Garabí-Panambí: costos de dos años más de dilaciones

CÁLCULOS DE COSTOS POR DEMORAR DOS AÑOS
Generación media anual: 11.445 GWh/año x 2 años= 22.890 GWh.
El combustible quemado para generar 22.890 GWh  equivale a 5.700 millones de
litros de GO o combustible equivalente.
Dado que el GO pesa menos que el agua, el factor de corrección es 0,832.
5.700 millones de litros de GO x 0,832 = 4.742.400 Tn.
1.000
4.742.400 Tn x U$S 500 la tonelada = 2.371.200.000 U$S
2.371,2 millones de dólares cuesta postergar Garabí – Panambí por otros dos años.
1.185,6 millones de dólares, cuesta postergar Garabí  –  Panambí a Argentina (el 50
% del total).
CONTEXTO GENERAL Y ANÁLISIS
Costos  económicos,  estratégicos  y  también  ambientales,  significa  haber
cedido a dos años más de las ya interminables dilaciones, que impiden dar inicio a
esas trascendentales obras de infraestructura, que por cierto exceden en mucho lo
energético,  pues  deben  ser  dos  eslabones  fundamentales  para  solidificar  el
MERCOSUR y la UNASUR, todo en el macro contexto de la CELAC.
En el amplio y abarcativo marco de la Geopolítica, las declaraciones, por más
grandilocuentes  y  efectistas  que  sean,  poco  cuentan,  si  no  están  avaladas  y
sustentadas  por  poderosos  hechos  que  avalen  y  concreten  el  mero  marco
enunciativo.  Y  sin  ninguna  duda,  las  poderosas  conexiones  físicas  e
interconexiones  energéticas  activas,  que  significarán  esas  dos  importantes  obras
de  infraestructura,  son  esenciales  para  consolidar  positiva  y  concretamente  un
importante paso en el camino de fortalecimiento del bloque regional, en las tres
organizaciones indicadas, que son las que permitirán que nuestra región consolide
el rol protagónico que está evidenciando en los últimos tiempos.
La integración eléctrica de los dos socios principales de Sudamérica ya existe,
pero contar con dos poderosas hidroeléctricas de propiedad en común, fortalecerá
las acciones de optimizaciones de los respectivos sistemas eléctricos de Argentina
y  Brasil,  además  que  proveerá  importantes  adicionales  de  Potencia  Instalada  y
Generación Anual, rubros en los cuales ambos países tienen enormes y acuciantes
necesidades,  en  los  que  cada  dilación  significa  incurrir  en  mayores  costos
operativos,  quemando  más  costosos  y  contaminantes  hidrocarburos;  y  por
supuesto,  cada  postergación  condiciona  negativamente  los  respectivos  procesos
de desarrollo socio económico de ambos países socios.
Pese  a  la  acuciante  necesidad  que  el  complejo  hidroeléctrico  Garabí  –
Panambí representa para ambos socios  –ávidos de energía barata, segura y apta
para operar como energía de base-, siguen las dilaciones.
Por  presiones  nada  inocentes  por  cierto,  de  las  transnacionales  del
ecologismo  ultra,  y  de  los  intereses  creados  vinculados  (por  caso  el  de  los
transportistas  de  combustibles,  entre  otros)  tanto  a  las  usinas  hidroeléctricas
como a las nucleares, se les obliga a realizar una maraña de estudios ambientales,
que operan de hecho como factor retardante para comenzar las obras, cuando no
de  disuasivos  definitivos.  Curiosamente,  similares  requisitos,  al  menos  en  la
complejidad enmarañada comparable,  no  parece obligarse a cumplir a las muchas
usinas termoeléctricas –devoradoras de petróleo y gas que hoy nos falta-, y que se
multiplican  desmesuradamente  a  lo  largo  y  ancho  de  nuestra  dilatada  geografía
continental.  Curioso  doble  rasero,  en  el  cual  los  lábiles  cuando  no  inexistentes
cuestionamientos ambientales, y la ausencia total de “molestias” por parte de los
activistas  del  ecologismo  ultra,  respecto  a  las  termoeléctricas,  beneficia
precisamente  a  las  usinas  marcadamente  más  contaminantes,  más  perniciosas
para  el  medio  ambiente…y  para  la  economía  nacional,  pues  sus  costos  por  KWh
son  desmesuradamente  más  altos   que  las  injustamente  muy  criticadas
hidroeléctricas y nucleares.
