Hijos del rigor

El último debate televisivo entre Dilma Rouseff y Marina Silva dejó una lección que se puede aplicar para la política argentina sin ambages. “Le pregunto a la candidata Marina. Dice que va a anticipar 10 por ciento del  PIB para educación, son R$ 70 mil millones de reales. Diez por ciento de la recaudación bruta para salud, son R$ 40 mil millones. Pasaje libre estudiantil, R$ 14 mil millones. Más dinero para municipios, R$ 9 mil millones, y varias otras procesas. Todas esas promesas dan R$ 140 mil millones. ¿De dónde va a conseguir el dinero para cubrirlas?”, disparó Dilma. La respuesta de la por entonces candidata estrella de los medios y las corporaciones brasileñas fue tan huidiza como los votos que no la acompañaron para ingresar siquiera a segunda vuelta. “Quien gobierna tiene que responder cómo hará, no basta comprometerse o prometer”, sentenció Dilma, quien, a la postre sería la ganadora de los comicios brasileños en primera vuelta, aunque tendrá una dura tarea para derrotar al ascendente Aecio Neves, el candidato de la derecha que sumó el respaldo de Marina y de los esperanzados opositores que quieren ver al PT fuera del Gobierno. La reelección de Dilma no está garantizada, pero el descontento con su gestión es menor que el impacto de las políticas iniciadas por Lula que sacaron de la pobreza a una población equivalente a la de Argentina. Es justamente en esa franja donde más votos perdió, porque el Estado que les dio mucho, no les dio lo suficiente como para acabar con la desigualdad. Le reclaman más. No menos.

Hoy, 6,3 millones de bolivianos concurrirán a las urnas en elecciones presidenciales y legislativas para el período 2015-2020. En la tierra de Evo no hay dudas. Es el favorito para una nueva reelección pero la atención está puesta en la mayoría parlamentaria que pueda llegar a obtener para profundizar el camino iniciado. El indio despreciado llega a esta elección con un inédito clima ideal: Bolivia pasa por un crecimiento económico inédito que superará el cinco por ciento este año. Para las corporaciones, un nuevo triunfo de Evo sería “avalar” una tiranía, como lo fue con Chávez antes de su muerte. No importa cuántas elecciones ganen, ya que si no comulgan con sus intereses, no llegan a ser democráticos.

Ambas elecciones tienen importancia para la Argentina. Por su cercanía, por los efectos en la economía y por la afinidad política de los presidentes de la región. Las oposiciones casi son las mismas, cortadas por el mismo patrón, tan mezcladas que el sello ideológico no logra diferenciarlos.

Todos tienen un punto en común: su plataforma central es tirar abajo todo lo hecho en esta última década. Lo dicen sin pruritos. Prometen derogar leyes, códigos y reivindicaciones para cumplir a rajatablas el manual de instrucciones dictado en las páginas de los diarios o vociferado en los micrófonos. No se conoce el mecanismo de las futuras derogaciones, ya que no está entre las facultades presidenciales borrar las leyes aprobadas por el Congreso, salvo en los gobiernos autoritarios.

Sin embargo, la oposición pretende que las leyes aprobadas por la mayoría kirchnerista son “autoritarias”. ¿Para qué hacer elecciones si después no se respetará el voto popular?

Los candidatos no buscan seducir al que tiene el voto, sino ser los preferidos por los “grandes electores”, escondidos detrás de grupos económicos que tienen sed de victoria. En esa mezcolanza aceptan sin chistar ser groseramente humillados.

En algo tiene razón el vocero estrella que insulta sin hacer distinciones. La oposición carece de un programa serio. En eso se parecen a Marina Silva. Están llenos de promesas pero no dicen cómo harán para cumplirlas. También adolecen de iniciativas propias y su existencia se justifica en demonizar todo lo que provenga del oficialismo.  Su plataforma tiene pocos puntos, que se pueden enumerar en deshacer las principales medidas del Gobierno, salvo las que pueden ser piantavotos, como la Asignación Universal por Hijo a la que prometen “mejorar”.

Como Marina, no dicen cómo harán para sostener una política como la AUH cuando en paralelo prometen eliminar retenciones o impuestos. La inconsistencia es visible y contrasta con la iniciativa política que exhibe a cada hora la presidenta Cristina Fernández.

La mayoría de los dirigentes de la oposición quisiera que el tramo temporal que falta para llegar a las elecciones sea brevísimo. Este tiempo les sobra, quieren de-mostrar que están para cosas más grandes que para ser simples legisladores o expectadores de la toma de decisiones. Pero olvidan que muchos fueron elegidos para otras cosas y no están cumpliendo mínimamente con la obligación para la que se ofrecieron antes: “Casi todos los diputados que anunciaron que en 2015 competirán por la presidencia o por la gobernación de la provincia de Buenos Aires dedicaron este año sus mayores esfuerzos a los viajes y actividades de campaña, y tuvieron muy poca participación en el Congreso”. reta la tribuna de doctrina.

