un Plan de Fomento Forestal, que consiste en que la empresa genere en su propio vivero la producción de plantines de pino, se la entrega al productor con el compromiso de que a los 7 años -con el primer raleo-, el productor pague con toneladas de madera esos plantines. Por medio de este sistema, la empresa permite fomentar la forestación en la cuenca, y fortalece un modelo distinto desde lo social y productivo, al no incurrir en plantaciones propias de grandes extensiones para su autoabastecimiento, solo mantiene las reforestaciones actuales, y genera un efecto productivo y socioeconómico multiplicador en la zona.

 

 

Reserva natural

Las 10.397 hectáreas de superficie de la reserva privada de Papel Misionero están cubiertas por bosques nativos primarios. Esta ubicada en la colonia Aristóbulo del Valle, en el municipio de El Soberbio, y es una de las propiedades privadas que componen las 253 mil hectáreas de la Reserva de Biosfera Yaboty.

Al noreste, limita con el arroyo Paraíso y al sudoeste con el arroyo El Soberbio o Guarambocá, al norte con la reserva de Uso Múltiple Guaraní, de la Facultad de Ciencias Forestales de la UNAM, y al sudeste con Colonia La Flor. En la actualidad, el acceso al sitio puede realizarse por la rta provincial N°15, atravesando la colonia desde la ruta provincial 2 y Colonia Nueva desde la ruta nacional N°14.

Para disfrutar de sus paisajes, la reserva cuenta con dos miradores naturales sobre la ruta provincial N°15 (Suindá muestra el valle del Arroyo Bella Vista y desde el Mirador de Bella Vista se observa la belleza natural de la selva a través del arroyo Caramelo, en contraste con la presencia humana al otro lado de las márgenes del arroyo Soberbio,  el municipio de San Vicente).

El área tiene ecosistemas diversos, lagunas, ambientes de helechos arborescentes, donde predomina la especie conocida como chachí bravo (alsophila setosa), o ambiente de Laurel layana en el Salto San Juan, uno de los más grandes que tiene la reserva.

También se pueden encontrar Timbó gigantes, árbol de Grapia “milenaria” (mide 33 metros de altura y su circunferencia es de 9,5 metros), cedros, entre otros ejemplares únicos de la selva misionera.

De la fauna, registraron un total de 37 especies de mamíferos, de las especies emblemáticas y en peligro de extinción, albergan al yaguareté, el tapir, y la harpía. Se registraron además 243 especies de aves que pertenecen a 43 familias y representan casi el 50% de las especies identificadas en la selva misionera. Se puede avistar al tucán pico verde, el jote real, el pájaro carpintero grande o , por ejemplo, al bailarín castaño, que se encuentra en peligro critico a nivel nacional, y la yacutinga, también en peligro de extinción en la Argentina.

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Presencia territorial, pertenencia y diálogo

A diferencia de otras áreas naturales protegidas públicas y privadas de la provincia, las 10 mil hectáreas de la reserva de Papel Misionero son custodiadas por dos guardaparques que heredaron la pasión y pertenencia del lugar, ya que nacieron y se criaron dentro del área natural. Vanesa Maciel y José Omar Maciel son primos, y  tienen una historia familiar arraigada con la reserva, son hijos de dos guardaparques hermanos que prestaron servicio por muchos años en la empresa. Este dato no es menor, ya que el conocimiento del terreno y de sus pobladores y vecinos, existiendo una empatía muy particular que beneficia al cuidado del recurso natural.

Vanesa es hija de uno de los primeros guardaparques de la empresa, Celso Maciel -fallecido hace algunos años-, y decidió seguir sus pasos, primero estudió la carrera de Guardaparque Provincial, se recibió y en sus inicios trabajó por cinco años para el Ministerio de Ecología, pasando por guardias en los Parques Caa Yari, Cruce Caballero, Araucaria, Moconá, hasta que en 2012 ingresó a Papel Misionero.

José Omar Maciel, hijo del guardaparque Elio José Maciel -se jubiló hace unos años-,  ingresó también a trabajar en la empresa ocupando su lugar, ya que aprendió del oficio caminando con su padre en terreno, es guardaparque de vocación y oficio, y se crió dentro de la reserva.

Ambos guardaparques demuestran un amor especial al hablar de esta reserva natural, conocen el terreno y la gente de la colonia, custodiar el área es su vida y pasión diaria.

En la actualidad, con la empresa trabajan focalizados en cuatro programas, abordando la educación y difusión ambiental, la comunicación estratégica con la comunidad, en control y vigilancia, ya que la caza furtiva es la problemática que más se acentúa; y también tienen en marcha un programa de relevamiento de flora y fauna, para el cual instalaron cámaras trampas y llevan un registro para su valoración técnica.

“La educación ambiental es algo imprescindible, es un trabajo que debe ejercerse prácticamente a diario, por ejemplo sobre temas de basuras y contaminación, hay que trabajar fuerte con la comunidad , además de otros temas, como de conocimiento de los beneficios ambientales de conservar la reserva, los bienes y servicios que ofrece el bosque”, señaló Vanesa.

