Costos por indefinida postergación de Corpus

Escribe Carlos Andrés Ortiz, Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

 

Datos Básicos

Potencia: 2.880 MW – Energía Media Anual: 19.000 GWh

Combustible  que  debe  quemarse  para  generar  19.000  GWh  =  4.700  millones  de litros de DO o combustible equivalente.

Factor de corrección por peso: 0,832

Tonelaje  de  combustibles  que  se  hubieran  ahorrado con la generación hidroeléctrica de Corpus.

4.700 Mill. de lit. de DO x 0,832 = 3.910.400 Toneladas = 1.000

Costo medio actual de combustibles: U$S 500 por tonelada.

3.910.400 Tn x U$S 500 = U$S 1.955.200.000 por año.

PBI PPA argentino 2012, según World Economic Outlook del FMI 756.226 Millones, ubicación mundial 21º, ubicación en Íbero América 3º.

Dato del PBI similar a otras fuentes, como The World Factbook de la CIA, y datos del FMI en Wikipedia.

El nivel de gasto de divisas en combustibles para generación, ha sido históricamente uno de los condicionantes más problemáticos que frenó nuestro desarrollo socio económico.

Postergación hasta la fecha = aproximadamente 12 años.

A valores actuales del combustible quemado: 23.462,4 millones de dólares.

Contexto General y Análisis

 

El  Proyecto Hidroeléctrico Binacional Corpus (antes llamado Corpus Christi), fue  objeto  de  muchos  estudios.  Ya  en  los  años  ’70  y  ‘80  el  idealista,  notable luchador  y  destacado  ingeniero  que  fue Mario Claudio Fuschini Mejía, había logrado notables avances en la materia, teniendo inicialmente cierto apoyo estatal argentino y de sus necesarias contrapartes paraguayas.

Con profusión de fundamentos técnicos y con una notable visión geopolítica, sostenía  que  Corpus  debía  construirse  en  Pindoí, recostada  sobre la isla homónima, ubicada frente a la localidad argentina de Corpus, pero con una cota de  coronamiento  de  suficiente  altura,  como  para  servir  de  embalse y dique  de contención, ante un eventual (improbable pero no imposible) colapso de Itaipú, o más certeramente, para atenuar en gran medida las grandes crecientes e incluso la creciente decamilenaria. Pude conocer y hablar extensamente con este destacado profesional, quien me distinguió considerándome su amigo.

Otros experimentados profesionales son el Ing. Armando Sánchez Guzmán, y el equipo de la COMIP, con quienes tuve el agrado de conversar extensamente, en muchas oportunidades. Ellos en conjunto trabajaron larga e intensamente el tema.

Se  analizaron 21posibles emplazamientos, de los que se preseleccionaron tres; Itacuá, Itacurubí y el original en Pindoí. Hoy el emplazamiento seleccionado es  Pindoí,  lugar en  el  que  finaliza  la  notable  singularidad  geográfica  que  es  el Cañón  del  Guayrá, que  abarca  casi  todo  el  tramo  compartido entre Paraguay y Brasil del río Paraná, continuando  hasta  Corpus-Pindoí,  en  el  tramo  argentino paraguayo del río.

En  la  primera  mitad de los años  ’70,  varios expertos energéticos (de los no enrolados en  el  “facilismo”  termoeléctrico)  avizoraban  la  necesidad  de incrementar acentuadamente la  Potencia  Instalada  hidroeléctrica y nuclear, para disminuir nuestra patológica  dependencia  de  los  combustibles  fósiles. En esos años, los frenos y condicionantes a las grandes  inversiones  estratégicas  –como  lo son  sin  duda  las grandes  hidroeléctricas-  eran  las  demoras  para  completar  los estudios técnicos (con la Secretaría de Energía, el Ministerio de Economía y otros sitios  claves, muchas veces en  manos  de  operadores  neoliberales,  y  por  tanto afines  o directamente personeros de  los  fuertes  intereses  termoeléctricos),  así como limitaciones y estrangulamientos en los procesos de financiaciones de obras.

Por supuesto, desde siempre, cierta prensa sembradora de desánimo y confusión, sembraba cizaña y dudas, con calificativos tan falsos como degradantes, como por ejemplo  tildar  de  “faraónicas”  a  obras  que  evaluadas en el  contexto  del largo plazo, son verdaderos puntales del desarrollo autosostenible, tal como lo prueban  obras similares  concretadas  en  nuestro  país  (como El Chocón y  el conjunto de hidroeléctricas similares montadas en la región de El Comahue), y como también lo demuestran  numerosos  ejemplos  internacionales  de  vastas  redes  de  grandes hidroeléctricas,  que  sustentaron  posteriores  procesos  de  desarrollo  y  acentuada industrialización, como Brasil, EEUU, Alemania,  Suecia, China, Rusia, etc.

La obra bien pudo comenzar en la década del ’80,  si  bien con los estudios posteriores que terminaron reconfirmando el emplazamiento original en  Pindoí, cabe precisar que en paralelo con la terminación de Yacyretá; y en un contexto lógico debió  comenzar  a mediados de los ’90, para  estar generando a pleno al comienzo del actual milenio.

Pero por cierto, la década de los ’90,  fue la antítesis de la lógica y la coherencia.  Fueron  los años  del  completo  descontrol  del  neoliberalismo  más exacerbado,  de completar  las  “tareas  sucias”  de  destrozar  la  economía  y consecuentemente el tejido social argentino,  dando los profundos toques finales a las  perversamente destructivas  medidas  económicas  instrumentadas  desde la gestión de Videla-Martínez De Hoz, y continuadores.

