Lenguaje canino: dime qué hace y te diré qué dice

Las señales son su idioma y el olfato, su sentido más delator. Qué significa el ladrido, y otros secretos de la comunicación animal, de la mano de un especialista.

Así como el ser humano, los animales tienen su propio lenguaje y, a su vez, cada especie se diferencia. En el caso de los perros, al contrario de lo que muchos piensan, ellos desarrollan un lenguaje complejo que es necesario descifrarlo.
Su principal herramienta son las señales y de allí el comportamiento conductual y corporal de la mascota.
“Los perros se comunican con señales y despiden adrenalina que detecta el estado de ánimo del hombre u otros perros. Por ejemplo: si hay alguien triste, el perro tiende a acercarse. Si está alegre, despide un tipo de adrenalina que es felicidad. Si uno está enojado, la adrenalina que despide es diferente y no se acerca”, sostiene Francisco Márquez, adiestrador, educador y psicólogo canino.
Los sentidos, el medio
El olfato es su sentido más maduro y, gracias a él, se relaciona con el mundo que lo rodea, aunque la mirada y el sistema auditivo son partes fundamentales del sistema comunicacional del animal.
“Para comunicarse entre ellos utilizan la mirada, por el olfato, por la cola y las orejas. Las actitudes más comunes son cuando uno se pone arriba del otro y hacen caballito con las patas delanteras; eso es signo que lo invita a jugar. Si un perro pone la pata al final del lomo lo hace para dominar. Cuando se miran fijamente, se están desafiando. Cuando uno muerde a otro en el cuello, y el otro se tumba patas para arriba, está en posición de sumisión, y el de arriba en posición de dominante”, explica Márquez entre los comportamientos más comunes.
Pero el olfato es su principal arma para detectar todo lo que está a su alrededor. Para reconocerse, la primera señal que ponen en práctica es oler al otro. “Ellos con el olfato detectan qué tipo de perro es; si vive en una casa, si es vagabundo, qué comió, si tiene una manada. Su olfato es como la máquina de radiografías. Lo mismo sucede con el ser humano. Por eso hay perros que no se acercan cuando una persona los quiere acariciar: porque detectan que algo no está bien”.
A su vez el oído y la vista no los tienen tan desarrollados ya que visualizan sombras y no ven en colores. “A veces sucede que personas altas lo llaman y no va, pero si esa persona se agacha y lo llama sutilmente, el perro se acerca, porque ve una sombra menos, más definida”.
Puede ocurrir que los instintos del animal no estén del todo desarrollados y para mejorarlos se puede optar por adiestrarlos para mejorar su comportamiento.
“Por ejemplo hay perros que no están educados y se pelean con todos. Trabajé con un perro que detectaba cuando su dueña iba a tener convulsiones y se ponía encima de ella. Entonces lo que hice es mejorar su comportamiento, para que ladre y, con esa señal, avisara de la situación, en vez de tirarse encima de ella”, cuenta sobre una experiencia reciente respecto del lenguaje y la educación del animal.
El ladrido, todo un símbolo
Al igual que los humanos, los perros pueden vocalizar y prueba de ellos son los ladridos, aunque sus significados varían de acuerdo al tipo y contexto donde se encuentra la mascota.
“Cuando el ladrido no es constante, o sea ladra y se detiene, significa inseguridad. Lo suelen hacer cuando por ejemplo un perro está en la puerta de su casa y otro perro pasa cerca de él. Sin embargo cuando el ladrido es constante, eso es agresividad que, en general, va acompañada con un lenguaje corporal: con la cola parada para arriba, las orejas plantadas y las pupilas dilatadas”, detalla el especialista.
Consejos a tener en cuenta
– El dueño debe conocer el lenguaje corporal del animal y dejar desarrollar sus instintos.
– Dejar al perro que se relacione desde cachorro con otros animales y reconozca a sus pares a través del olfato.

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