Francisco sobre el divorcio: «Hay que abrir las puertas un poco más»

El papa Francisco aseguró que la Iglesia tiene que “abrir las puertas un poco más” para incorporar en su seno a los divorciados y vueltos a casar, para quienes la solución no es “sólo” que se les permita comulgar, sino que “la solución es la integración”.

En una larga entrevista concedida al diario La Nación, la primera a un medio latinoamericano, Bergoglio se refirió, entre otras cosas, al sínodo extraordinario de obispos sobre la familia celebrado en octubre pasado, que concluyó sin nuevas definiciones respecto de las personas homosexuales y los divorciados, a pesar de las enormes expectativas generadas a partir de un borrador que se dio a conocer antes del encuentro.
Tras asegurar que en el sínodo “no se tocó el tema del matrimonio homosexual”, ni tampoco “ningún punto de la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio”, el pontífice reconoció que la situación de los divorciados y vueltos a casar “fue una inquietud pastoral”.
“En el caso de los divorciados y vueltos a casar, nos planteamos: ¿qué hacemos con ellos, qué puerta se les puede abrir? Y fue una inquietud pastoral: ¿entonces le van a dar la comunión? No es una solución si les van a dar la comunión. Eso sólo no es la solución: la solución es la integración”, dijo.
Y para el pontífice si bien “no están excomulgados, es verdad”, los múltiples impedimentos que no les permiten tener una participación plena en la vida de la Iglesia (ser padrinos de bautismo, dar catequesis, leer las lecturas en la misa, entre otras cosas), hacen que “parezcan excomulgados de hecho”, ante lo cual se hace necesario “abrir las puertas un poco más”.
“¿Por qué no pueden ser padrinos? ‘No, fijate, ¿qué testimonio le van a dar al ahijado? Testimonio de un hombre y una mujer que le digan: ‘mirá querido, yo me equivoqué, yo patiné en este punto, pero creo que el señor me quiere, quiero seguir a Dios, el pecado no me venció (…) ¿Más testimonio cristiano que ese?”, dijo.
Respecto a las personas homosexuales, el Papa contó que en el sínodo sólo se habló sobre el caso “de una familia que tiene un hijo o una hija homosexual, cómo se lo educa, cómo lo lleva, cómo se ayuda a una familia a llevar adelante esa situación un poco inédita”, aunque más adelante admitió que “es una realidad que todo el tiempo encontramos en los confesionales”.
El pontífice reconoció también que “algunos se asustaron” con la apertura de estas discusiones, y que lo que puso en evidencia el sínodo “no fue una división tipo estrella contra el Papa” sino “diversas posturas pastorales”.
Por otro lado, Francisco aseguró que, ante la pérdida de fieles que sigue registrando la Iglesia Católica, la reacción de ésta debe ser asumirse como “un hospital de campaña”.
“No me gusta usar términos ligados al proselitismo porque no es la verdad. Me gusta usar la imagen de un hospital de campaña: hay gente muy herida que está esperando que vayamos a curarle las heridas, heridas por mil motivos (…) Hay gente herida por desatención, por abandono de la Iglesia misma, gente que está sufriendo horrores”, dijo.
Además, afirmó que la reforma de la curia en la que está embarcado -”no me gusta hablar de limpieza”- no estará concluida tampoco en 2015 porque “se va haciendo de a pasitos”, y para ello cuenta con “una sana dosis de inconsciencia” que Dios le da para “ir haciendo lo que tengo que hacer”.
Al referirse a la Argentina, el Papa aseguró que no vendrá al país en el 2015 pero la idea es hacerlo en algún momento de 2016 y que “en vista a las próximas elecciones, a los políticos no los recibo” en audiencia privada, “para no interferir”.
“La Argentina tiene que llegar al término de mandato en paz. Una ruptura del sistema democrático, de la Constitución, en este momento sería un error. Todos tienen que colaborar en eso y elegir luego las nuevas autoridades”, dijo.

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