Los ’90 fueron los años de exacerbación del ecologismo fundamentalista, que calladamente se había instalado en los  ’80,  pero cuyo accionar alcanzó ribetes de paroxismo,  a la sombra de la nefasta gestión de María Julia Alsogaray en la Secretaria de Medio Ambiente, como promotora a ultranza y repartidora a manos llenas de subsidios a cuanta ONG  “ecologista”  existía, lo cual permitió a más de un personaje de dudosos o inexistentes pergaminos académicos, vivir “trabajando” de ecologista, bajo la batuta de “Marijú”, sus oportunistas lacayos y/o adláteres.

Desde  entonces,  el  ecologismo  fundamentalista se convirtió en el más funcional aliado  del  subdesarrollo  crónico,  pues  tanto bajo la nefasta  teoría “preventiva”, como de infinitas excusas enmarcadas  en feroces campañas de ecoterrorismo, siempre encuentran supuestos motivos para impedir, para frenar, para demonizar industrias, obras  públicas,  procesos  productivos,  y  similares.  Por supuesto, que la  miseria extrema que de hecho fomentan  con esas  acciones, no solo  no  les  importa,  sino  que en  los  hechos  parecería  que  los  satisface,  a  estos neotrogloditas con ropajes pseudo verdosos.

En  ese  contexto,  verdadero  aquelarre  de  falsedades,  tergiversaciones  y denigración de  todo  concepto  de  patriotismo  genuino,  que  fueron  los  nefastos años  ’90;  en Misiones,  como  una  maniobra  de  política  muy mediocre de muy bajo  vuelo  y carencia  de  toda  visión  de  grandeza,  los  por  ese entonces  dos  principales referentes  del  muy  curioso  “peronismo  liberal” (contrasentido  si  los  hay),  estaban  enfrascados  en  una  dura  porfía  política  por definir quien sería el capitanejo mayor en el orden provincial. Y como una medida cargada de oportunismo y vacía de toda visión estratégica y criterio de grandeza, se  montó  el  circo  de  un  amañado plebiscito, tan aplaudido  por  los fundamentalistas  de  la  ecología,  como  carente de todo  basamento  técnico  e incluso de sentido común. Muy rápidamente todo el arco opositor, demostrando agilidad para sumarse a la politiquería de bajo vuelo, se  montó a la maniobra, que en sí fue un modelo de ecoterrorismo aplicado a la partidocracia.

Incluso en esos años, trascendió que dos figuras políticas también relevantes, una  del  peronismo  tradicional  (no  neoliberal)  y  una  del  radicalismo  histórico, fueron presionadas a guardar silencio, por curiosas interpretaciones de  “disciplina partidaria”, pues ambos tuvieron posturas favorables a las hidroeléctricas, es decir opuestas  al vociferante amontonamiento de falacias  sobre  las  que se montó el amañado plebiscito de 1996, el cual carece de fuerza vinculante.

La  falta de planificación a mediano y largo plazo, se prueban con la contundencia  de  los  hechos.  Por  caso  la  venta  a  precio  de  remate  del  Ciclo Combinado  (por  ser  “innecesario”)  al  final  del  puertismo;  los  considerables retrasos  en  obras  de  transmisión  y distribución,  que  afectan y ponen en serio riesgo al servicio eléctrico; y la total falta de previsión a un par de décadas, ante el previsible muy elevado incremento del consumo, son  algunos  de los contundentes hechos probatorios de la falta del sano concepto de planificación energética, que parece afectar en mayor o menor medida a todo el arco dirigencial de Misiones, o poco menos.

Por  supuesto  que  las  falsas  “alternativas”  de  generación  –eólicas,  solares, etc.-,  como las reiteradamente expuestas por algunos medios y un abanico de improvisados comunicadores sociales, no son más que espejitos de colores para engañar incautos o muy desinformados.

Mientras tanto, seguimos quemando irracionalmente cantidades siderales de hidrocarburos,  privando a Misiones de cuantiosas regalías y de obras de transmisión eléctrica,  imposibles  de  concretar  con  fondos  provinciales. Por supuesto, la dubitativa  actitud de Paraguay, también le impide contar con  esa energía, y eventualmente con los voluminosos recursos de su venta a nuestro país.

A  precios  actuales  de  los  combustibles,  no  disponer  de  Corpus,  obligó a gastar en 12  años la friolera de U$S  23.462.400.000,  suma  que  equivale a poco más del 3 % del PBI actual de Argentina.  ¡Y  por  supuesto,  el  ecoterrorismo antirepresas  jamás  registra  los  cuantiosos  niveles  de  polución,  que  hubiese significado  reemplazar  la  contaminante  generación  termoeléctrica  por  la  limpia generación hidroeléctrica!

Reiteremos  que  por  insalvables  limitaciones  técnicas  y  por  costos elevadísimos, ese  volumen  de  generación  no  puede  remplazarse  por  las ineficientes generaciones solar y eólica.

También en esa ecuación faltan computar los beneficios de evitar inundaciones  (tal como hizo Yacyretá en Posadas, Encarnación y poblaciones cercanas), y los enormes beneficios geopolíticos de materializar  otra  importante conexión y ssociación estratégica entre ambos países, fortaleciendo de esa forma el Mercosur y la Unasur.

Pero como el ecologismo fundamentalista  “recibe letra”  de Gran Bretaña  y el G 7, uno de sus objetivos concretos es debilitar nuestros países y los acuerdos de integración regional.

 

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