Caso «Kuki» Barrufaldi, el juicio: los dos imputados se abstuvieron de declarar

Once años después del crimen que conmovió a la sociedad posadeña, empezó el juicio por el asesinato de Jorge Oscar “Kuki” Barrufaldi (57), un hombre ligado al deporte al que ultimaron durante un asalto en su casa de la avenida Rademacher. Dos son los imputados que están en el banquillo, Christian Marcelo Pacheco y Damián Antonio Méndez. Se los acusa de haber sido los “entregadores” de la víctima. Los autores materiales del homicidio nunca fueron atrapados, ni siquiera identificados. Solo se supo que sus apodos son Sansón y El Rosarino.

 

Los dos sospechosos se abstuvieron de declarar cuando los llamaron a indagatoria. Entonces leyeron lo que dijeron durante la instrucción de la causa. Lo más revelador fue el relato de Pacheco, que permitió a los investigadores a avanzar en la pesquisa. El acusado, que era instructor de paddle en el complejo que tenía Barrufaldi, dijo que aportó los datos sobre los movimientos de la víctima a Méndez y que fue este quien se contactó con los asaltantes.

 

Según el instructor, Kuki tenía dinero en su casa. Precisamente ese era el objetivo de Sansón y El Rosarino, hacerse de esos billetes, que nadie sabe si realmente estaban en la vivienda.

 

Pacheco llegó preso al juicio, porque como en las citaciones previas al debate había pegado el faltazo, el Tribunal Penal Dos dispuso su arresto. Méndez, por su parte, goza de la libertad. Si bien estuvo entre rejas cuando se lo vinculó al hecho, luego lo excarcelaron, porque la figura que le endilgaron contempla el beneficio. Ambos fueron procesados como partícipes necesarios del delito de robo con homicidio resultante.

 

En el primer día de debate se supo que Méndez había estado detenido entre el 98 y 2001 por una causa de drogas en Corrientes. En la provincia no cuenta con antecedentes. De acuerdo a lo que se dijo en la sala, Méndez y Pacheco se habían conocido de manera fortuita en un gimnasio y luego entablaron una amistad un poco más prolongada.

 

En este sentido, se apunta y según las declaraciones en la parte de instrucción, que Pacheco fue el que aportó datos a modo de comentario sobre el estado económico de Barrufaldi. El destinatario habría sido Méndez, quien una vez en su domicilio recibió la visita de Pacheco y luego de escuchar el comentario acerca de un dinero que podía tener la víctima, le aseguró a Pacheco que ya tenía “los dos que podían hacer el trabajito”, dos hombres cuyos mayores datos se desconocen.

 

Posteriormente llegó el fatídico 30 de junio de 2003 para Barrufaldi, en el que dos sujetos lo abordaron a la llegada a su domicilio y lo ultimaron con golpes en la cabeza. Horas después, y siempre según las declaraciones de los imputados en la parte instructiva del caso, Pacheco se enteró de la muerte y su “cómplice”, Méndez, que habría conseguido a los asaltantes, le dijo: “Algo salió mal. Se le fue la mano a los tipos pero quedate tranquilo que nadie te va a culpar y ni los van a encontrar porque ya se rajaron”.

 

Después de la abstención de los sospechosos, empezó la ronda de testigos. El primero en ser llamado quien era entonces médico policial: Rogelio Canteros. Dijo que el cuerpo estaba atado de pies y manos en la habitación. Añadió que presentaba lesiones en las fosas nasales, en las muñecas y en los brazos. De por sí los certeros golpes en la cabeza y rostro le generaron una disminución en la respiración, sumado a que estaba amordazado, terminaron generando sus muerte.

 

Canteros detalló que Barrufaldi se encontraba atado con sábanas y amordazado con un repasador de toalla. Precisamente el deceso de Kuki se produjo por asfixia según la autopsia.

 

Después del médico policial, fue el turno del forense Juan Galuppo, quien realizó la autopsia. Coincidiendo con Canteros explicó detalles técnicos del examen. Y no dudó ante las consultas, que los golpes fueron vitales y violentos.

 

Inmediatamente pasaron otros profesionales como los bioquímicos Carlos González y Ricardo Valdéz, que confirmaron que en los exámenes al cuerpo se estableció que presentaba un alto grado de alcoholemia. Y que esto deja en claro que no pudo obrar en defensa de sus atacantes.

 

También pasó ante los jueces un ex policía, Martín Britez. Quien fue uno de los oficiales que llegó primeramente a la escena del crimen, solicitado por un grupo de personas que estaban afuera de la vivienda de Farrubaldi, cuando los uniformados transitaban en un patrullero. De inmediato el oficial pidió la presencia de la comisaría jurisdiccional y un móvil de Comando Radioeléctrico.

 

Britez contó que al ingresar a la vivienda, que había sido abierta por un cerrajero que llevó un familiar de la víctima, se encontraron con el cuerpo del hombre, ensangrentado y atado de pies y manos. Dijo que los autores habían salido por una puerta lateral con las llaves, porque no estaban y según las pericias estaba llaveada desde afuera.

 

Walter Plaza, también funcionario policial, aportó datos similares y en cuanto a lo dicho por Antonio Comes, comisario que trabajaba en ese momento en la división Investigaciones, este último dijo que datos de los vecinos y allegados al barrio y lugar en donde la víctima tenía su negocio, le fueron acercando a la versión de Pacheco como entregador y Méndez como él que había conseguido a los ejecutores del robo que terminó con la muerte Barrufaldi.

 

Otro que declaró fue un amigo de la víctima, Claudio Bulos. El hombre contó que comenzó siendo cliente del fallecido en su cancha de paddle pero después fue teniendo mejor relación y frecuentaba mucho ese lugar, hoy en día y siempre ubicado sobre la avenida Uruguay de Posadas.

 

Bulos dijo que una vez su amigo le comentó en un almuerzo en paraguay que tenía miedo que su ex mujer le hiera algo, no por su vida, sino en relación con la separación. Justamente el también se estaba separando. Dijo también en medio de esas reuniones que solía tener con Barrufaldi y otras personas, veía a Pacheco siempre en la cancha. No sabía si era empleado o que hacía, pero solía estar. Dijo el testigo.

 

El Tribunal que juzga a los imputados está integrado por los jueces subrogantes Marcela Leiva (presidenta), César Yaya y Fernando Verón. El fiscal es Rolando Oliva. Por su parte, la defensa de Pacheco está a cargo del abogado Pablo Luján mientras que la defensora oficial Celina Silveira Márquez actúa por Méndez.

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