Massa nunca participó de una reunión de comisión en el Congreso. Hermes Binner y Julio Cobos, y los precandidatos a gobernador de Buenos Aires, Martín Insaurralde y Francisco De Narváez comparten el escaso trabajo legislativo. Insaurralde, que coquetea con Massa, comparte con él su poco apego a participar de las comisiones permanentes de las que son parte. Pero desde sus actos de campaña pretenden dictar lo que se debe hacer.

Hay si, una coincidencia ideológica que ubica a prácticamente toda la oposición a la derecha. El justicialismo no kirchnerista quiere candidatos del ala dura. El radicalismo se debate entre ir detrás de Macri o enrolarse en el massismo. Gerardo Morales ofrece a la UCR para reeditar la Alianza con Massa como consorte.

No son todos los que quieren alianzas de este tipo. Pero son los menos en los partidos. La UCR misionera deberá decidir en los próximos meses si avanza en alianzas con el PRO u otros partidos. Deberá primero sortear la resistencia interna, expresada ya por Osvaldo Navarro, el candidato a gobernador derrotado, pero que logró meter a varios seguidores en la lista de diputados. La Convención es la que habilita las alianzas y allí el candidato Gustavo González encontrará una tenaz oposición que puede hacer caer acuerdos.

La fórmula radical entre González y el diputado nacional Luis Pastori compartió el viernes un seminario para desarrollar “consensos” sobre el desarrollo regional, que encabezó el presidente del PRO, Humberto Schiavoni, ex ministro de Economía de Ramón Puerta y otros dirigentes del macrismo local.

El acercamiento con el PRO puede provocar una ruptura en el radicalismo e incluso, la migración de dirigentes hacia otros sectores de la oposición. Es que el sector más “alfonsinista” de la UCR no tolera el giro a la derecha que está teniendo el partido.

El diputado Hugo Escalada exhibió esas diferencias en la sesión del jueves, cuando se aprobó la ley de Presupuesto provincial. “Votaría esta ley, pero ante la defensa corporativa del oficialismo, sin aceptar críticas, no me queda más que acompañar a mi bloque”, reconoció.

La discusión por el presupuesto sirve para conocer un poco más del perfil ideológico de los representantes misioneros, que pocas veces se expresa con tanta claridad. Durante más de un mes los ministros y funcionarios desfilan por la Legislatura para exponer sus proyecciones y en qué se invertirán los recursos. En la mayor parte de las reuniones, el tiempo se desperdicia en críticas puntuales y denuncias retroalimentadas por algunos medios. Pero no hay propuestas distintas ni visiones antagónicas. Apenas quejas aquí y allá.

Los comerciantes posadeños que se transformaron en actores políticos con su marcha en contra de los impuestos, se animaron a más que los legisladores en un mes de debate presupuestario. Los mercaderes, enojados por el rigor que impide el ingreso de productos sin tributar, transparentaron su objetivo: quieren otra política fiscal, añoran los tiempos en que no había impuestos y están hartos de que el Estado no les permita hacer con “su” dinero lo que se les antoje. Eso sí, quieren más seguridad, más obras de infraestructura y sueldos estatales altos, para que puedan gastar. Como Marina, no entienden que sin una política impositiva eficiente, todo eso es una suma de imposibles.

Pero los comerciantes tuvieron la valentía de expresar lo que los diputados no se animan. Ellos tienen claro que quieren volver a la época en la que se pagaba poco y nada y, especialmente, no se controlaba. No dudaron en advertir que en el tiempo electoral que se avecina, sabrán quien está con ellos y quienes no. Como militantes de una causa, los comerciantes y sus empleados, se llevaron la consigna de “ser transmisores” en el objetivo de evitar que “los políticos se queden con nuestra plata”. Mezclados entre el público que lejos estuvo de llenar la plaza 9 de Julio, estaban diputados de la UCR y el peronismo, sindicalistas y dirigentes de otros partidos menores.

En menor o menor medida, todos quieren granjearse el respaldo de los vendedores de la ilusión de que sin la presencia del Estado todos serían más felices. Pero ninguno se atreve a decir que tirarían por tierra la política fiscal actual. Dicen que están a favor de cobrar impuestos, pero no tantos. O de los controles, pero no tan estrictos. En la mitad que eligen, los beneficiados son los que mejor están.

Se puede entender que los empresarios quieran proteger “su” dinero de la idea distributiva de un Estado presente. Pero cuando estuvo ausente, las consecuencias fueron tan nefastas que ellos mismos fueron arrastrados a la miseria. Es difícil venderle a alguien cuando no hay dinero para el consumo. Es difícil subir los precios cuando los salarios están congelados o sufren recortes.

