La SAIC cumplió tres años y gracias a su eficacia demostró que es una herramienta clave para la Justicia

Es la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas, creada en 2011. Colabora con jueces de toda la provincia y ha estado participando en la pesquisa de los hechos más importantes. Ahora se muda a un lugar más amplio y espera sumar más personal. El equipamiento que tiene es único en la región y está valuado en alrededor de un millón y medio de pesos.

La Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas se creó en 2011. Estaban afectadas cuatro personas, que sólo contaban con tres sillas y un escritorio, prestado. Hoy en las oficinas que ocupa en el primer piso del edificio de Pedro Méndez casi Uruguay no cabe un alfiler. Hay que hacer equilibrio para no tropezar con el equipamiento que es orgullo del Poder Judicial. Hay invertidos allí en insumos e infraestructura de última tecnología alrededor de un millón y medio de pesos. Y claro, el crecimiento tuvo que ver con las muestras de eficacia que evidenció la SAIC a lo largo y a lo ancho del territorio provincial. Ahora se vienen nuevos desafíos, porque los funcionarios de esa dependencia son convocados por distintos juzgados y tienen que hacer malabares para cumplir con todos.
Entrar a la sede de la Secretaría es meterse en un territorio signado por el cotejo de huellas, los entrecruzamientos telefónicos, los cotejos balísticos y un sinfín de actos periciales. Aquellos seguidores de las series tipo SCI Las Vegas quedarían maravillados. Claro que esto no es Las Vegas y los que están sentados detrás de las máquinas no son actores.
Actualmente, son 16 los investigadores que están afectados a la SAIC, cuyo titular es Fernando Castelli, un funcionario con mucha trayectoria en la Justicia Penal. En su mayoría, el personal es técnico: hay licenciados en Criminalística, analistas en sistemas, técnicos en reparación de celulares y expertos en tiro, por ejemplo.
Pero más allá de sus especialidades, a esos 16 los une una pasión por lo que hacen que hace del grupo algo fuera de lo común. “Ustedes están locos para llevar la vida que llevan”, es el comentario que más escuchan. No es fácil trabajar en la SAIC. No tienen horario fijo y deben ir a cualquier punto de la provincia donde los convoque un juez que requiera su colaboración. Hoy pueden estar en Posadas, mañana en Oberá y pasado en Andresito. Siempre con sus equipos, provisiones y hasta colchones a cuestas.
En el caso de Posadas, son afectados a las causas por el juez instructor. Ellos están a su disposición. Cuando el magistrado del interior provincial quiere contar con su ayuda, tiene que pedirlo vía Superior Tribunal de Justicia, que es de donde depende la Secretaría.
El debut de la dependencia fue en la investigación por el crimen de la joven “Taty” Piñeiro, en Puerto Esperanza. Desde entonces, participaron de la pesquisa de todos los episodios más resonantes, como el homicidio de Angélica Ramírez, en Puerto Rico, localidad en la que estuvieron casi dos semanas de seguidas, récord aún no superado. O en la causa por la Masacre de Panambí.
Los responsables de la Secretaría cuentan que la herramienta que significa el organismo primero tenía que hacerse un lugar en la estructura del Poder Judicial y demostrar que era útil. Porque se trató ni más ni menos que del primer paso para la conformación de una Policía Judicial, que ya funciona en un puñado de provincias argentinas y que tuvo a Córdoba como pionera.
Los funcionarios de la SAIC están obligados a capacitarse. Han participado en distintos cursos, dictados en diferentes ciudades. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, fueron adiestrados por expertos de las más variadas disciplinas, algunos incluso con especializaciones en el FBI y los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.
Por ley, cada circunscripción judicial de Misiones tiene que tener su “filial” de la SAIC. Esto todavía no es una realidad, pero se cree que puede concretarse en un futuro. Mientras tanto Castelli y su gente llevan la “Secretaría Móvil” a todos lados.
Esta semana, a la dependencia le llegó una buena noticia: en dos meses pasarán a ocupar el tercer piso entero del mismo edificio. Habrá más espacio, ya no deberán estar apiñados. Y ahora están esperando la luz verde para otro de sus proyectos: el laboratorio móvil.
También aguardan por una decisión clave: la incorporación de más personal. 16 personas es un número acotado para el inmenso trabajo que hacen. Para entender la dimensión de la tarea alcanza un dato: allí, salvo los análisis bioquímicos, se hacen todo tipo de pericias. De esas oficinas salen informes completos para el juez. Y en poco tiempo hasta podrán realizar reconstrucciones animadas de hechos. Esto dejará en la prehistoria a los planos y croquis que se confeccionaban sobre los episodios investigados.
“No estamos locos, queremos que esta herramienta al servicio de las causas sea utilizada de la mejor manera. Trabajamos en conjunto con la Policía y aportamos elementos para que el juez, que es el titular de la investigación, tome la decisión que crea correcta”, dice uno de los funcionarios.
De hecho, no están locos. Lejos de eso, marcaron un camino y pusieron alto el listón. Ahora sólo les queda avanzar.

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