Tampoco  parecen  existir  cuestionamientos  a  las  eólicas  y  solares,  siendo
claramente perceptible que sus apologistas jamás mencionan sus costos reales por
KWh  (totalmente  desproporcionados,  solo  soportables  en  base  a  enormes
subsidios);  como  tampoco  hacen  ninguna  mención  a  los  múltiples  problemas
ambientales de  eólicas y solares; problemas que por cierto existen, y que son muy
cuestionados en otras latitudes. Por caso,  la inutilidad para funcionar como usinas
de base, lo que provoca  la dependencia total  de eólicas y solares respecto a  usinas
convencionales  funcionando  en  paralelo  y  en  vacío  (o  sea  quemando
hidrocarburos  como  reserva  caliente  del  sistema  eléctrico,  pero  sin  aportar
energía),  para  suplantar  a  los  vaivenes  de  las  impredecibles  eólicas  y  solares,  y
para estabilizar el voltaje de las oscilantes “renovables”.
Tampoco  suelen  mencionar,  los  propagandistas  de  eólicas  y  solares,  otros
múltiples problemas ambientales que ocasionan, como la costosa disposición final
de los residuos y componentes, que usualmente terminan tirados en un vaciadero,
degradándose  y  contaminando  el  entorno;  entre  otros  muchos  problemas
ambientales  de  las  falsamente  “limpias”  eólicas  y  solares,  que  sus  promotores
ocultan cuidadosamente.
Pero por otra parte, ya nadie medianamente informado duda, que Garabí  y
Panambí, no pueden ser reemplazadas por eólicas y solares, pues además de las
limitaciones  técnicas  descriptas   de  las  “renovables”,  sucede  que  en  el  NEA  no
existen  condiciones  naturales  favorables  para  ese  tipo  de  usinas,  pues  no  hay
vientos  permanentes,  y  los  días  de  insolación  son  muy  limitados,  además  de  la
obviedad  que  de  noche  las  solares  no  generan,  y  almacenar  energía  es  muy
costoso y muy contaminante.
Es  decir  que  –claramente-  cada  año  de  demora  en  construirse  Garabí  –
Panambí  (así  como  Corpus  y  otras  hidroeléctricas),  obliga  a  seguir  quemando
petróleo o gas, en volúmenes  siderales, requiriendo la  instalación de más  usinas
termoeléctricas,  antieconómicas  y  muy  contaminantes  (contaminación  que  por
cierto soslayan los supuestos “ecologistas”).
Todo  eso  cobra  mucha  importancia,  si  se  evalúa  que  recientemente  se
difundió  que  la  construcción  del  complejo  hidroeléctrico  Garabí  –  Panambí,  se
postergará por dos años más.
Esa decisión fáctica, implica perder como generación cesante (desperdiciada)
dos años de Generación Media Anual, o sea:
11.445 GWh/año x 2 = 22.890 GWh = 22.890 millones de KWh.
Reemplazar esa enorme masa de energía con generación termoeléctrica  (la
única  factible)  implica  quemar  un  total  de  aproximadamente  5.700  millones  de
litros  de  gas  oil  o  combustible  equivalente,  con  la  consecuente  cuantiosa
contaminación,  que  será  mayor  o  menor  dependiendo  de  los  tipos  de
combustibles quemados.
Transformado  a toneladas, equivale a  4.742.400 Tn, lo que a un costo medio
del  combustible  (un  estimado  entre  los  distintos  tipos  y  precios  de  combustible
que  consume  Argentina)  de  500  dólares  por  tonelada,  significa  que  por  esa
demora de dos años más, para comenzar  –de una buena vez-, Garabí  –  Panambí,
Argentina y Brasil deberán gastar en combustibles un adicional (a precios actuales)
del orden de 2.371.200.000 dólares-  ¡Esto es más de 2.371,2  miles de millones de
dólares! Siendo el 50 % de ese total, el costo económico de la postergación de esas
hidroeléctricas, para Argentina será de 1.185,6 miles de millones de dólares.
Resulta muy dudoso que ciertas “dirigencias” improvisadas, desinformadas, o
directamente irresponsables, que con torpe facilismo adhieren a los planteos del
pseudo ecologismo anti hidroeléctrico, conozcan y menos aún acepten las funestas
consecuencias de sus irracionales posturas “anti represas”.
Queda  en  claro  que  los  enfervorizados  y  muchas  veces  violentos  activistas
anti hidroeléctricos, de “ecologistas” no tienen nada, pues favorecen las múltiples
poluciones ocasionadas por las usinas alimentadas a petróleo o gas.  Por algo sus
libretos  y  agendas,  los  definen  en  Gran  Bretaña,  y  los  transmiten  por  medio  de
ONGs transnacionales instaladas en nuestro país.
Escribe Carlos Andrés Ortiz, Investigador de Temas Económicos y Geopolíticos

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