El Iplyc recuerda a Don Andrés Barchuk, pionero de la quiniela

Hoy se cumple un año que Don Andrés Barchuk se tomó una licencia de esas que son eternas, pero antes de irse dejó a los empleados del IPLyC SE ese profundo amor por la Quiniela Misionera, el producto madre al que vio nacer y defendió hasta los últimos días.

Aún cuando podía elegir un pasar más relajado, todos los días antes de las siete, Don Andrés recorría lentamente la calle Colón hasta llegar a su oficina. Tras compartir unos mates, se ensimismaba en su tarea, revisando extractos o llamando a algún agenciero para dar directivas, si fuera necesario.

Nacido en la localidad de Cerro Corá, Don Andrés era un hombre correcto, predispuesto, amigable, de sonrisa fácil. Y no sólo por cortesía algunos de sus compañeros de trabajo lo llamaban “maestro”. Es que él estuvo en los preparativos del primer sorteo de la Quiniela Misionera, compartiendo con otros pocos empleados la responsabilidad de este desafío, que el 11 agosto cumplió 42 años.

En una entrevista realizada en vísperas del aniversario, en 2012, Don Andrés se remitió a sus inicios en el entonces IPLyC y relató que se integró al equipo de trabajo “circunstancialmente”. Por ese entonces se desempeñaba como empleado en una casa de compra venta de repuestos de automóviles y había renunciado. Cuando el gerente del Instituto, Rodolfo Aguilar, se enteró de lo sucedido, lo hizo llamar con la excusa que quería que realizara un inventario. “Me dijo que era momentáneamente pero cuando me di cuenta me enamoré de la quiniela y me quedé para siempre”, contó emocionado.

En el sexto y séptimo piso se lo extraña. Quedó un espacio vacío y esa sensación que de un momento a otro llegará para saldar alguna duda. Descansa en paz “maestro”. Hasta siempre.

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