La etapa neoliberal en Misiones, durante la cuál no se pagaba Ingresos Brutos, terminó con el 60 por ciento de la población en la pobreza y un desempleo por las nubes. Los comerciantes, entonces se deprimían por las escasas ventas y las asimetrías con Paraguay y Brasil, que obligaban a pasar las fronteras para hacer rendir los sueldos. Hoy el Estado es eje central de la economía recaudando impuestos, pero aportando a los sectores que necesitan transitoriamente una mano y, sobre todo, dinamizando la economía con la construcción trabajando a destajo para obras de infraestructura o viviendas.

El presupuesto provincial se aprobó tal como lo ideó el gobernador Maurice Closs con erogaciones calculadas en 23.557.173.600 pesos, con un crecimiento del 39,90 por ciento en relación con el vigente.

El eje pasa por la protección social que representa un 56,36 por ciento sumando Educación, Salud Pública y Desarrollo Social. En conjunto tienen 39 por ciento más de recursos y recibirán 13.276.946.400 pesos. La obsesión de Closs por la inclusión educativa se traduce en números: 6.067.801.800 pesos para la educación.

El presidente de la Legislatura, Carlos Rovira, cerró el debate por el presupuesto y destacó los logros del modelo aplicado en la última década que tiene como prioridades las áreas sociales entendidas no como números estadísticos, sino en cambios estructurales.

“Los misioneros hemos dejado atrás la política de endeudamiento crónico. No había ni disciplina ni solvencia fiscal, no había recursos y los gobernantes eran muy buenos amigos del poder político nacional”, recordó Rovira.

“Hoy la inflación es del 40 por ciento anual. Pero en el año 89 la inflación de 40 por ciento se producía cada 5 días y se batió  el récord en el año 89 que provocó la salida anticipada del presidente Alfonsín con un 4000 por ciento anual. Lo mismo acá provocó en la Provincia el desplazamiento  y no cumplimiento del mandato del Gobernador constitucional de entonces. ¿Cuál es el hecho? Hecho económico que lo vivimos y lo padecimos”, recordó en tren de comparaciones con la actualidad.

“Se trata de un presupuesto conservador”, intentó definir el radical Gustavo González.

“En el verdadero término de su acepción, un Gobierno conversador solo cubre las erogaciones de las instituciones; tengo varios ejemplos de Gobiernos conservadores presentes y pasados; de acá y del mundo. Es como la estatua de bronce que no te lleva a ningún lado, está quietita ahí, pagas los sueldos, pagas la luz pero no vas a ningún lado”, contrarrestó Rovira, quien no se privó de recordar los años de ajustes, de recortes salariales y de coparticipación. “Eso sí son súper poderes y todos acompañados políticamente con nuestras Cámaras o con nuestro carácter personal como gobernantes, porque no había opciones”, sentenció.

Y, fundamentalmente, en el debate legislativo, la oposición se preocupó más por la situación de las “instituciones” que por el contenido social y de impacto provincial de la distribución de los recursos.

El momento político de Brasil también sirve para graficar la comparación entre modelos. Dilma es acosada por la derecha por la supuesta recesión que vive el vecino país. La política económica del PT fue la que más puestos de trabajo creó en la historia de Brasil. Entre 2003 y 2014, se generaron 20 millones de nuevos puestos formales. El número es 25 veces mayor comparado con el mandato del ex presidente y padrino político de Aécio Neves, Fernando Henrique Cardoso (PSDB). En ocho años creó apenas 800 mil empleos formales.

No es casualidad, sino resultado de políticas aplicadas. En Misiones, después de la decadencia de los 90, el empleo se recuperó y hoy exhibe la mayor tasa del NEA, con  40,3 por ciento. El desempleo es menor al tres por ciento.

El Estado tuvo un rol central en esta transformación en contra de una promesa de derrame que nunca se hizo efectivo.

Las chacras estaban vacías y el éxodo hacia las ciudades era interminable. Hoy están produciendo porque los precios crecieron y el Estado acompaña a los productores. La yerba mate es el mejor ejemplo. El precio se recuperó con la intervención del Estado. Incluso, se defiende a la provincia como zona yerbatera.

Por eso, la insistencia en que el Congreso sancione la ley de Envasado en Origen. La demora generó una queja airada de la senadora Sandra Giménez, quien incluso amenazó con dejar de votar las leyes que quiere el kirchnerismo. La diatriba podría tener impacto inmediato con el cambio de conducción del Instituto Nacional de la Yerba Mate. Trascendió que el kirchnerismo pondría a un hombre más alineado en el cargo principal. Pero en paralelo, los diputados nacionales están negociando los acuerdos necesarios para que la ley sea aprobada y habría novedades en los próximos días. Por lo pronto, hay consenso para reformar la obligatoriedad de contar con los dos tercios para fijar el precio de la yerba, algo que siempre beneficia a los sectores más poderosos de la cadena.

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