Si bien admiten que en la reserva de PM la caza furtiva es la principal y constante amenaza que enfrentan, los guardaparques coincidieron en que “la presencia en el territorio, las recorridas permanentes en el interior de la propiedad con conocimiento pleno del área, el diálogo con los vecinos y la convivencia armónica con las comunidades guaraní,  hacen que las amenazas sean bajas o nula de conflictos. Estos factores son la clave para disminuir o detectar a tiempo cualquier intento delictivo sobre los recursos naturales del sitio”, explicaron.

“Siempre estamos realizando recorridas, control y vigilancia, dejando nuestras huellas, hablando con los vecinos, colono o guaraní para que nos avisen de cualquier  movimiento extraño, siempre pedimos ayuda a todos y explicamos porqué conservamos. El área es extensa para caminar, hay que entrar a la selva, encontramos senderos y sobrados marcados, y el área del arroyo el Soberbio es el más amenazado, ya que limita con la zona de humanos, la más urbana del lado de San Vicente”, precisó Vanesa.

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Compromiso y RSE

En 1978, Papel Misionero incorpora legalmente la propiedad de la reserva en su patrimonio y obtiene su titulo. Luego, en 1993, en el marco de la ley 3041, el área pasa a formar parte de la Reserva de Biosfera Yaboty. En 1995, la propiedad adquiere la categoría de reserva mediante la Ley 3256 que le otorga, por la presencia de comunidades aborígenes en el predio, el carácter de Reserva Natural Cultural de acuerdo a los establecido por la Ley 2932, en su articulo 16.

Según la actual ley 26.331 de Presupuestos Mínimos para la Protección de los Bosques Nativos, y la ley de Ordenamiento Territorial de Misiones, esta reserva se encuentra dentro de la categoría I de Conservación (Rojo) que, junto a otras áreas naturales protegidas -como los parques y reservas provinciales  y nacionales- suman una superficie de 273.141 hectáreas. La superficie de la RNCPM equivale al 4,7% de esta categoría en Misiones.

Para sostener esta extensa superficie en estado de conservación, la empresa Papel Misionero destina una significativa inversión anual y asume un compromiso social y ambiental como muy pocas en la provincia. “Hoy tenemos custodiando la reserva a guardaparques de una segunda generación, realmente estamos muy orgullosos por mantener este patrimonio natural y cultura, que sin dudas implica también un gran esfuerzo económico y humano. La reserva no tiene ningún tipo de actividad productiva, hacemos solamente planes de manejo para conservación, trabajamos constantemente con los pueblos originarios asentados en el área, lo que nos permitió que prácticamente logremos casi desterrar la caza furtiva de  nuestra reserva, hay una situación controlada, siempre hay quien quiere aprovecharse, y por eso la presencia en terreno es de forma permanente y hace que se obtenga este resultado”, indicó el gerente de Relaciones Institucionales y Asuntos Legales de PM, en la entrevista con este medio.

La principal inversión que realizan para sostener el área está destinada a los recursos humanos y la logística. Por otra parte, el acceso a la reserva está permitido exclusivamente para fines científicos, no hay presencia de turista hasta el momento. “Los visitantes que llegan al lugar destacan su valor por su estado natural, es el único punto de la provincial que no ha tenido intervención antrópicas, según lo que nos informan. La reserva está intacta, nunca fue explotada, ni por nosotros ni por terceros, y es nuestro objetivo mantenerla en este estado natural en forma permanente, además de ser nuestro compromiso y obligación mantenerla”, expresó.

En este sentido, señaló que para el Grupo Zucamor, la inversión ambiental que se realiza es “un aporte a la sociedad, es parte de su política de Responsabilidad Social Empresaria. Sumado a eso, tratamos de fomentar en nuestro personal el espíritu de colaboración, hacemos colectas internas anuales para los pueblos originarios, hacemos intercambio con ellos, que el personal tenga un grado de participación y asuma este compromiso como propio”, dijo.

Si bien se trata de un capital inmovilizado en la actual, el desafío futuro y deseable es lograr avanzar en alguna compensación  por los servicios ambientales que presta el área natural. “Hemos buscado algún retorno económico financiero, pero hasta ahora no lo logramos, no hemos encontrado aun esta veta. Sin dudas es un costo importante mantener en conservación esta área, debería ser sostenible de alguna manera por medio de algún organismo nacional o internacional, que valore este tipo de políticas empresarias, y en algún momento avanzaremos en ello”, expresó Luft.

Por lo pronto, será la primera empresa argentina que obtendrá la certificación forestal del Cerfoar (Sistema Nacional de Certificación Forestal Argentino), y este logro es el resultado de la política empresaria que llevan adelante en la gestión de un manejo forestal sustentable.

“Recientemente hemos terminado la auditoria, estamos esperando el informe final, pero no hubieron no conformidades mayores, por lo que entendemos que próximamente vamos a recibir el certificado y seríamos la primera empresa con el sello nacional”, adelantó el directivo.

 

Por Patricia Escobar

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